Ayer en mi barrio una mujer comenzó a tirar cosas por la ventana, aun desconozco los motivos, generalmente se cree que es producido por un ataque de histeria consecuencia de una ruptura sentimental con su pareja, pero y si no es así. Supongamos que esta mujer vive sola, y en un ataque de cordura, se da cuenta que el origen de sus desgracias es amar a las cosas y no a las personas. Que el desear tener algo, buscar el amor en lo material la ha provocado la mayor de las desgracias, hasta el punto de odiarse tanto así misma que quiere destruir aquello que la controlaba la vida.
Cuando era niña me enseñaron el valor de las cosas, estas no tienen más valor que el uso que se le dan, y en ocasiones poseen un valor sentimental. Deshacerte de aquellas que tienen utilidad o valor sentimental, puede suponerte un dolor que con los años recordarás, pues asocias a ese objeto sentimientos. Pero la mayoría de las cosas, no son nada. Son cosas que te han dicho que necesitabas para ser feliz, que consideras irreemplazables y que acumulas con la extraña creencia que el valor de las cosas que tienes implica un valor personal. Sí es cierto, que tener un objeto indica que en algún momento el fruto de tu trabajo y esfuerzo te permitió tener eso, pero si no lo usas ni significa nada para ti, deshacerte de ello, regalarlo o venderlo es quitarse una carga de encima. El tirarlo por la ventana, es tan drástico como tirarlo a la basura sin más. Pero por suerte, hay muchas personas que saben que las cosas tiene el valor de su uso, y si no tienen otro recurso, cogen eso que tiraste para comprarte algo mejor o nuevo, y le dan una segunda vida sacándose algo de dinero.
No estoy a favor de comprar compulsivamente, porque es una enfermedad dura que destruye a la persona que la padece. De igual forma no estoy a favor de tirar compulsivamente, porque solo lo hacen las personas que sufren de compras compulsivas, y tiran las cosas para colocar otras nuevas, de igual forma que usan a los humanos y cuando encuentran otro de mejor uso y aspecto se deshacen sin problema del anterior. Es decir, la sociedad de consumo es una sociedad germinalmente enferma.
¿Así que todos podemos terminar tratando a nuestros hijos como si fueran una lavadora?, sinceramente yo creo que sí. Alguien verá como una absurdo, porque nadie repara en la lavadora, se compra una, se instala, se usa, y no se cambia hasta que se rompe. ¿Pero y el móvil?, ese teléfono que nos acompaña hasta cuando dormimos. No lo estamos cambiando por otro nuevo en cuanto podemos, a pesar que el antiguo funcione perfectamente o se pueda arreglar con paciencia para que siga teniendo el mismo uso. ¿No compramos un móvil por su aspecto externo o extrañas propiedades y características que ya no tienen nada que ver con lo que es en realidad, un teléfono?. Nos podemos inventar escusas malas. No, es que el móvil me sirve para trabajar, para comunicarme, tengo internet... Sí, bueno, un ordenador es mil veces más útil que un móvil, y puede sustituirse con lápiz y papel para la mayoría de las cosas. Y si no tienes lápiz y papel, te las buscarías de forma que la misma labor la misma función te dieran otros objetos. Como en la antigüedad que no había pizarras electrónicas y los estudiantes aprendían escribiendo en el polvo del suelo. Lugar donde se planearon grades batallas hoy míticas, y por ello no queda constancia escrita. Así que podemos lamentar que el soporte, implique la pérdida de comunicación y conocimiento, y por eso es importante tenerlo. Sabemos que la tecnología es útil para la humanidad, y estamos acostumbrados a convivir con ella en nuestro beneficio. Pero a llegado un momento, en el que los objetos son el mayor problema para la humanidad, pues domina las mentes y las vidas de las personas. Llegando a destruirse por ellos. No es una novedad que por una miserables tierras hoy abandonadas a su suerte, se han llegado a matar hermanos, padres... Hoy vemos eso como una locura, qué sentido tiene matar a alguien por un trozo de tierra. Sin embargo, si tiene sentido comportarme como un enfermo mental y un psicópata para conseguir un móvil más rápido, ponente y sobre todo bonito. Aun se sigue matando gente por trozos de tierra, por trozos de pan, por poder en definitiva. Las cosas solo tiene el poder que nosotros mismos le damos, nunca nos hacen felices, solo nos sirven para que podamos hacer lo que queramos mientras ellas cumplen su función, haciendo más fácil todo. Ser esclavo de las cosas, trabajar solo para conseguirlas, nos hace infelices, caer en la locura y desesperación, comportarnos como enfermos, locos psicópatas carentes de humanidad. Y cuando un día nos damos cuenta, podemos herirnos ha nosotros mismos. Esta es la sociedad del malestar, para cambiarla solo hay que hacer unos pocos cambios en nosotros mismos. Valorar las cosas por sus uso, y a las personas por lo que son, que no son más que un conjunto de actos y sentimientos. Pensar en las cosas solo en la utilidad que tiene, y en las personas en como nos hacen sentir, y no al revés.
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