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Relatos

El fin del materialismo

Durante más de 100 años, hemos vivido en una burbuja de irrealidad que se llama materialismo.
Nos hemos vuelto locos por poseer cosas, hasta el punto de hacernos creer que las personas son como las cosas, he incluso que nosotros mismos también somos cosas.

Hemos perdido la capacidad de transformación humana, las principales cualidades que nos hacen seres vivos como los demás habitantes de este planeta. Eramos capaces de mutar con cada palabra, con cada gesto, con cada brisa de aire fresco. Hemos perdido la capacidad de regenerarnos espiritualmente.

Las máquinas no se regenera, se utilizan, y cuando no valen se reemplazan por otras nuevas y mejores. ¿Hoy en día hacemos esto mismo con los seres humanos?.

Competimos con nosotros mismos desde la mañana a la noche. Si no sabemos como, ahí tenemos miles de videojuegos para satisfacer nuestra necesidad de competir. Pero no conseguimos el fruto del tiempo y el esfuerzo invertido, no sacamos nada pasando pantallas. Y eso genera frustración, desolación... Y volvemos a buscarnos un activador de adrenalina, el que sea. Porque seguimos buscando el agua que nos sacie, pero por más que buscamos, el materialismo, no calma nuestra sed.

Pero el materialismo no está hecho para calmar la sed, si no para provocarla constantemente. Es algo parecido al cuenco de pipas saladas, que te ponen en un bar. Cuantas más comes, más bebes. Y como bebes, comes para no emborracharte, y así toda la noche, o toda la vida, si en vez de pipas es materialismo lo que esta alimentando tu mente.

El materialismo no es rentable para el que lo consume, si no para el que provoca la necesidad en otros. Es como el camello, que no ingiere la droga que vende. Como el camarero que no bebe. Como el estanquero que no fuma. El que no es materialista, no es absorbido por él, y puede vivir feliz, ¿o quizá no?

Nuestra sociedad se ha vuelto tan materialista, que si se te ocurre no serlo, eres algo extraño.

Es cierto que siempre hay quién se cree que no es materialista y lo divulga en las redes sociales, pero el móvil del no materialista, resulta ser el último modelo, con su funda a juego.

Pero el materialismo, como todos los ismos, es algo pasajero, y al fin, llega su fin.

Se alimento de mentiras y de fantasías, de películas, videoclips, ropa de diseño, artistas estrafalarios, etc. Pero toda moda, pasa de moda.

¿Dónde se han metido los presumidos?. Los que presumían de regalos, de vacaciones, de pareja, de casa, de coche, de amigos, de trabajo. ¿Han desaparecido?. No, siguen donde antes, pero ya nadie les escucha, a nadie les interesa lo que dicen, o lo que quieren demostrar, o lo que tengan dentro de su cabeza fantasiosa. Y sin ellos, no hay abono que fertilice al materialismo, y este termina por morir de inanición.

Quizá, y solo quizá. Volvamos a ver a los africanos, como las personas que residen en un continente, y no como los pobres de tripa hinchada. Quizá, veamos a los residentes en américa del sur como lo que son, y no como pobres paletos. Quizá, los asiáticos no sean extraños inadaptados adictos al trabajo. Quizá dejemos de valorarnos por lo que tenemos, según nuestros absurdos baremos materiales. Esos que nos hacen creer diferentes, mejores y dentro de una élite, que solo es real en una cabeza llena de pájaros.

Puede ser que dentro de poco, abramos los ojos y miremos al cielo. Y veamos su inmensidad. Esa inmensidad común a todos, inalcanzable y maravillosa, que nadie puede poseer ni controlar. Y nos demos cuenta de que aquello que nos ha poseído durante años, y que ha controlado nuestras vidas, por fin, a dejado de existir, y somos libres.

Jóvenes inquietos


En España el paro ya se ha convertido en una costumbre, como el bocata de calamares en el centro de Madrid. Es como si nos hubiésemos acostumbrado a que los jóvenes viven de sus familias sin trabajar.
Pero esto no es culpa de una juventud inútil vaga y desidiosa. En realidad, es que las expectativas de futuro y progreso son tan negras, que muchos se rinden antes de empezar, y otros se rinden tras años de esfuerzo.
El caso, es que los jóvenes tenemos muy pocas salidas en este país. No es porque no tengamos grandes ideas, iniciativas, ganas de hacer cosas nuevas, de trabajar duro para lograr nuestros objetivos, etc. El problema, es que para que una persona pueda conseguir algo, a poco que sea, necesita una fuerza de voluntad titánica, una obstinación a prueba de bombas, y sobre todo no tener miedo a nada.
La razón es simple, lo más probable, no es el triunfo, si no el fracaso y la ruina total, tanto para ti, como par todos los que creen en ti. Así pues, pocos se arriesgan a nada, y casi todos optamos por coger el camino fácil de las empresas privadas o los organismos públicos, como posibles trabajos. Pero de estos ya no hay. Y si quieres ser un emprendedor, y montar tu propio negocio, ármate de valor, porque no es que haya pocas ayudas, lo que hay son grandes problemas. El gobierno español está más interesado en la explotación, esclavitud y aborregamiento de sus jóvenes. Que en motivarlos, apoyarlos y permitirlos levantar el país.
Yo siempre digo, que el paro existe cuando un gobierno decide que exista, porque los medios hay, y no hay que invertir dinero, porque el personal que se necesita, ya está contratado en puestos públicos. Lo que hay que hacer es trabajar para la juventud del país, y no para negocios turbios con capitales que van a las cuentas privadas de algunos políticos. Si los jóvenes trabajamos, se acaban los problemas del país en cuestión de meses, pero esto no ocurre.
Hay algo curioso que ocurre en las oficinas de empleo del gobierno español, que nunca jamás a ocurrido, y es que no llaman a los parados para ofrecerles trabajo. Y esto no ocurre porque no haya ofertas de empleo, la hay y a miles. Pero hay empresas privadas que negocian, de forma bastante corrupta con la necesidad de empleo.
Voy a poner un ejemplo que conozco bien. Las llamadas ETT, o Empresas de Trabajo Temporal. Son una auténtica estafa, un intermediario totalmente inútil si funcionara la oficina de empleo español, como debería. Pero las ETT, son empresas privadas, que hacen contratos con empresas para contratar a personal. El personal, contratado por un sueldo X, no recibe en ocasiones ni el 50% de su sueldo, y el que es contratado, no tiene ni idea de que la empresa para la que está trabajando, le está dando su sueldo a la ETT, y esta lo gestiona a su conveniencia. Es decir, el trabajador trabaja para la ETT, que en realidad, ni siquiera debería de existir, ya que el gobierno tiene una agencia de empleo estatal para este fin.
Las ETT, son denunciadas constantemente por empresas y trabajadores, pero no se cierran. ¿Por qué?. Simple, porque pertenecen a una gran mafia, de la que forma parte personas que están en altos cargos del gobierno y la administración pública.
Así que si consigues trabajo, te estafan. Y si quieres formar tu propia empresa, los bancos te hunden. El futuro de los jóvenes españoles es muy negro, y con él, el futuro de todo el país.


Miseria turística

Algunos países como España, considera su gobierno, que una de las fuentes fundamentales de ingreso para el país es el turismo.

El turismo, es uno de los peores inventos que existen. Voy a dar algunas razones.

El turista, no solo no enriquece su cultura, si no que se ve envuelto en viajes enlatados, que solo tiene como misión hacerle gastar, el máximo dinero posible, de la forma más inútil que podamos imaginar.

El turista, es aborregado, mareado, saqueado, vapuleado y atontado, durante su época de vacaciones. Es como si te metieran en una lavadora, y sales bien agitadito, dispuesto a seguir trabajando duramente, después del lavado de cerebro.

El turista, difícilmente conecta con los habitantes del país que visita. No entiende su idioma, no aprende realmente sus costumbres, sino sus tópicos. Y se va con la misma idea general del lugar que visito, la misma idea que traía en la maleta, si no se lleva una peor, que es muy probable. Es decir, no existe un intercambio cultural entre el turista y el lugar que visita. Lo que hace de poca transcendencia emocional la experiencia, y el turista se queda igual que si hubiese ido al parque de atracciones, más próximo a su lugar de residencia. Vamos, una estafa, que se puede ahorrar el turista viendo un documental desde el sofá de su casa.

Para el lugar turístico, la cosa no es mucho mejor. Soportar cientos de miles de turistas, no da dinero a mucha gente, sobre todo cuando es un turismo enlatado, muy bien organizado, desde el país de residencia del turista. Así pues, no hay libre elección de hotel, restaurantes, y demás lugares de ocio, o de mercadería. Cada moneda que el turista se va a gastar, está milimetricamente estudiada, para que se la gaste en un lugar y a una hora concreta. Lo que deja muy claro, que no enriquece a todos, si no a cuatro gatos. Pero si es algo, que todos los ciudadanos que residen en el lugar, deben soportar.

Voy a comentar una anécdota, que me ocurrió hace ya muchos años, estando en casa de un familiar en Alicante. Estábamos charlando, lo típico después de cenar, y se va la luz. Pero no la luz de la casa, la luz de varias ciudades al mismo tiempo. Se veía claramente, ya que al mirar a la costa, no se veían nada más que las luces de señalización de los barcos. Me pareció algo espectacular, y pregunte si alguna ve había ocurrido algo así. La respuesta fue descorazonadora, mi familiar me comentó que siempre ocurre varias veces en el verano, ya que el aumento masivo de turismo, en la zona, provocaba graves problemas a los residentes, no solo en el suministro eléctrico, si no también en la calidad del agua, etc.

Además, cuando se empieza a invertir en turismo, se abandonan otras cosas, mucho más importantes para los ciudadanos. Se construyen hoteles, en terrenos más apropiados para el cultivo. Se construyen restaurantes, en zonas pesqueras, etc. Un desastre económico para la mayoría de los ciudadanos, un desastre ecológico para el lugar, y una gran mentira, que los ayuntamientos y gobiernos se empeñan en publicitar.

Patriotismo y nacionalismo

Cuando era niña, creía que las gentes de mi país, eran huérfanas de patria. Carecíamos de la identidad y de la fuerza que da sentirse pertenecientes a un grupo de personas con características comunes. Y eso, no solo nos distinguía del resto de países, si no que nos hacía vernos como inferiores frente a otros.

Mientras que todos los países apoyaban a sus equipos nacionales, nuestra bandera roja y gualda, se veía sola y desamparada. Nosotros, nos veíamos más representados con clubs o con banderas provinciales. ¿Pero por qué sentirnos inferiores?.

Los españoles, desconfiábamos de nuestro gobierno, que es el que representa la unidad nacional, y por ello nos abrigábamos bajo el cobijo de algo más próximo y más conocido, como es nuestra provincia o lugar de residencia. El desconfiar del gobierno, no solo es sano, si no que en el caso de España, es algo que hay que hacer, ya que las traiciones a la ciudadanía son mucho más numerosas que el apoyo a esta.

Así que durante años, he pensado, que solo el gobierno español, era tan traidor, como para oscurecer su propia historia, y vendernos una falsa, que apoya a los países más poderosos, aunque salgamos perjudicados por injurias y traiciones. Por suerte, nadie se salva, y tanto unos como otros, están salpicados de sangre, de mentiras y de cobardía.

Hoy creo, que cada vez son más los ciudadanos españoles que son patriotas, es decir, que están orgullosos de si mismos, y del país en el que viven. Pero hay menos nacionalistas, es decir, personas que anteponen una bandera, para defender falsas creencias más o menos éticas, en pos de cosas normalmente indefendibles.

Y es que la bandera o el gobierno, no hace la patria. Ya que la patria se lleva en el corazón, junto con la familia y los buenos recuerdos.

Ahora pienso, que somos un país más avanzado que otros, pues nos hemos dado cuenta antes que muchos, que cuando defendemos una bandera, que dicen que es la de nuestra patria. No nos defendemos a nosotros mismos, y a nuestra gente, si no que defendemos intereses económicos de unos sinvergüenzas, ladrones y asesinos, con ningún escrúpulo. 
Estos que se inventan razones, para atacar países y matar gente, y que nos dicen que era por nuestro bien, y que nos ponen imágenes en la televisión de forma selectiva, para encontrar la lágrima fácil, y para que justifiquemos lo injustificable, para que les apoyemos en su desvergüenza. Cuando lo que haríamos si conociésemos la verdad, es mandarlos a la cárcel, o a una isla perdida en el océano, por no decir algo peor, que es lo que se merecen.

Me quedo con aquello que decía J.L. Y es aquello de que ojalá no hubiese naciones ni banderas, todos seríamos felices, porque no habría motivos para pelear. Solo habría paz, porque todos seríamos uno.


Noticias de interés


Cuando era pequeña, allá por el 1980, recuerdo los telediarios llenos de información acerca de guerras, conflictos sociales, hambre.. El mundo se presentaba hostil en esa pequeña pantalla, que se colaba en todas las casas. Las imágenes eran tremendamente violentas, no había ni censura ni control. Cualquier niño a la hora de comer, podía ver a niños cruelmente asesinados tumbados y apilados en el suelo. Pero nadie le prohibía ver a los niños el telediario, porque era la realidad, y debíamos ser conscientes de ello. 

Durante la "Belle epoque" del siglo XXI, las noticias sobre guerras, violencia, conflictos, hambre y enfermedades, fueron difuminándose hasta quedar en lo anecdótico. Y yo me preguntaba, si es que de repente, se había acabado. Pero no era así, la situación no solo no era mejor, si no que era aún peor, pero no era del interés de nuestro gobierno, que fuéramos conscientes, de hasta que punto, España estaba involucrada, en guerras injustas, en negocios que empobrecían y enfermaban a niños, de países no tan lejanos como se nos daba a entender.

Mientras todo el mundo hablaba del cotilleo de los famosos, y de los goles de los futbolistas, cientos de personas moría diariamente por nuestra culpa, por nuestra dejadez. Quizá no somos conscientes, pero cuando consumíamos compulsivamente como locos, productos a precios ridículos, estábamos cavando las tumbas de muchos, y ahora, estamos llenando nuestros cementerios, de personas que han perdido la fe y la esperanza.

Que fácil resultaba mirar desde arriba, pensando que nunca se volvería a estar abajo, que fácil fue olvidar que hay millones de personas que sufren a diario mientras vivíamos como reyes sin corona.

Ahora, las guerras han vuelto a la televisión, parece como si una tormenta llamada crisis nos las hubiera devuelto. Pero en realidad nunca se fueron. 

Todas las guerra, son para defender los intereses de unos pocos, mediante el intercambio de vidas humanas. Pero la ambición no se conforma con el asesinato de inocentes, si no que mutila mentes, destruye culturas, y arranca de raíz todo aquello que nos pueda hacer recordar, lo absurda he inútil que es una guerra. 

Algunos hablan de que existían guerras santas, y que algunos aún utilizan la religión para enfrentarse. Pero la verdad es mucho más cruel que todo eso, ninguna guerra fue ordenada por ningún dios, ni fue en su defensa. Todas fueron provocadas, para defender una oligarquía mafiosa, que se ocultaba detrás de un libro sagrado, y un disfraz de santidad. Católicos, musulmanes, judíos, cristianos..., no pelearon y murieron por su fe, aunque muchos estaban convencidos de ello. Mataron por defender la oligarquía, el absolutismo, y por extensión, la miseria, el hambre y la esclavitud de sus propios pueblos.

Ningún soldado quiere luchar, lo hace para huir del hambre y de la vergüenza. Ninguna guerra es para defenderse de un enemigo, pues si el que gobierna un país lo hace con sabiduría, nunca llevaría al desastre a su pueblo. 

Las guerras solo demuestran lo poco que vale la vida humana para un gobierno, que juega con nosotros como si fuéramos peones en un tablero de ajedrez.



Ciudad tóxica

Algunos pensarán que estoy exagerando, pero en absoluto. Vivo en uno de los pulmones de la comunidad de Madrid. Un pueblo grande, que cuenta con más parques y zonas verdes que ningún otro. Donde la mayoría de sus ciudadanos practicamos deporte con asiduidad, y donde más se ve circulando por las calles con bicicleta. Pero aún con todo esto, desde hace unos meses el aire que normalmente, a pesar de tener una gran zona industrial cerca, y vivir a 30 minutos de la capital de España, no olía a nada. Ahora huele a gasolina diésel. Y es que nuestro gobierno se a dedicado a promocionar por interés de al UE, el combustible diésel. Se a dedicado a subir el precio del transporte público, y a comunicar peor las zonas donde más transito de personas hay. Y de esta forma, obligar a los ciudadanos a tomar el vehículo, para tardar 15 minutos en coche, y no 90 minutos en transporte público.

El diésel no es el combustible ecológico, si no el combustible tóxico, es el que más contamina y perjudica la salud. La comunidad de Madrid, y su amplio personal de gobierno, siempre considera iniciativas que perjudican a la pequeña y mediana empresa, y al transporte de mercancías. Decidiendo cosas tan absurdas como permitir que pasen unos vehículos y otros no, a la capital, o bien multándolos por aparcar o por pasar por calles, históricamente comerciales. El caso, es que no he oído por ningún lado, que los políticos se comprometan con la ciudadanía a ir a trabajar en bus. Una ruta que transportase a los cientos de funcionarios que trabajan en la capital, no solo nos ahorraría cientos de millones de euros en taxis, coches privados, y pagas extras de transporte. Si no que nos daría salud a todos. 

Yo no soy Doctora en medicina, ni alergologa, ni nada que se le parezca. Pero creo que ninguno de mis antepasados sufrieron problemas respiratorios o de alergia, a pesar de que se dedicaban algunos a fumar como carreteros. Pero claro, en aquellas épocas, el aire era limpio, y el tabaco era tabaco, no una mezcla de productos químicos que solo ayudan a crear adictos y enfermos de pulmón. Así que puede ser, que las alergias, los problemas de piel, lo problemas pulmonares, los desmayos y perdidas repentinas de memoria, y muchos más síntomas que escucho decir a mis vecinos, y que antes no he oído tan a menudo, puede ser, que sean debido a esta intoxicación que estamos sufriendo desde hace unos 4 meses de forma brutal en la comunidad de Madrid. 

Y es que, los mal pensados que creen que en una guerra existen armas biológicas que pueden acabar con la población, no sospecharían jamás, que la mayoría de los medicamentos que se toman, no los tomarían, si los gobernantes se preocuparan más por la salud pública, y no por sus sueldos. Porque pagar por contaminar, sale muy rentable, sobre todo, si luego le vendemos al estado el medicamento milagroso, que palia los efectos de dicha enfermedad. 

En definitiva, que para qué buscar soluciones, si es más rentable una sociedad enferma física y psicológicamente. Pero es más rentable para quién, porque para la industria, para las empresas en general, las bajas son la mayor fuente de pérdidas. Las enfermedades son un retroceso social, y solo demuestran un declive de nuestra civilización. Si vamos a hacia una sociedad vieja, poco productiva y enferma, entonces, no vamos hacia ninguna parte. 

La guerra encubierta

España está en guerra. Esta guerra encubierta que dio comienzo en el 2008, cuando los fondos FEDER dejaron de mantener las fortunas de la oligarquía española.
Esta guerra encubierta, se mantenía como un partido de tenis, pasando la pelota desde los dos partidos que se van turnando, como propuso Cánovas del Castillo, allá por el 1875, cuando avisaba, con una frase célebre aquello de que "El poder corrompe".
Así pues la llamada izquierda, o rojos, llamados así por las butacas donde se sentaban, antiguamente en el parlamento, y los de derechas, o azules que se sentaban justo, en las de dicho color en frente. Son los que siguiendo el consejo de presidente del consejo de ministros (en el siglo XIX), favorable al esclavismo, y contrario a la libertad de cátedra, se han ido turnando el poder y el destino del país.
Cánovas, propuso la invención de un partido liberal, es decir, una parte del partido conservador, se haría pasar por liberales, para dar la impresión al pueblo de cierto aperturismo. Y así calmar los ánimos del populacho. Algo tan retorcido y conspiranoico, sería absurdo extrapolarlo diciendo que el PSOE, está formado por miembros de la misma ideología que el PP, pero que su discurso es algo más aperturista solo para hacer creer a la ciudadanía que existe una opción política diferente, y que la democracia está presente.
Lamentablemente, las últimas noticias sobre política en España tienen titulares como el que sigue:
Sosa Wagner: "La coalición entre PP y PSOE ya se está dando"
Extraído de: http://www.libertaddigital.com/espana/2014-05-14/sosa-wagner-la-coalicion-entre-pp-y-psoe-a-se-esta-dando-1276518511/
Así que aquellos mal pensados que siempre tuvieron la sospecha de que lo que dijo Cánovas era lo que se hacía realmente en la política española, comenzaron a tener razón.
Pero no hay dos sin tres, y aparece en este partido de tenis, un tercero en discordia, que se llama PODEMOS. Que es acusado de todo, y criticado por todo, y eso que aún ni siquiera es concejal de un pueblo. Es caso es que el acoso a este partido desde los dos popes de la política es brutal. Y la ley de "Calumnia que algo queda", se impone a degüello.

Una vergüenza que deja más en ridículo a aquellos que son de un color rojo o de color azul. Y vito lo visto, la bandera española va a terminar siendo de color gris, de tanta insensatez, inmadurez, incultura, corrupción, etc. Que muestran los políticos y demás familia que sale en los medios de comunicación.
Todo esto causa un malestar y una inquietud en la ciudadanía desmedida. Una incertidumbre que hace revolver las tripas a cualquiera. ¿Acaso tiene el pueblo la culpa de tener tales gobernantes?. Yo diría que no, ya que es España vaya uno a votar o no, las listas son cerradas, es decir, no tienes ni idea a quien votas. Es como comprarse un pack en el supermercado sin saber lo que lleva dentro.
La ley de transparencia, y demás cosas absurdas que publicitan los políticos, no sé si se refiere a la ropa interior, porque transparencia aquí poca. Más bien es; sabes lo que te digo, y te lo digo al revés, por si acaso lees entre líneas.
Yo espero con inquietud, a ver si me sorprende estos gobernantes de sueldo hinchado, y se ponen a trabajar de una vez. Que yo creo que si todos los políticos, funcionarios, etc, que pagamos los españoles con sueldos de entre 2.000-10.000€ mensuales, y tiro por lo bajo. Se ponen a trabajar, en lo que se supone que es su labor, y por la que cobran el sueldo, el paro, la corrupción, y todos los problemas sociales y económicos de España se acabaría. Pero tengo poca esperanza, porque si se la política es la misma desde el siglo XIX, no creo que se animen a trabajar tan fácilmente.

Aquí os dejo un enlace para leer sobre las críticas al partido PODEMOS, la verdad, es que leyendo lo que dicen los políticos y luego los comentarios de los internautas al final sale una sonrisa. Por mucho que nos cuente cuentos, lo que es parodia sigue siéndolo. 
¡Ay Valle-Inclán!, cuanto se te echa de menos. 
http://www.elperiodico.com/es/noticias/politica/nueva-formacion-podemos-llueven-las-criticas-3283847


El empresario psicópata

Las empresas son como aquellos que las manejan. La mayoría de las multinacionales, han conseguido su poder y sus grandes beneficios, a costa de; guerras, conflictos y esclavitud en países pobres. Se aprovechan de gobiernos fáciles de corromper para comprar expropiar recursos naturales a bajo precio, o para esclavizar a los ciudadanos.

En un documental llamado "Una mosca en una botella de coca cola", se habla de como nos distorsionan la información de forma, que no tenemos ni la más mínima idea de que es la realidad. Si las personas que viven en un país, no son conscientes de lo que pasa en él, como lo van a ser los que viene de fuera.

Hace unos años, yo procuraba no hablar con nada más que personas muy allegadas a mi, de política y de economía. Por que si en algún momento se me ocurría solo decir, que el precio de los pisos era desorbitado, que las hipotecas a 30 años eran una locura. Que comprar un coche de 30.000€ y una casa de 250.000€ sin tener un trabajo estable, y con un sueldo de entre 1200 y 1500€ al mes, era una autentica barbaridad. Cuando decía que uno no se puede ir a vivir al campo, a más de 1 hora de carretera del trabajo, etc, etc... Cuando no me creía todas las mentiras de los políticos, yo era más o menos, que una gilipollas que no sabía de lo que hablaba. Ahora, la mayoría de la gente repite como un loro, todo lo que yo ya sabía. Y no es que yo sea más lista, es que simplemente, miro a mi alrededor, y no me cuadran las cosas.

Pero la mayoría de las personas en este planeta no quieren ver lo que tienen a su alrededor, y así nos va a todos.

Simplemente escuchando 10 min. de televisión, me empiezo a cabrear yo sola, y eso no es casualidad, es cómo tratan cualquier tema. Da igual que sea el precio del pan, o la corrupción política. Y eso es lo que me hacer reflexionar, a mi ya me es indiferente la política y la forma que tienen las empresas privadas de controlar hasta que papel higiénico gastamos. A mi lo que me preocupa es la salud mental de los ciudadanos, vamos hacia una autodestrucción masiva inevitable. Alguien dirá, que digo una estupidez, y puede ser. Pero estamos destruyendo nuestro entorno natural y social, tan rápido, que ni nos preocupa que miles de personas, se pasen la vida del trabajo a casa, y de casa al trabajo. Que los niños prefieran jugar con una máquina a jugar con sus padres, con sus amigos o con una mascota. Que compremos ocio, y que no sepamos divertirnos ni ser felices, si no pagamos por algo.

Que trabajar en un huerto para consumir productos naturales fruto de nuestro trabajo, es una pérdida de tiempo, y que comprar productos capaces de provocaros infarto, como ocurre si bebemos demasiadas bebidas energéticas, es algo mucho más social y acertado. Es como cuando los jóvenes que no fumaban en los años 50, eran unos paletos afeminados, y todo porque no seguían la moda cancerígena de inhalar humo tóxico por la boca.

Las grandes empresas está dirigidas por psicópatas a los que les importa muy poco la salud y el bienestar de sus clientes, pero sus clientes son unos borregos que muy poco les importa su propio bienestar. Solo quieren emborracharse de mentiras, para no mirar lo que realmente ocurre justo a su lado, en su propia casa, y en su propio corazón.



El Valor del dinero



El dinero nunca ha tenido valor, y nunca lo tendrá. Es una moneda de cambio, que sirve para intercambiar trabajo, nada más. Son los empresarios, disfrazados de gobernantes, los que han dado valor a algo tan vulgar y tan voluble. Se han inventado un sofisticado sistema financiero, para manejar a las masas a su antojo, y decir lo que es bueno y lo que no. Lo que debemos hacer y lo que no. Una falsa moral, una falsa ética, y un falso bienestar que apoya a cuatro familias adineradas, con ningún escrúpulo. ¿Qué es la bolsa?, ¿qué es el IVA? ¿qué son las tasas por aduana?¿qué es el producto interior bruto?, etc, etc. Nuestro sistema financiero, nuestra forma de comerciar, es una estafa, que solo sirve para manipular la conducta y tener al pueblo aborregado, y en una falsa sensación de paz y bienestar.

Muy a contrario de lo que la mayoría de las personas creen, las guerras, no son consecuencia de un malestar social, si no son la razón de la defensa de un sistema financiero que viene desde el lejano imperio romano. Es una forma de controlar a los esclavos del imperio, sea cual sea el emperador de turno.

¿Por qué todos los gobiernos, ricos y pobres, siguen estas leyes?. Fácil, porque todo gobernante llega a serlo si firma el contrato de las reglas del juego. Que son simples, abusa, roba, mata y todo por dinero. No creo que haya muchos gobernantes pobres, por muy miserable que sea su país. Por mucho hambre que sufran sus ciudadanos, siempre el presidente vive en la más lujosa y protegida casa de la nación. Y esto, es el símbolo del poder, del dinero, y de la más ruin avaricia de los gobernantes.

Pero la pregunta es, ¿podemos vivir sin dinero?. Yo estoy totalmente segura, de que no solo podemos vivir, sin dinero, sino que ya lo hacemos, pero no somos conscientes. Otra cosa, es que les venga bien a los gobiernos, que nos deshagamos del dinero en un plumazo. Así que toda iniciativa, en contra del dinero, o que no utiliza los métodos económicos actuales, es terrorismo en potencia.

¿Cómo nos deshacemos del dinero?. Simplemente, razonando cuantas veces lo usamos al día, y cuantas no. Como podemos comerciar, sin necesidad de usar el dinero. Hay mil formas, de no usar la moneda para sobrevivir. Y eso se explica, porque la moneda, es algo que se usa, como cuando los niños se intercambian chapas, canicas o cromos. Solo tienen el valor, que cada individuo le da. Y por supuesto, puedes ganar más canicas con apuestas, y puedes perderlas todas si se te rompe la bolsa. Así de estúpido es el dinero.

Cada día, son más las personas que de forma inconsciente, huimos del dinero. No queremos pagar servicios dos veces, por ejemplo, si entro en una página web con publicidad, me niego en pagar por ser usuario, o simplemente registrarme como tal. Ya que mis datos de usuario, se venden a grandes empresas, que me querrán vender algo, que ellos quieren que necesite, pero que yo sé positivamente que no sirve para nada.

Me imagino a la mujer de aquel que inventó el martillo, le diría: “pero hombre, quién va a querer un martillo, si todo el mundo usa una piedra para clavar los clavos”. Y ahora, ya no vemos una piedra, si no salimos al campo. El martillo, tiene su utilidad, como una tableta electrónica, o un móvil, pero es fácilmente sustituible por algo más barato, y muy a menudo, lo podemos tener gratis. Y así con todo.

Tengo la esperanza, de que seamos conscientes de lo inútil que es el dinero, antes de que nos empiecen a vender piedras de granito a precio de oro, diciendo que son mejores que martillos.


Las verdades a medias

Si hay algo que tengo claro, es que nadie está en posesión de la verdad, y que no hay verdades absolutas. Por esa razón, siempre que oigo a alguien defender con empeño y brutalidad una posición. Decido pensar en la opuesta. Sinceramente me parece que el radicalismo emana de una falta de cultura y de una falta de interés por el aprender, sin igual. 
Hoy en día todo son radicalismos, hasta las tonterías más absolutas tienen sus radicales. Pero este radicalismo, no es fruto de una estupidez propia del individuo. Sino que es procesada y alimentada, desde la educación más temprana. Aún recuerdo, como de niños se decía en mi clase que no nos habláramos con los de la clase de al lado, que eran malos y vagos. Un día, temerosa, tuve que entrar en la clase de al lado, y cual fue mi sorpresa, que lo que me encontré allí, no fueron seres extraños, ni malévolos, tampoco extraterrestres. Solo era niños, que no conocía, pero niños como lo era yo. 
Quizás superé el miedo en ese momento a lo que es salir, de la fuerza y la seguridad del grupo. Salí de mi clase, y me fui a la de al lado. Y para más inri me hice amigas de la otra clase, mientras que las niñas de mi clase, me miraban de lado en el recreo, porque hablaba con las pequeñas extrañas. 
Pues algo tan simple, es lo que hoy en día mueve las redes sociales, las opiniones, los gobiernos, la educación, la cultura, la sanidad... 
No hay paraísos en la tierra, ni tampoco infiernos. En nuestra mente se encuentra lo malo y lo bueno. Y nosotros tenemos el poder de cambiarlo. Pero tenemos que tener voluntad de hacerlo. 
Por eso, cada vez que alguien se empeña en demostrarme lo malo que es algo, yo me empeño en buscar el lado positivo. Para asegurarme por mi misma si es cierto, o no, lo que me dicen.
Hace poco oí una noticia que decían que se iba a exterminar un pequeño parásito causante de una enfermedad en el tercer mundo. Un naturalista, aseguró que no debía ser del todo bueno su exterminio. En mi opinión, es imposible exterminar absolutamente un parásito, pero si es posible tomar medidas higiénico sanitarias que permitan que no dañe a los seres humanos. ¿O es que tal vez, tenga que morir gente para que sobreviva un parásito, para que no se extinga el pobrecito?. ¿O por el contrario, hay que fumigar toda la selva arrasando animales y plantas para que no quede ni las cenizas del diñoso bichito?. 
Creo que vemos una parte muy pequeña de la realidad. Nos la sirven enlatada, triturada y en conserva. Así nos pasa, nos hemos olvidado de pensar igual que se olvida el masticar. 


La solución espontánea

Parece mentira lo que voy a contar, pero es algo real, en la sociedad española que vivo actualmente. 

No sé cuál fue el origen de esta actitud tan generalizada. Puede que la revolución industrial, y el ver que las máquinas sustituian el duro trabajo, por tiempo de espera. Ha hecho que muchas personas hayan olvidado totalmente que las cosas se consiguen por el fruto de un esfuerzo constante. Es decir, que estudiar el último día antes del examen, o hacer todo deprisa y corriendo antes de que venga el jefe, no sirve para nada. 


Es algo muy infantil, que me recuerda a cuando era niña y estaba haciendo alguna trastada y le decía a mí compañero o compañera de juego, "corre, corre que viene, recoge todo para que nos se entere". 


Pero independientemente de la edad, hay un montón de personas que les cuesta muchisimo entender que para obtener un buen resultado en algo, hay que trabajarlo todos los días. Que no es algo que me empeñe yo en decir, o que sea un mito, y que realmente se pueda hacer más rápido y mejor. No, hay que dedicarle un tiempo y una dedicación a todo.
No estoy dehacuerdo, para nada, en estar horas y horas con la cabeza entre los libros, o dejandote la piel en horas extras. Lo que creo, es que todos los dias un poco y variado, es la forma idonea de conseguir el equilibrio.


Un ejemplo fácil es el deporte. Si vas a correr un maratón, hay que ser muy torpe para ir a entrenar solo el día antes al gimnasio. Las razones son claras, el día de la maratón tendrás tales agujetas de la paliza que te has dado el día anterior, que es mejor dar una escusa mala y abandonar la carrera. Pero si todos los días, corres un poco, y vas aumentando la distancia recorrida, y la velocidad, al final observarás que dedicas menos tiempo a entrenar de lo que lo hacías al principio, y además obtienes mejores resultados en la carrera. Incluso, puede que la ganes.

A veces pienso, que como país estamos condenados a ir hacia ninguna parte, porque se pierden muy rápido los valores más importantes, fijándonos en modelos absurdos que lo único que hacen es desorientarnos en nuestro camino.
 

 
Los aburridisimos

Alguna vez han oído la expresión, "aburres a un muerto". Pues para mí "los aburridisimos", son seres; porque suelen considerarse así mismos por encima del resto de demás especies, que memorizan libros como computadoras. A posteriori, toman una pobre víctima  a la que le van a repetir todo lo que han leído, sin procesar nada; sin sacar conclusiones ni información relevante, y utilizando expresiones arcaicas y literarias. Y ahí se desfogan agusto, venga a decir palabras sin ningún sentido, ya que cuando se memoriza algo sin entender su porqué, suele ser nefasto. Es como ver un jardín de flores congeladas, todo parece hermoso, pero en realidad es naturaleza muerta. 
Lo peor de todo, es que es España, los aburridisimos, se consideran gente culta. De hecho, nos hacen sentir mal, a los que utilizamos lenguaje coloquial para comunicarnos, procurando que todo el mundo nos entienda. También, parece ser aberrante, dentro de la cultura española, el no tener memorizado todo. Cuando se nos olvida algo es como "que ignorante, mira que no saber eso". 
Hoy en día, se está dando el milagro, de que mucha gente olvide cosas irrelevantes porque las encuentra fácilmente en internet. Yo personalmente, me alegro de que la mayoría de la gente, prefiera acordarse de los dos apellidos de su mujer; madre, hermana, o incluso vecina, a recitar de memoria la lista de los reyes Godos. 
Yo no sé en que momento de la historia de la humanidad, aprenderse la cosas de memoria fue sinónimo de inteligencia. Y en qué momento utilizar palabras rimbombantes fuera de contexto, fuera sinónimo de gran intelecto. Supongo que la corte francesa de los discretos luises, en vez de bufones ponía a un aburridisimo de estos, y entretenía a los comensales con sus discursos interminables.  
Yo por mi parte, cuando veo que me pilla un aburridisimo, que en la carrera suelen ser la mayoría de los profesores; y por desgracia algún empollón que otro. Procuro desconectar mientras me habla, y pensar en otras cosas. Aunque piense justamente en algo referente a lo que me esta contando, evito escuchar realmente el penoso discurso. Es una técnica complicada, pero con el tiempo se consigue convivir sin bostezar en medio del monólogo y procuro no pensar, "¿dios mío, por qué tengo que perder horas de mi vida escuchando a este pelma?".  

EGO. ¿Quiero casarme conmigo?

No tengo nada en contra de los egocéntricos. Son personas en apariencia simpáticas, en apariencia atractivas, en apariencia cultas. Pero no rasques más porque solo hay eso, apariencia. 
Los egocéntricos tienen un gran carisma, han estado desde niños preparando su imagen social. Nadie pone en duda su buena fe, sus buenas maneras, su delicadeza en el trato. Todo un teatro, que no es más que simple imagen. 
Las profesiones que dedican gran parte de su trabajo cara al público son las que más egocéntricos tienen. Cantantes famosos, actores, políticos, son profesiones elegidas para poner el ego a 100. 
Pero el egocéntrico se cree tan perfecto, que cuando alguien duda de su perfección salta violentamente sobre esa persona, como un tigre sobre su presa. Esto explica las situaciones embarazosas de famosos con caras agresivas ante preguntas clave de algunos periodistas. 
Son capaces de leer una y mil veces las críticas, pero no para aprender de sus errores si no para evitar a toda costa que se ponga en duda su perfección.
Nuestra sociedad alimenta continuamente nuestro ego, ya que un egocéntrico amante de la perfección y de sí mismo es derrochador al máximo. La mejor colonia, el mejor traje, el mejor peinado, incluso si me dicen que tengo una nariz grande, me la pongo tipo Barbie. Todo con tal de ser perfecto. 
No se libran del super ego, los ilustrados catedráticos, doctores y demás eminencias. Aquellos a los que se les pregunta por qué un proyecto a sido un completo fracaso, o por qué se están invirtiendo miles de millones de euros en cosas que científicamente no tienen provecho alguno. 
Para mí el peor egocéntrico es aquel que piensa que lo sabe todo, y que carece de toda humildad. 
Hoy por hoy, las redes sociales son un caza egos. Es la droga más dura para un egocéntrico. Saber que lo que dices o lo que haces pueden saberlo al mismo tiempo millones de personas. El que tengas cientos o miles de seguidores o de amigos virtuales. Es algo orgásmico, más que el premio Nobel. Porque es algo continuo, he ilimitado. 
Pero como ya digo, al final el egocéntrico se termina descubriendo. Termina mostrando su fea cara, y su horrible alma. Esa que considera que sus seguidores son una pandilla de imbéciles aburridos, o que sus amigos del facebook son unos fracasados que ven su éxito con odio y envidia. 
De todas las personas con un gran ego que he conocido, ninguna es realmente feliz. Y son tan obsesivas consigo mismas que caen en enfermedades mentales como la depresión, la ansiedad, etc. Enfermedades que achacan a la imperfección de la escoria que les rodea, que no les valora lo suficiente o bien que simplemente les molesta su existencia imperfecta.  
Este tipo de personas incapaces de tener sentimientos por alguien, solo utiliza a los demás para obtener sus propósitos en la vida. Puede tener 10 hijos, pero no darles cariño nunca, eso sí, exigirles ser los mejores del mundo en todo. Y no dudará en gritarlos, maltratarlos, etc.
Son los hombres o mujeres de familia aparentemente perfecta, con tres o cuatro amantes. Y sin apenas relaciones sexuales con su cónyuge. 
Con el dinero y el poder se pueden comprar muchas cosas, cosas que el ego necesita. Así pues, esa posesión del EGO, hace que el egocéntrico sea capaz de mentir, robar y de todo, con tal de conseguir sus objetivos. 
El ego no es malo, la autoestima es muy importante, y siempre nos ha acompañado y debe seguir haciendolo. Pero la sociedad de consumo ve en el egocéntrico una bolsa llena de oro, y potencia hasta la enfermedad la necesidad de perfección y de ser mejor que los demás a cambio de unas monedas más. Es decir, nos venden no solo felicidad, también nos venden autoestima. Y es más, nos hacen creer que nuestra autoestima será mejor si vemos que los demás están por debajo. De esta forma vamos consumiendo productos más caros, siendo más ambiciosos y siendo más egocéntricos.
¿Una persona normal y sencilla puede convertirse en egocéntrica?. Pues hoy en día, tal y como está orquestada la feria del consumo, es muy normal. Acaso no hemos visto a alguien que no sabe ni usar un ratón de ordenador, con el último modelo de portatil táctil. 
Cuántas personas conocemos que no tienen vida social, y están todo el día hablando por las redes sociales, y opinando de todo.
Hay una cosa que es intocable, aunque alguno o alguna, no lo quiera reconocer. Y es el ego ligado al sexo. Amigos y amigas mías, han hablado conmigo sobre discusiones con sus parejas, y me han comentado como han llegado a esa discusión. Y la mayoría de las veces es porque se a tocado el botón que pone CUIDADO EGO. La mayoría de las veces, es porque no nos damos cuenta de que hemos dado donde no debíamos, pero si antes de hablar pensásemos, -esto puede afectar a su ego-, entonces tendríamos unas relaciones de pareja más sencillas.
Si hemos pulsado el botón EGO, entonces la cara de nuestra pareja se desdibuja, los ojos se encienden de rabia y la contestación a nuestra insensatez es rápida y brutal. En ese momento lo mejor es callar, y cuando veamos posibilidad, pedir perdón. 
Lamentablemente no hay una regla general, cada uno tenemos un botón diferente del EGO, así que nunca se sabe. Pero yo procuro no meterme en temas muy masculinos, ni dar una opinión tan siquiera no sea que salga escalda. Y por supuesto, mi pareja si se ha metido en temas muy femeninos como la menstruación o el parto, ha salido escaldado. 

Como conclusión saco que es mejor no hablar de algo si no se tiene suficientes conocimientos. El ego es algo muy importante que debemos cuidar, pero no alimentar hasta que esté tan gordo que sea inamovible. 






El poder del miedo


El miedo es un mecanismo de autodefensa. Es bueno sentir miedo, es algo natural. Nunca debemos avergonzarnos de sentir miedo. 

Una amiga hace poco me preguntó, por qué me gustaban las películas de terror, más que las películas románticas o los dramas. Y yo la contesté, porque se que lo que veo en las películas de terror es todo mentira y no le pasa a nadie, o es muy raro que pase. Pero lo que ocurre en los dramas, es muy probable que le haya masado a alguien, y a mi no me gusta sufrir viendo una película. Mientras que pasar miedo, es solo un rato, se te pasa y a veces incluso te ríes de lo que has visto en la peli. 


La vida real da mucho más miedo que ninguna película de terror. Saberse impotente ante las injusticias, saberse esclavo de la circunstancias, eso si da pavor. 


En España, el miedo es algo que te van imponiendo desde niño. La dictadura franquista no tenía distinción a la hora de matar y torturar a nadie. Simplemente podías resultar molesto ante la alineada y domesticada población fascista y eras aniquilado dando igual que tuvieras alguna ideología política o que simplemente fueras propietario de algo que un amigo del régimen deseaba para si. Así pues, durante años se me ha dicho que no hablara de política, que no comentara nada y que no dijera nada sobre nada con nadie. Vamos que en teoría decir las cuatro tonterías que pongo en este blog, en época franquista hubiese echo que me matarán y que toda mi familia quedase estigmatizada como roja. Siéndoles imposible encontrar trabajo, y si tenían un comercio, la gente no iría a compra a él. 



Mis padres como la mayoría de los españoles en los años 80 y 90, tenían un comercio. El horario comercial es de 9 a 14 y de 17 a 20 horas. Lo que les permitía comer en casa y echarse la siesta. Mientras que yo llegaba del colegio a las 17 horas, por tanto a penas podía ver a mi madre antes de ir a dormir. Así que aprovechaba siempre que podía para estar con ella, como todos los niños. Da la casualidad de que mi madre es fanática de las películas de terror. Nunca se perdía ninguna, así que por estar con ella mas tiempo, ella veía la película de terror y yo jugaba a su lado mientras evitaba mirar la tele. A veces miraba la cara de mi madre y sus gestos, a veces de asco, a veces de miedo, era gracioso. Una noche me dijo - puedes mirar, no pasa nada-. Yo la dije que me iba a dar miedo, pero ella me dijo - si todo esto es mentira, es como ver una película de risa.

Como a mi me han educado en el miedo, sé perfectamente reconocer la manipulación. 

Cuando un gobierno aprovecha el miedo a los ataques terroristas o el miedo a la caída económica, para ganar los votos de confianza de sus incautos ciudadanos. Cuando se violan los derechos de la ciudadanía, el derecho a la intimidad y a la libertad de expresión. Diciendo que es por nuestra seguridad, y al mismo tiempo se están ocultando cientos de denuncias de robos y de noticias de asesinatos, crímenes, suicidios, etc, para dar la sensación de que somos un país seguro, con una policía efectiva y con unos jueces que no permiten que salgan los delincuentes impunes a la calle. 

Todo un montón de mentiras, con el único propósito de tener una población aborregada y asustada. Con tanto miedo a hablar, a moverse y a expresarse, que nunca ponen en duda cualquier decisión gubernamental.

Yo personalmente, pongo todo en duda. Pongo en duda los debates políticos, las noticias con versiones totalmente diferentes de un mismo suceso, las manifestaciones de personas que no defiende nada más que intereses particulares y no colectivos. Pongo en duda los documentales de denuncia, que no dejan hablar a nadie, y que están orientados hacia una única opinión, utilizando ruidos y con movimientos de cámara dignos de la peor película de terror. 

Gracias a que mi madre me enseño que las películas de terror son solo una farsa. Intento controlar mis miedos, he intento percibir que es un peligro real, y que es solo una mentira orquestada para manipular mi voluntad. 

Como conclusión, creo que sentir miedo es bueno, pero dejar que el miedo domine tu vida, puede acabar ella.

Estrés emocional

Vivimos en una sociedad de estrés continuo. Si no lo tenemos nos lo provocamos para ser más productivos. Lo que es un error porque en realidad bajo estrés estamos más nerviosos y nuestro rendimiento mental es menor. Ya que no pensamos con claridad, pero si nos sentimos más activos, más alerta. Es decir, bajo estrés nos auto engañamos.
Cuando estamos estresados, compramos compulsivamente  tenemos relaciones sexuales compulsivamente, comemos compulsivamente, etc. Es decir, nos convertimos en sujetos mecanizados que más que pensar actúan.
Pero obviamente, estando estresados, no podemos ser felices, ya que es todo lo contrario a la felicidad, que se baja es un disfrute la propia vida y de lo que ella nos aporta. Al carecer de la sensación de felicidad, realizamos más tareas o actividades compulsivas, buscando la felicidad perdida. 
Pero no nos engañemos pensando que el estrés es algo achacado al trabajo. Eso no es cierto. Por suerte de niña podía contemplar a los hombres y mujeres del campo, como trabajan duro desde que salía es sol, hasta que este se ponía. y no sufrían de estrés nunca. Nunca va por el campo alguien agobiado porque las higos aún no habían madurado, y había que ir preparando los higos secos para la navidad. La filosofía del campo, les permite aceptar que todo tiene su tiempo  su ritmo, y que los seres vivos bailamos al mismo son y a la mismo ritmo que la naturaleza y el resto de seres vivos. Conviviendo con estos y aceptando las normas universales.
Entonces, porque vivimos los urbanitas en constante estado de estrés.  Esto es muy simple. Si estamos estresados somos más rentables, porque no vemos los problemas reales y nos centramos en consumir más. Dejamos a un lado cosas más sencillas pero más importantes para nuestra supervivencia y nuestra felicidad, y priorizamos cosas livianas que no nos dan ninguna satisfacción real, pero que creemos, o nos han hecho creer, que van a paliar nuestro estrés  y nos van a hacer felices. 
Por ejemplo, nos compramos un ordenador, aparato electrónico, lo que sea. Ultimo modelo, con toda clase de aplicaciones utilidades y demás. Si nos paramos a ver el objeto de nuestro deseo consumista, y nos preguntamos para que lo vamos a utilizar, y porqué lo queremos. Veremos que no necesitamos en absoluto, lo que ocurre es que pensamos que si lo tenemos acabaremos con nuestra sensación de estrés.
Pero el estrés es difícil de eliminarlo, cuando es inducido constantemente sobre nosotros. 
Los seres humanos tenemos la cualidad de tener simpatía por el prójimo, es decir, de poder sentir lo que otro siente, como si nos pasase a nosotros. Es algo que en numerosos medios de comunicación se utiliza para que la gente quede enganchada a noticias, series, etc. Y esa simpatía, puede producirnos desde sensibilización hacía sucesos históricos hasta malestar hacía sucesos cotidianos. 
Si por ejemplo, se nos produce un estado de alarma constante, nuestro cerebro acabará sufriendo un estrés emocional. Lo que producirá depresión, malestar y al final un desanimo y una desconfianza generalizada. 
Esto para los seres humanos es algo muy negativo, nos hace que no progresemos como especie y que nos atrofiemos. Pero comercialmente, es importante, estamos aborregados, inutilizados mentalmente, y sobre todo infelices. 

Hay que ser consciente, que ningún ser vivo necesita del estrés para sobrevivir.

Es obvio que yo no tengo la solución para esto. Pero sí creo que puede ayudar a quitarnos el estrés  hacer justo lo contrario de lo que se nos impone para provocarlo. Es decir, relacionarnos más como seres humanos, pero sin utilizar ninguno de los medios actuales. Me refiero a que dejemos el reloj, el coche, la radio, el ordenador, etc. Vayamonos al campo y sin leer nada más que un buen libro y disfrutando de la compañía inmejorable de la naturaleza y de los seres humanos, nos reencontremos de forma gratuita con la propia vida. 

Ataque televisivo

Es una pena que muy pocas veces me sienta identificada con los personajes que salen en lo debates televisivos. Es como si se empeñasen en presentar la sociedad española algo esperpéntico y absurdo. Como si fuéramos un conjunto de incultos e ineptos que hay que orientar al abismo,  ya que no tenemos capacidad, ni de crítica, ni de opinión. Que lejos está eso de la realidad social del país. Cada vez más españoles se preocupan por la sociedad y cada vez se ven más implicados en la misma. Sin embargo la televisión sigue resultando un circo lleno de mentiras orientadas a sentirnos solos he indefensos  Se nos muestra como la corrupción no tiene freno, como los presos de delitos graves salen a los pocos meses de la cárcel. Vamos que nos acojonan adrede. 

Lo peor de la televisión es el ataque televisivo, esos interminables debates que no van a ninguna parte, salvo la perdida del precioso tiempo del espectador, y su atontamiento. 
Da exactamente igual de que se debata, se trata con más pasión he "interés periodístico" , los problemas de una familia de famosos, que los problemas del gobierno actual. Una tomadura de pelo, que parece que en este país de toros y fútbol ha estado dando resultado durante décadas. Pero gracias a Dios, ya no funciona, la gente desconfía cada vez más del periodismo televisivo, de los charlatanes que salen defendiendo nada, porque las posturas que se suponen defender, no se sustentan en nada más que aire. Pero eso si, que no falten los gritos y las descalificaciones en los debates, porque si no, para que se hacen. Luego todos se van a tomar unas cañas juntos, y se dan golpecitos en el hombro felicitándose los unos a los otros, la estupenda actuación. Es lo que se llama la parodia nacional. Tan antiguo y tan español como los libros de Cervantes o de Quevedo. 

De vez en cuando, invitan a estos programas a gente honrada  a la que no dejan hablar, manipulan su discurso, y lo distorsionan. Vamos que les plantan de payasos, y si se les ocurre cabrearse y mandarlos a tomar por saco en directo, aparecen en el zaping de todas las cadenas como si fueran los pocos honrados como impresentables, "viva España y olé". 

La mayoría de los espectadores, nos quedamos mirando el panorama pensando, ¿y esto de qué va?. Y es lógico, porque nosotros solo estamos viendo el espectáculo, no somos ni toro ni torero. Pero algunos nos cabreamos cuando nos damos cuenta de que todo es una fachada absurda para embrutecer, desorientar y atontar al espectador. ¿Pero como es posible que piensen que nos vamos a tragar todas estas mentiras?. Estos reportajes distorsionados, que nos dan a entender que están desenmascarando algo, cuando lo que hacen es ocultar algo aún más gordo. Vamos, que nos toman por idiotas. 

Ayer leí en la primera página de una revista, un escrito, tipo cartas al director, pero sin firma del autor (curioso). Más o menos decía indignado, que no todo el mundo tiene derecho a opinar, y que el que la televisión sea una basura es culpa de las redes sociales. Yo le diría a este buen hombre, o mujer, que no se que profesión tiene, ni nada, porque no pone quién es. Que la libertad de expresión consiste en eso, en decir cada uno lo que cree oportuno, y a mí no me molesta oír opiniones que no tienen nada que ver con la mía, es más, me sirven para reflexionar sobre mis ideas, lo cual valoro y considero positivo. Y la televisión ha sido una basura siempre. No recuerdo un telediario en mi vida, en el que la periodista no aparezca maquilladísima, arregladísima y sonriendo  Da igual que hable de guerra, de miseria, de hambre o del último estreno en las pantallas de cine, su cara es de cera, totalmente inexpresiva. 

Está claro que ver la televisión puede perjudicar seriamente la salud. De momento me quedo con un solo programa de misterio, con las películas en blanco y negro y algún que otro documental. Y poco más de momento, no sea que termine defendiendo los derechos de los que me los quitan a mí. 


La sombra del estudiante

Hoy es un día más de huelga en la educación pública, y todos los estudiantes nos preguntamos por qué no están funcionando las protestas estudiantiles. Por qué no se nos escucha, cuando somos el fundamento y la razón de la existencia de los centros educativos. 
Hay una razón para todo, y en esta ocasión los estudiantes no queremos verla ni creerla, porque es tan ruin, que es mejor pensar que no es verdad. La mayoría del profesorado, y de la administración de los centros educativos están a favor de la subida de las tasas a los estudiantes. Aún sabiendo que provocará una educación clasista y dejará a un lado a la gente más humilde de los estudios. Solo el que pueda permitirse estudiar, podrá hacerlo, pero esto no es casualidad. Afirmo tajante esto, porque me consta de que se les ha prometido, que más bien, se les ha engañado. Diciendo que no perderán los docentes y actual personal de centros educativos, sus condiciones laborales, a pesar de la reforma. A cambio, de su silencio, y apoyo bajo cuerda, a la subida de tasas. Pero no se dan cuenta, de que la promesa no se puede cumplir, una vez privatizada la educación, todos aquellos docentes vendidos al poder central, pasarán a ser número eliminable y suplantable, y además, la batalla estará perdida, porque los estudiantes que queden en la universidad estarán tan aborregados, que será imposible que se manifieste o protesten. Sobre todo, después de que sus protestas, las que ahora se llevan en las calles, no serán escuchadas por nadie. Por que los docentes y la administración, no les apoya,  si no que más bien les boikotea. Y es que un profesor, puede ir en cabeza de toda manifestación, y por detrás firmar documentos que afirman que el estudiante cuesta anualmente a la universidad unos 2000€. Cosa que se fundamenta, en que cada docente catedrático o doctor, cuesta al mes más de los 2000€, y a pesar de que los alumnos, no reciban más de 6 horas de clase a la semana (teóricas, que solo gastan silla y tiza), el precio de hora del profesor es muy elevado. Así verá el lector, que solo para no bajar el sueldo de algunos (encima malos educadores en la mayoría de los casos) se suben las tasas de otros, y la educación se reserva para minorías. Y esta es la auténtica verdad de lo que está pasando hoy por hoy en España. Y los docentes que no están de acuerdo, no tienen más remedio que callar, porque los que cobran más, suelen ser los que tiene más poder, y por tanto, aunque no te puedan despedir, si pueden hacerte la vida muy difícil, hasta que decidas irte tu solo. 

Desde hace más de 10 años vengo oyendo aquello de que las universidades españolas están entre las 200 mejores universidades del mundo. Y esto, como todo, depende del punto de vista con el que se mire. Por ejemplo, si un país con pocos recursos económicos, tuviese sus universidades entre las 200 mejores del mundo, sería un logro para el país y para todos aquellos que luchasen día a día para que con escasísimos recursos, para que sus universidades fueran consideradas entre las mejores. Pero en el caso de España es una vergüenza decir que estamos entre las 200 mejores, porque a lo mejor estamos entre las 200 peores. Ya que con los miles de billones de euros invertidos en universidades españolas, y perteneciendo teóricamente a uno de esos países privilegiados del primer mundo, y dentro del mercado común, la unión europea, etc, etc. Resulta que tenemos un suspenso en educación. Por ejemplo, ¿cómo es posible que algunas universidades se consideren campus de excelencia?. ¿Acaso campus de excelencia se le da a universidades con grandes infraestructuras pero con escasos resultados educativos?. Yo me pregunto que a lo mejor se ha perdido un poco el rumbo de lo que es la docencia y la educación. 
Hay que recordar a algunos, que en la antigua Grecia un profesor no se sentía avergonzado por dar sus clases a los alumnos en pleno campo, y escribiendo en la arena del suelo utilizando un palo. Pero sí se avergonzaría de saber que uno de sus alumnos no hubiese aprovechado el tiempo dedicado a su aprendizaje, porque el profesor no hubiese sabido transmitirle sus conocimientos, o hacerles sentir a sus oyentes el entusiasmo necesario para un buen aprendizaje. 
Ya que el dinero que se invierte en educación es dinero de todos los ciudadanos, es de ley que se revise si realmente se está aprovechando ese dinero en la educación, o si se utiliza para llenar bolsillos, y resaltar los curriculums de algunos que se llaman educadores, pero que realmente podríamos denominar sin vergüenzas  Cuanta gente joven con ganas de enseñar y de transmitir sus conocimientos, están en el paro, mientras que miles de gandules llenan los despachos de las universidades españolas

Me pregunto porque la universidad pública en vez de intentar ser productiva y de administrar correctamente el dinero que se invierte en educación. En vez de aumentar el sacrificio de viajes, congresos y cenas, en pos de una educación para todos. Y en lugar de reducir gastos realmente innecesarios  lo que ha hecho es aumentar las tasas a los estudiantes. Creo que muchos profesionales de la educación han perdido el norte, o no saben que es trabajar para una universidad. Solo miran sus intereses personales y académicos. Perdiendo totalmente el sentido de para que sirve la universidad. Han convertido las universidades en las prostitutas de algunos académicos que solo saben sacar dinero público para su lucro personal. 

La educación española

La educación española es clasista desde su origen. Desde el momento en que existen tres tipos de centros educacionales; público, privado y concertado (ni una cosa ni otra). Se divide a los estudiantes en función de su posición económica y de su estatus social. ¿Si la educación es igual para todos?¿Por qué en unos centros es mejor que en otra?.

Todo el mundo quiere tener una buena educación y quiere que sus hijos la reciban, pero tendría que darnos igual el centro, siempre y cuando el gobierno, y todas las redes de las que dispone para garantizar una buena educación, se cumplieran. Pero, no es así. Los colegios privados parecen tener más paciencia a la hora de ensañar a sus alumnos. Mayor dedicación y mayor preocupación por el alumnado. Mientras que en los públicos, se impone la ley del más fuerte, o del más rápido en buscar apoyos fuera del colegio, como academias, etc. Hablo de colegios, pero pasa exactamente igual en institutos y universidades.

Desde luego, los mejores profesores no están en los centros privados, ni tampoco en los públicos, hay de todo en todos ellos. La única diferencia es la posición y libertad de los docentes, a dar mejor o peor las clases. Es decir, fuera de la profesionalidad del docente, existe una falta total de responsabilidad por parte de los centros públicos. De que los alumnos aprendan. El que un alumno supere un examen, no implica que haya aprendido. Pero si en un centro privado, se considera importante que no queden lagunas de aprendizaje, en un centro público lo que se recomienda a los padres y a los alumnos es a buscarse clases de apoyo. ¿Clases de apoyo? Reconocen los profesores de tal forma su fracaso como educadores que directamente te mandan a buscarte la vida fuera del centro, increíble.

En resumen, diríamos que cuando uno estudia en centros públicos, aprende a buscarse la vida, mientras que si estudia en centros privados, aprende a labrarse un futuro profesional. Y de aquí surgen los problemas sociales. Los alumnos de colegios públicos no tienen las mismas posibilidades, porque ya se las han cortado de raíz durante sus estudios, los propios educadores. Mientras que en los colegios privados se esfuerzan en que todos los estudiantes tengan un gran nivel de aprendizaje y de conocimientos, que puedan poner en práctica los alumnos con rapidez. En un centro público, te entorpecen más que te benefician, ya que no dejan lugar a creatividad, ni a pensamiento liberal. Te coaccionan para que memorices cosas inútiles que al poco olvidaras, facilitando tu incorporación a la empresa como esclavo desde el primer día. Hay cada vez menos casos de mentes brillantes, que con una educación puramente pública, que hayan llegado lejos en sus carreras profesionales, y para mí, el sistema educativo de los últimos 70 años es el problema. Hay que reconocerlo, eran más inteligentes algunos analfabetos de principios del siglo XX que algunos doctorados del siglo XXI.

¿Quiénes son los culpables del fracaso escolar? Yo aquí repartiría de forma uniforme las responsabilidades. Desde el ministro de educación, que no tiene ni idea de hacer su trabajo, ni empeño le pone, hasta el alumno que se duerme en clase y no es capaz de decirle un día a sus padres “papa, mamá, aprendo más jugando a la consola que en las clases del colegio”. Todos tenemos un poco de culpa. Los niños están en su proceso de aprendizaje, y debemos aprovechar ese momento, motivándolos cada día, cada minuto y cada segundo. No dejándolos dormirse sentados en el pupitre.

No se puede tolerar nunca que un número elevado de alumnos suspenda, o se aburra en las clases. Los educadores son los guardianes del alumnado y deben velar porque estos aprendan de forma rápida y eficaz día tras día. Si hay un fracaso, y no se ha podido evitar, probablemente lo que ha faltado en una comunicación eficaz entre el alumno y sus profesores. Y aunque el alumno debe acostumbrarse a decir lo que le ocurre, el profesor está obligado a preguntar y a insistir constantemente en el aprendizaje de cada uno de los alumnos que tenga. Y el número de alumnos no es una excusa, un buen profesional de la educación, sabe tratar igual a 20 alumnos que a 150, para eso hay medios suficientes al alcance de los educadores.

¿Existen métodos más eficaces que no se están aplicando? Por supuesto los educadores se adaptan a las nuevas tecnologías en función de sus capacidades. Pero hoy por hoy, aún existen muy buenos profesores que utilizan un ábaco para enseñar aritmética a sus alumnos. Lo que quiere decir, es que no por tener el último modelo de enseñanza informatizada, se es mejor profesor. Pero si se mejora la enseñanza, si el profesor día a día va a aprendiendo como enseñar a cada estudiante y no utilizar en mismo método para cientos de estudiantes. Y no digo nada que no sea posible, otra cosa es que los profesores estén preparados para esto. Que quizá es el problema real. Tenemos docentes, que no son docentes ni de profesión (no han estudiado docencia) ni de vocación (están ahí porque no había nada mejor).

¿Es todo válido a la hora de educar? Es obvio que no. Los gritos, el maltrato psicológico al estudiante, el no dar toda la información a este para pueda aprender adecuadamente, etc. Debería estar penado con la expulsión inmediata del profesor como docente, sin posibilidad de que pueda volver a ejercer en ninguna parte. No como he visto yo cuando era niña, que un profesor abofeteo a un alumno sin más, y no tuvieron represalias con el profesor, aunque si con el alumno, ya que el pobre muchacho, tuvo todo el año a su maltratador como profesor, con lo que psicológicamente para un niño de 10 años esto puede significar, y por cierto, era un colegio concertado. Y esto aclara otra de las preguntas, no hay control suficiente por parte de la administración de los centros, de sus propios docentes. Es como si cada uno pudiese hacer lo que le venga en gana dentro de su clase, sin tener que dar explicaciones a nadie, ni a los alumnos, ni a sus padres, ni si quiera a la dirección del centro.

Pero los alumnos, que los hay de todos los tipos, por muy maleducados y molestos que puedan ser, siempre tienen las de perder, y los profesores lo saben. Hay algún profesor que dice estar amenazado por el alumnado, y estar temeroso del comportamiento de los chavales en los institutos. Pero yo me pregunto, si los chavales hubiesen tenido una buena educación y la atención debida desde primaria, no llegarían a existir conflictos en los institutos. Y si se dan conflictos entre educadores y alumnos, desde luego hay que evitarlos de forma educada, no con peleas, insultos, maltratos, etc. Que a veces parece más infantil el profesor y la dirección del centro, que los alumnos. No hay niños de tercera, pero sí hay pésimos educadores.

Cuando un chaval de un barrio obrero va al instituto, sabe que su felicidad se acabará pronto. Ya se está buscando trabajo antes de acabar el instituto, y ya se busca la vida como puede para poder salir con sus amigos. Mientras que un niño de un barrio bien, cuando va en al instituto, solo se preocupa en aprobar los exámenes para entrar en la universidad y labrar un futuro prometedor. 


Hoy por hoy no se le puede decir a un chico pobre, que estudiar le va dar empleo, porque sabe que no va a ser así, ya que no podrá permitirse el lujo de estudiar. Un chico de clase media podrá soñar con un futuro prometedor, aunque difícilmente consiga su sueño. Y un chico rico, cumplirá su sueño, si tiene suficiente fuerza de voluntad para no abandonar antes de tiempo.


La letra con sangre no entra

Me gustaría decir algo positivo para comenzar un relato tan duro como va a ser este. 
Desde niña observo el comportamiento de la gente con curiosidad. Me acuerdo de los primeros años de colegio, cuando me dí cuenta de que hay un largo océano que separa a los alumnos de los profesores. Algunos profesores intentan remar a la orilla, donde se encuentra el alumno, acercase y dejar al aprendiz, dar sus primeros pasos torpes, ayudándole hasta que este consiga la seguridad suficiente para caminar solo. Pero este tipo de profesor es una rareza. 
Durante mi infancia me preguntaba porque los profesores eran tan amargados, porque siempre repetían lo mismo una y otra vez, si aclararse ellos mismos, ni darse cuenta de que hablaban para un público que odiaba su discurso. Y no es que los alumnos no quieran aprender, lo que pasa es que no quieren sufrir, ni aburrirse. 
No hay mayor tortura para un niño que tenerle durante horas sentado, contándole tonterías que se olvidan en segundos, sobre todo con la capacidad que tienen los pequeños para olvidarse de sucesos traumáticos. ¿Pero cómo se pretende enseñar algo a un pequeño cuando lo primero que se le hace es obligar le ha hacer lo que su cuerpo le dice que no haga?, y es estarse parado, callado e inerte. La pregunta la solucione cuando estaba ya en mi último año de colegio, la educación no está hecha para que los niños aprendan, si no para que los profesores no trabajen. 
Cuando llegue al instituto, pensé que aquellos tortuosos años de colegio donde cada clase era una repetición de la anterior, sin motivación ni diversión ninguna, acabasen. Pero no fue así, el instituto es lo mismo que el colegio, pero los profesores te recuerdan constantemente que no eres un niño para quejarte. Y en la universidad, pasa exactamente igual, pero tres veces peor. 
Es una auténtica lástima, sobre todo porque siempre me he motivado yo sola para estudiar, la influencia positiva de los profesores sobre mí es escasísima. Puedo contar con los dedos de las manos los profesores que han sido amables, respetuosos, o simplemente, que me han motivado a querer aprender su asignatura.
¿Y cómo he seguido adelante con mis estudios?. Pues supongo que simplemente, en mi casa se tienen inquietudes por el aprendizaje. Lo que hacía que yo pudiese estudiar inglés antes de ni siquiera darlo en el colegio, o que me interesase por las astronomía, la mitología, etc, antes de cumplir los 6 años. Lástima que el colegio me quitasen toda la motivación, algunas personas nunca deberían dedicarse a la enseñanza.
Ya de adulta fui sorprendida por una profesora de arte dramático, que un día dijo al salir de clase, ¿os venís a tomar unas cervezas?. Fue la primera vez en mi vida, que estaba sentada al lado de una profesora, y podía considerarla humana. Y de hecho, puedo decir que en solo un año con esa profesora, he aprendido más que en años de cualquier otra materia con cualquier otro profesor, aunque se las puedan dar de catedráticos, doctores o especialistas en la materia que sea.
Muchas veces me he preguntado porque ella es diferente, pero hoy ya sé la respuesta. Ella es simplemente humana, habla con los alumnos, les escucha, busca métodos distintos de aprendizaje y consulta a los alumnos que han sacado en claro. Hacía que los alumnos junto con ella fuéramos como un barco a la deriva en alta mar, en el que ella podía ayudarnos a dirigirnos a buen puerto. Y lo conseguía, sin traumas, sin estar quietos y sobre todo, con clases amenas y divertidas. Hasta hace poco tiempo, pensaba que sólo el arte dramático podía ser divertido, pero no es cierto. Como profesora de teatro, hoy por hoy, sé que lo más difícil de enseñar a los demás, es sentir y disfrutar de la vida, que al final, es lo que se consigue cuando se hace una obra teatral. 
Y en definitiva  hoy sé que nada es aburrido, nada que podamos aprender con entusiasmo es pesado, pero nos lo convierten en tortura y rutina, por la falta de motivación del propio profesorado. Alguien que lea esto dirá que estudiar tal cosa, o tal otra, no es divertido. Por ejemplo, hay mucha gente que odia las matemáticas. Pero si desde niños, en vez de enseñarnos a sumar y a restar con números, nos enseñasen a sumar o restar caramelos, de adultos, nos gustarían mucho más los cálculos más complejos. 
El teatro me ha dado una gran lección que pocos profesores aplican, y es que aprender es divertido y nadie tiene derecho a cambiar eso.


La enfermedad de la titulitis idiotitis

¿Por qué todo es tan complicado? O mejor dicho, ¿por qué nos complican tanto la vida en el terreno laboral y profesional?.
Mi experiencia profesional y académica me dice que solo hay una razón por la que es tan complicado llegar a tener un buen nivel profesional, y es la razón de fuerza del que tiene un puesto alto. El miedo a perder el poder o el ser superado por alguien más joven, o quizá alguien de un estatus social "inferior", hace que nuestro mundo esté invadido de una sociedad educacionalmente clasista.
Por esta razón se fomenta el aumento de titulaciones académicas con una falsa esperanza de un mayor conocimiento y una mejora en la condiciones sociales del individuo.
Hoy en día la sodomía nos parece algo escandaloso, pero lo que ocurre en la actualidad no debería parecernos menos escandaloso. La educación, cada vez más, se reduce a un número reducido de población que puede costearse los estudios, impidiendo que el más pobre, a no ser que tenga un cerebro privilegiado, pueda acceder a la educación universitaria.
Pero el problema es muy anterior, los jóvenes pierden el interés por el estudio a partir de los 16 años, impidiendo en muchos casos que puedan tener una formación profesional cualificada, y por tanto un trabajo digo.
De esta forma lo gobiernos, que son los responsables de esta situación. Consiguen tener una gran cantidad de población con una formación escasa y que no podrá acceder a puestos de trabajo mejores de los que puedan conseguir por motu propio en un momento determinado. Sin posibilidad de poder continuar sus estudios, ni de estudiar y mejorar su nivel profesional dentro de la empresa en la que trabajan.
Es como si una persona que entra a trabajar en una sastrería se tuviese que dedicar ha coser botones toda su vida, y nunca jamás pudiese aprender a hacer un traje. Porque para ser sastre solo podría serlo si tuvieses un certificado académico. Algo totalmente absurdo. Pero es lo que realmente ocurre en nuestra sociedad, mientras que quien muestra interés y quiere aprender en su trabajo, profesión o estudios, lo tiene cada vez más complicado. Algunos con un montón de números en el banco, consiguen de un plumazo, el título y el trabajo en un puesto directivo alto. Y en esto los gobiernos son participes, cómplices y beneficiarios desde siempre.
Es una forma rápida de crear esclavos sumisos, tanto en el caso de aquel que es inteligente pobre y sin título académico, como es el caso de aquel bobo, rico y certificado.
Si lo que realmente primase fuese el oficio del individuo, su capacidad para realizar una labor de forma correcta y competente, y no la certificación falsa de que es capaz de hacerlo, la sociedad mejoraría rápida y exponencialmente. Pero esto no ocurre porque los gobiernos no quieren una sociedad feliz, sino una sociedad alineada y alineante que se mueva en una sola vía y en una sola dirección.
De vez en cuando, algún académico dice de forma más estudiada algo parecido a lo que he narrado aquí, pero sin duda esa oveja negra infiltrada en el estado del bienestar, es acallada y tapada con alguna mujer con poca ropa y ligerita de cascos, o con algún político corrupto que jamás irá a la cárcel.
Porque lo que realmente le importa a la ciudadanía nunca llega a la misma, ya que los medios de comunicación son controlados por gobiernos, que a su vez son controlados por empresas. Y las tres cosas nos mueven como títeres en un mundo cada vez más absurdo y más hostil para con nosotros mismos.
Pero sin dejar de aprender, que no es lo mismo que estudiar, y sin dejar de ver las maravillas de este mundo. Dejo a un lado a todos aquellos que han amargado la existencia de seres humanos nobles de corazón y de espíritu, y voy disfrutar de la propia vida. Sin olvidar a los que ahora son grandes y que en su tiempo tuvieron que exiliarse por ser ridiculizados y humillados. Y para ejemplo está esta foto que hoy es histórica, en ella se ve un claro retoque fotográfico donde nos dan gato por liebre. A buen entendedor con una imagen le basta.



El hambre y España (segunda parte)

Dicen de Murcia que es el lugar donde vive el sol. 

Murcia es una pequeña provincia de España que junto con Almería se reparten la mayor parte de la cosecha de frutas y verduras que comemos durante el año en Europa. 
Pero en realidad la mayor parte de España por suerte, es adecuada tanto para la agricultura como la ganadería. Grandes extensiones de cultivos de secano en la mancha, grandes zonas con abundante pasto en las provincias que baña el mar Cantabrico. Y una diversidad climática que permite el cultivo de frutas tropicales en la provincia de Granada, son algunas de las razones por las que no se entienden algunas cosas.
Hablando con los agricultures te comentan que muchas veces siembran aquello que les da subvención el Estado, con independencia del terreno. Por ejemplo, en una campo de patatas, más bien de secano y pedregoso nadie plantaría algo como arroz. Pero en España ese tipo de cosas se dan. No hay una regulación respecto al provecho de la tierra ni del agua. Hay subvenciones en función de lo que plantes aunque no se pueda obtener producción alguna. 
Pero el agricultor, no puede hacer nada. Si no juega al juego de las subvenciones corre el riesgo de perder el poco dinero que invierta si la cosecha no sale adelante, pero si planta lo que se subvenciona al menos no corre el riesgo de perder nada, aunque no salga ni un 1% del rendimiento que se le pueda dar al campo que ha sembrado.
Si ahora nos metemos en el terreno pantanoso de sacar adelante los productos, entonces es mejor vender el alma al diablo. Si tienes, por ejemplo, un corderito bien criadito en tu finca, con la mejor comida que la naturaleza le pueda dar, el sol del campo y el aire serrano. No puedes matarlo para la navidad sin que pase por un matadero. Pero claro, alguien dirá  que es más higiénico y seguro, pero no contará con que al del matadero también hay que pagarle. Y si no tienes dinero, pues te tienes que llevar ya dos corderos, uno para comer tu, y otro para que se lo coma el del matadero. 
Y cuánto vale un cordero. Pues depende claro, si lo compras en un centro comercial te saldrá por un buen dinero, pero al del matadero le a salido por uno duros. Y encima el corderito que se ha llevao está bien criao, y el del centro comercial lo mismo no ha visto el sol en su vida.
¿Y cómo es esto posible?. ¿No puede comer un urbanita un precioso corderito bien sano y bien criado?. Pues la verdad, es que es bastante complicado. Existe una cadena de intermediarios apoyados por la administración, que al final el que ha criado el cordero, el que tiene el terreno lleno de patatas sin fertilizantes, o el que tiene unas naranjas que saben a naranjas y no a cartón, no puede sacar sus productos al gran mercado. Ocurriendo cosas tan absurdas como que todos los veranos los que vivimos en Madrid lleguemos a pagar hasta 3€ por un kilo de tomates Extremeños. Pero la mayoría de los madrileños no saben que esos mismos tomates se pueden encontrar a menos de 0.50€ en Extremadura, en la misma época del año. 
Como consecuencia de este vacío que existe entre el precio original y el precio de consumo, nos encontramos con familias muy pobres que tiene que trabajar de sol a sol para poder comer lo justo, y vender a precios ridículos toda su cosecha, si es agricultor, o la mayor parte de su ganado, si es ganadero. 
No me quiero extender en este relato con el gran negocio de las semillas transgénicas, que es otra manera, según mi opinión, de que ya no tengamos derecho a sacar provecho de nuestro propio trabajo. Ya que una planta que no da semillas es la ruina. Hay que recordar, que no todas las semillas que se siembran salen adelante, y menos dan lugar a algo realmente comestible. Si enzima de que no todo lo que siembras se puede rentabillizar, de que las ganancias son escasas, y de que enzima, no puedes volver a sembrar, si no compras semillas nuevas, pues ya no hay posibilidad de futuro dentro de la agricultura. 
Como si esto no fuera poco, llegan los grandes capitales con sus ideas especulativas. Que como no tienen cerebro nada más que para llenar su billetera, deciden construir donde les parece bien sin hacer un estudio previo de la zona. Así, campos cultivables son zonas residenciales y campos no cultivables se dedican al cultivo. Y no voy  más que a comentar las numerosas veces que ha ocurrido que una riada se lleve cientos da casas por delante, y la culpa no la tiene el río  que lleva cientos de años pasando por allí, si no todos aquellos que han permitido construir en esa zona. Si un cultivo se inunda, puede que haya perdidas económicas, pero nunca repercusiones como las que tiene que se inunden cientos de casas con sus familias, negocios he ilusiones dentro.
La solución a todo esto existe desde hace miles de años pero parece ser que algunos han decidido tirar los libros de historia a la basura. No sea que la gente haga lo que mucho españoles hacen, y es ir directamente al pueblo donde saben que hay productos de calidad, y comprar directamente al ganadero, al agricultor o al propietario de cualquier producto alimenticio de calidad. Y es que aquello que se ha criado con amor y cariño no puede ser malo para nadie. 
Yo siempre que pruebo un huevo de corral, puesto el día anterior por una gallina en libertad, que hace lo que la viene en gana y que solo acude cuando se la llama diciéndole eso de "pitas pitas" para darla de comer lo más sano que pueda haber. Me sabe al mejor manjar que haya comido nuca, y eso que solo es un huevo, sin necesidad de sal ni de nada más, solo un huevo frito tal cual.

El hambre y España (primera parte)

A pesar de que pueda resultar extraño para muchos lo que voy a contar a continuación, en realidad nada más que es una muy pequeña parte de lo realmente está pasando en la llamada "piel de toro". 

En realidad siempre a habido hambre en España, lo único que ha cambiado es el número de personas que se encuentran en esta situación.
Una siempre piensa cuando ve a un mendigo pidiendo en la calle, que es el único que está así, que a llegado a esa situación por una depresión, o por un problema personal que le ha ido alejando de la sociedad hasta llegar a mal vivir en la calle. 
Pero en realidad no hay tanta distancia de ser un ciudadano respetable, con trabajo y buen estatus social, a terminar pidiendo limosna para poder comer. 
Una cadena de acontecimientos de mala suerte y de mala cabeza, hacen que una familia normal y corriente tenga que vivir hoy en día en un hospicio. En unas condiciones de pobreza inimaginables. El niño que hace un año paseaban por un centro comercial pidiendo le a sus padres que le comprasen algún capricho, ahora no sabe como hacer que sus padres no desesperen y sigan luchando ante la adversidad.
Y es que es más difícil salir de la miseria, que hacerse rico, aunque pueda parecer una exageración lo que estoy diciendo.  Pero la verdad es que nadie quiere ver a los más pobres y necesitados. En ocasiones ni siquiera se reconoce su existencia.
Hace unos dos años una famosa alcaldesa, dijo que había que retirar a los mendigos de las calles por motivos estéticos. Lo que no dijo es que iba ha hacer con ellos, ¿meterlos en prisión?, ¿echarlos del país?...
Algunos individuos no recuerdan que los seres humanos son lo que son, independientemente del dinero que tengan en el bolsillo. 
La ayudas sociales escasean y el dar de comer al hambriento no genera votos. 
Mientras que en las zonas rurales el hambre pasa desapercibido desde hace muchos años. En las ciudades, el hambre de unos se confunde con un consumo voraz de otros. 
Las multinacionales tiran kilos y kilos de alimentos para no bajar los precios de sus productos. El gobierno parece no enterarse de nada, o no querer saber nada. 
La sociedad mira hacia otro lado, como las nuevas tecnologías o la ropa de marca.
Un absurdo intolerable que ser refleja en la sonrisa convertida en mueca de una política Española muy conocida, y nada querida por el público en general.
Mi único consejo, es que si mañana no te quieres ver como un mendigo, no cometas el error de mirar para otro lado. Que para ayudar no hay que dar dinero, solo saber gastar lo poco que se tiene con cabeza. No es tan costoso y difícil ayudar a los que lo necesitan a salir adelante con buena fe y mucho cariño. Además la recompensa siempre es mejor que el mejor de los sueldos.


El negocio de los matasanos

Con la salud no se juega, siempre se dice que la salud es lo más importante.
Los tres deseos son “salud, dinero y amor”, y la gente el día después del sorteo de la lotería nacional, siempre dice eso de “no me ha tocado la lotería pero al menos me queda la salud”.Si se tiene salud se puede conseguir con tiempo y esfuerzo el amor y el dinero, pero sin salud, poco se puede conseguir en la vida. Por ello no se debería comercializar con ella como se comercializa con el dinero. La salud no se debe comprar ni vender, pero se hace justo eso, negociar con nuestra salud, y con la de nuestra descendencia.Todavía hay personas que piensan que la solución es privatizar la sanidad para mejorar el servicio. ¿Pero qué mejoras hay si la sanidad es privada en vez de pública?Por diversos motivos conozco cómo funciona la sanidad pública y la privada, y si bien es cierto que la sanidad pública debería mejorar muchísimo, la sanidad privada es una vergüenza bien disfrazada.Lo primero es no engañarse, no todos los médicos hacen la carrera de medicina para ayudar al prójimo, hay muchos que solo buscan un rendimiento económico a fin de mes. Así pues no es difícil de imaginar que algunos médicos traten a sus pacientes como ganado, y que no les importe recetarles un medicamento en vez de otro, o un tratamiento en vez de otro. Es decir, que la ética profesional no es aplicable a todo el campo de la medicina.Cuando un médico hace una receta en ocasiones no es el medicamento que nos va a currar, más rápido y eficientemente lo que pasa por la cabeza del especialista, sino ese dinerito que se va a ingresar a final de mes en su cuenta privada. El “médico” piensa “al paciente qué más le da tomar una marca más barata que otra, total, si ni se va a enterar…”. “Y si el medicamento provoca adicción, qué más da, total, no haberse puesto enfermo, qué pensará la gente, qué los médicos hacemos milagros…”Y no nos olvidemos que si en la sanidad pública hay comercio, en la privada no hay otra cosa.Si hay que probar un nuevo tratamiento, en un hospital público uno está informado con un papelito que dice, que está en tratamiento médico experimental en un hospital universitario, y que va a recibir visitas de médicos titulados junto con personal en formación. Uno puede que se asuste, pero se hace a la idea.
Mientras que en un hospital privado te venden como tratamiento novedoso, el tenerte como una cobaya que encima paga un dineral, sin saber realmente cual va ser el fin del tratamiento. Pero como todo el mundo te sonríe cuando te lo cuentan, pues parece que saben lo que hacen, pero no es así. La realidad es que una empresa financia ese tratamiento, los sanitarios cobran una pasta por experimentar con los pacientes, el hospital privado también, y los pacientes no saben los que han firmado porque se fían de los profesionales a los cuales pagan tanto dinero, que la fe que ha depositado en ellos se hace ciega.
Es muy difícil controlar la sanidad, tanto pública como privada. El problema es que los intereses creados son tan grandes, y los especialistas con ética profesional son tan escasos, que es como poner puertas al campo.
Los gobiernos tienen la obligación y las herramientas necesarias para que todo ciudadano pueda disfrutar de una vida saludable. Por ello son los que deben responsabilizarse de una sanidad, solo y exclusivamente regulada por el gobierno. Eso no quiere decir que todos los hospitales deban ser públicos, y que todos los profesionales de la sanidad deban ser funcionarios. Lo que quiere decir, es que se debe controlar minuciosamente, si se está haciendo bien el trabajo médico y que si se está cumpliendo con la ética y las normas que la medicina actual dicta.No se puede tener enfermeras que trabajaren 12 horas seguidas poniendo vías y cuidando pacientes sin descanso. Ni cirujanos con 24 horas de guardias, que llevan operando a corazón abierto 7 horas de continuo. No se puede tener un médico que trabaje al mismo tiempo en la sanidad pública y en la privada y pretender que de asistencia personalizada a tantos pacientes al mismo tiempo. No se puede jugar con la vida de los pacientes, y reírse de la gente en su cara, solo porque todo el mundo cree en la buena fe de la medicina, y no puede ni imaginarse que está delante de un matasanos que lo que ve no es una persona enferma, sino un montón de dinero en su cuenta.Hay muy buenos profesionales de la medicina en este planeta, los gobiernos lo único que tienen que hacer es apoyarlos y dejarles trabajar. De esa forma la salud dejará de ser un negocio y será lo que siempre debió de ser, lo más importante, para todos.
Como conclusión, no se fie de su médico si no lo conoce bien. Pregunte siempre que le van a hacer y qué efectos va a tener en su salud. Pregunte si hay remedios alternativos y asegúrese de que no está pagando un tratamiento experimental como si fuese uno comprobado. No permita que se aprovechen de usted y póngase en mano de buenas personas y de buenos profesionales, ambas cosas son importantes. Y recuerde, que no por pagar más, y por ir a un hospital más bonito, sale uno más sano. A veces la calidad, está en el corazón de las personas, y no en la decoración de los pasillos.


La enfermedad del mal

¿Cuándo nace el mal en una persona? Nadie sabría decirlo. Para mí el mal es provocado por una ausencia de un estímulo positivo.

No siempre una persona actúa de forma maligna conscientemente, o no sabe realmente que lo está haciendo es perjudicial para otros. En mi opinión sólo somos conscientes de la diferencia entre el bien y el mal, cuando comenzamos a experimentar el dolor y el sufrimiento. Cuando se comete un acto injusto sobre nosotros nos hacen dar cuenta de que nosotros también cometemos actos malignos.

El mal es algo que está en muchos seres vivos. Un ejemplo muy sencillo de ver es el del perro mal educado. Siendo avisado numerosas veces de que no debe hacer, basta que no se le saque a pasear a su hora, o que se le esconda su juguete favorito, para que el perro tome la decisión de acabar rompiendo o mordisqueando algo. Y es un acto maligno, ya que el animal es totalmente consciente de que lo que hace no está bien.

Por tanto para definir qué es lo que está mal, es más rápido decir que lo que está mal es lo que no está bien. Y lo que está bien es muy relativo, dependerá de a quién se lo preguntes.

Supongamos que una persona es consciente de lo que está mal y bien en un sentido más religioso. Por ejemplo, los diez mandamientos dicen que es lo que realmente está muy mal y se pueden aplicar a infinidad de cosas. Si lo mirásemos con una mentalidad muy fría y distante, diríamos que el que cumple los diez mandamientos es bueno y el que no los cumple no lo es, ¿pero eso es cierto?.

Si una mujer roba porque ya no le ha quedado otra alternativa para alimentar a sus hijos hambrientos ¿se puede decir que está haciendo algo malo? ¿o es fruto de la necesidad y del entorno?. ¿Esa misma persona, puede dejar de robar si se la procura la ayuda adecuada?.

Es muy difícil que una persona que ha conseguido algo (da igual el que) en la vida de forma de forma maliciosa, lo admita. Ya que la mayoría de las personas no reconocen el egoísmo como la semilla de la maldad. Aunque el egoísmo sea, en el caso de la madre que roba, porque prefiere que sus hijos coman a que no, y no te importa lo que les pase a los hijos de la persona a la que roba.

En mi opinión es muy difícil que una persona que ha definido como mal, aquello que le es perjudicial, y bien, aquello que le beneficia, hacerla cambiar de opinión. Por ello es absurdo meter en la cárceles a cientos de personas, ya que en la cárcel la supervivencia hace que el preso deje paso al mal por el mal, y al ojo por ojo, diente por diente.

Es curioso porque siempre se dice que es más fácil hacer algo malo que algo bueno, y es mentira. Las cosas buenas salen de forma espontánea, no pensamos en hacerlas, si no que surgen. Mientras que para hacer algo maligno hay que estar dándole muchas vueltas a la cabeza. Un ejemplo muy sencillo, imaginemos un día esperando bajo una cornisa la llegada del autobús, está lloviendo a cántaros, viene una persona que en aspecto no nos da la impresión de que no nos va a perjudicar de alguna forma, por ejemplo un niño sonriente. Rápidamente le dejamos un hueco para que no se moje, he incluso le decimos dónde ponerse para que esté más resguardado de la tormenta. No hemos pensado, simplemente reaccionamos de forma positiva. Pero si hacemos algo maligno, como robar, tenemos que estar pensando a quién, por qué, cómo, cuánto, qué decir si nos pillan, cómo esconderlo, etc.

Como conclusión todas las personas pueden ser buenas o malas dependiendo de las situaciones a las que se enfrenten. Y siempre una persona puede cambiar de buena a mala o de mala a buena. El esfuerzo del cambio dependerá de la voluntad y de la motivación del individuo y no sólo del apoyo social o afectivo que se le dé a esa persona.

Para saber si estamos haciendo algo maligno, lo único que tenemos que pensar es si nos dolería que nos hiciesen eso a nosotros, si es así lo que hacemos no es lo correcto. Pero debemos estar seguro de que es así, no limpiar nuestra conciencia con una respuesta rápida, si no que sí dudamos de que nuestras acciones son las adecuadas, es porque en el fondo hay algo que no nos acaba de convencer de que son correctas. En el momento en el que nos hayamos convencido a nosotros mimos de que lo que hacemos está bien, debemos ser valientes para continuar a delante, ya que toda acción positiva en nuestro entorno nos hará sentir cada día mejor a nosotros y a los que nos rodean.

La suma del mal nunca hace feliz a nadie, la suma del bien nos hace felices a todos.


La ciencia de los Rompetechos


¿Nunca os habéis preguntado cómo se llega a triunfar en algo en la vida?. Yo sí, me lo he preguntado multitud de veces, miro a la cara a alguien que a triunfado en la vida y me digo ¿qué narices habrá echo para llegar a donde ha llegado?. Las respuestas se convierten en decepciones la mayoría de las veces.
En mi familia no se conoce nada más que; trabajo, sacrificio y honradez, como las fórmula perfecta para salir adelante en la vida. Así que todas las demás formas, lógicamente me parecen bastante bizarras.

Eso de que te pongan en un puesto por que seas hijo de, amigo de, amante de, etc. Dando igual que no tengas ni idea y que además en vez de procurar o intentar hacer tu trabajo lo mejor posible, lo que haces en empeorar las cosas y hacer que se hagan cada vez peor. Eso, a mí no me entra en mi cabeza. Pero es la tónica dominante en este país, y salta a la vista. Sufrimos una oligarquía, que deja en ridículo cualquier dinastía monárquica Europea del siglo XV.
Pero si solamente fuese eso, sería el menor de nuestros males.

Luego están aquellos que desgraciadamente ocupan un puesto dentro de la ciencia. Un puesto lo suficientemente relevante, como para permitir que se inviertan a fondo perdido miles de euros en proyectos de investigación que no van a ninguna parte. Y si en sus torpes manos cae un proyecto competitivo, interesante y novedoso, sin dudarlo lo desestimarán, dejándolo aparcado en el olvido.Así es la ciencia de los rompetechos, que no ven más allá de su nariz, y que creen que su visión totalmente equivocada, debe ser la correcta, llevando al fracaso a quién sea por delante.No quedándose suficientemente a gusto, los rompetechos están apoyados por los pequeños pelotas rompetechos que ansían el poder de sus maestros, convirtiendo la ciencia española en un mal chiste.
Lejos de demostrarse el ridículo internacional que hacemos, nos permitimos estar viajando a congresos que valen un dineral a la ciudadanía española. Porque los rompetechos no sufren la crisis, ellos no se aprietan el cinturón, ellos viven mejor que nadie y están por encima de todo.
Para finalizar este relato, diré que no todos los científicos españoles son rompetechos, pero la gran mayoría, si lo son, y eso se ve muy claramente. Y no engañamos nadie, somos una caricatura, una fea mueca dentro de la investigación y las nuevas tecnologías.Es tan desagradable, que llegan a parecer en publicaciones nombres de rompetechos que ni siquiera estaba en el mismo continente durante una investigación, como si hubiesen formado parte del equipo de trabajo, con el que no tienen contacto alguno. Sin embargo las personas que se han currado más del 50% de ese trabajo, no aparecerán nunca en una publicación, porque no nos olvidemos que los rompetechos sólo aceptan a otros rompetechos.

Lástima me da, que se permita en alguna institución subir de puesto a una persona, por razones que no puedo entender, como ser amigo de. Que los pobres y modestos seres humanos que nos cruzamos por las vidas de los rompetechos, tengamos que sufrir su insensatez y estupidez. Y encima, agachar la cabeza y decir si buana, si queremos conseguir una titulación académica, o mantener un puesto de trabajo.
Si esto es el progreso científico, entonces Albert Einstein era futbolista.

Cuando alguien inteligente a dejado su país por motivos laborales, no es porque le vayan a pagar más, es porque en el suyo no le han dejado progresar.

No sé si puedo dar un consejo a esto, pero si hay alguien que se a topado con un rompetechos, lo mejor es alejarse de él, no sea que al final termines convirtiéndote en rompetechos también. Y en la medida de lo posible intentar seguir adelante por tu cuenta.


Del lujo a la lujuria

No es casualidad que en castellano ambas palabras se parezcan tanto, y es que prácticamente son la misma palabra pero una referida a cosas y la otra a personas.No es mi intención criticar a las personas caprichosas y de gustos refinados porque dentro de lo que cada uno se pueda permitir, creo que darse un capricho de vez en cuando es algo hasta beneficioso psicológicamente.Me refiero al lujo, a el exceso total, al absurdo y al ridículo. Da igual a lo que nos refiramos pero la palabra lujo va siempre unida a la estupidez. Los artículos de lujo no son útiles, porque cumplen funciones absurdas suplantables por cualquier otra cosa más simple y asequible. Pero, ¿por qué hay tanta gente adicta al lujo?. Es simple, la forma de vender, y sobre todo cosas que no son necesarias, es precisamente así, creando una necesidad. ¿Cuales son las necesidades más cotidianas de los seres humanos en general?, las más primarias. El sexo, la codicia, la ambición, la avaricia el odio, el deseo y por supuesto la mayor de todas, el amor. Y todas esas se utilizan con facilidad en el comercio de cosas innecesarias. De esta forma una persona normal y corriente con dinero en el bolsillo es una presa fácil para cualquier marca de artículos de lujo. Es decir, una persona cuanto más dinero tiene, y más débil es, más compulsivamente comprará un artículo de lujo. Es fácil pensar que los que acumulan grandes cantidades de artículos de lujo no tienen corazón, ni escrúpulos porque normalmente se asocia al comprador de estos artículos con personas ambicionas que quieren demostrar su poder delante de todos lo demás. Y muchas veces es así, pero no todas. Hay ocasiones en que una persona totalmente desgraciada pero triunfadora en lo profesional, o heredera de un gran fortuna, necesita sustituir el afecto que no recibe con objetos teóricamente deseables.Cuando el lujo no satisface los deseos, se pasa al segundo nivel, la lujuria. No os creáis que el paso es costoso y complicado, normalmente es bastante rápido si la persona es ambiciosa. Por poco poder que una persona crea tener sobre otros, y a pocos artículos de lujo que se haya podido comprar, en poco tiempo puede considerar que lo mismo que puede poseer objetos que antes no podía tener, también puede poseer personas, y no sólo eso, puede hacer con ellas lo que le plazca. Esa sensación de poder excita a personas, que puede que no tengan una libido muy alta, pero como ya que dicho anteriormente, la venta de artículos de lujo va dirigida a lo más básico de nosotros. Motivando hasta la persona más difícil de motivar, en todos los sentidos. Por eso yo creo que esta sociedad tiene una gran enfermedad causada por el lujo, y que solo con la desaparición del 99% de estos artículos seremos más felices. Lo digo porque personas normales se convierten en monstruos, y personas monstruosas se ven respaldadas por este tipo de comercio del abuso. Como consumidora, mi consejo es siempre pesar muy bien antes de adquirir algo. Por mucho amor que le pongamos a algo, por muy buena intención. Debemos pensar que los objetos solo nos hacen sonreír una breve temporada, pero el amor no hace sonreír todos los días, no sustituyamos una cosa por otra.


La ambición de los torpes

¿Qué quieres ser de mayor?. Esa pregunta tan recurrente que no sirve nada más que para hacerse un montón de ilusiones que no van a ninguna parte. A mí la verdad, es que me dejaba un poco perpleja porque no tenía ni idea de que iba a ser de mi cuando tuviese unos años más. Y sigue sin tener mucho sentido porque las circunstancias y las carambolas de la vida, van orientando nuestras vidas, por mucha organización que pretendamos poner en ellas.Me da mucho miedo las personas que desde niños ha tenido claro y planeado toda su vida. Hoy por hoy no tengo contacto con ninguna persona así, supongo que no compatibiliza con mi mentalidad. Nunca he creído, por mucho que hayan insistido en ello los educadores que se han cruzado en mi vida, que las matemáticas son aplicables a la vida. Y me temo que con el tiempo voy ganando.Eso de que si estudias y dejas tu vida social a un lado, te será recompensado con una vida llena de lujos y de aburrimiento profundo, nunca a sido para mí. Casi que prefiero vivir la vida como viene y no plantearme demasiado el futuro.Soy consciente que con los años eso de vivir el presente se hace complicado y hay que sentar la cabeza, pero cuando miro a mi alrededor me asusto bastante.No es uno ni dos ni tres, los casos de amigos que con un excelente expediente académico han acabado en trabajos frustrantes, mientras que otros con menos predisposición al estudio han conseguido progresar bastante bien en la vida.Pero llegada la crisis, todos somos exactamente iguales. Lo único que nos diferencia es si hemos cometido el gran error de ser demasiado ambiciosos.Aun recuerdo aquellas conversaciones que me dejaban con los ojos abiertos de par en par, en los que se permitía el estar contento y orgulloso de haber pagado por un piso un precio más de cien veces su valor real. Tener una hipoteca de 30 años con un contrato de 1000€ al mes, pagar la letra de un coche de 20.000€ y salir todos los fines de semana tirando de tarjeta. Los viajes que cuanto más estrambóticos mejor, y un largo etc. A dónde iba esta ambición sin medida, esta presunción de que en algún momento llegases a cobrar suficiente como para pagar todos estos gastos.Justificaciones algunos tenían. Algún familiar suyo tenía pisos alquilados, otros que vendían su piso para comprarse otro por sumas que se salen del sentido común, y un sinfín de argumentos absurdos dentro de una locura capitalista que ha acabado con una sociedad embargada y horrorizada de su propia estupidez.Ahora bien, algo se ha conseguido con todo esto. Una de las cosas que la sociedad no ha encajado todavía es que desde que firmo esos papelitos con los bancos, se han vuelto esclavos.Antes de la crisis, podíamos relativamente, elegir más o menos en que trabajábamos Pero ahora ya, aquellos que decía eso de yo de este agua no beberé, y de esto nunca trabajaré, están aceptando lo que salga. No me parece mal que una gran dosis de humildad y de respeto al trabajo ajeno llegue a todos los hogares. Todo trabajo es digno si se cumple con dignidad, no es un trabajo peor que otro, aunque si es cierto de que puedan ser más o menos gratificantes, tanto económicamente como profesionalmente.Pero aunque nos estemos nuevamente preocupando excesivamente de nosotros, no nos damos cuenta de que el mayor y más grave error lo estamos cometiendo ahora. Estamos dejando esto como un solar, sin posibilidad de que nuestros hijos puedan alcanzar un mundo socialmente aceptable. Privatización de la educación, obligación de tener que trabajar cada vez más jóvenes para hacer frente a gastos familiares, frustración, pocas expectativas de futuro y un largo etcétera que cuando veo a los jóvenes, me intento poner en su lugar y me da auténtico vértigo.Como recompensa fuera de todo lo que la mayoría cree, estos jóvenes son menos egoístas de lo que han sido otras generaciones, ya que son conscientes de que los que ahora son adultos se han comido todo el pastel y que no han quedado ni las migajas.Y aunque la crisis, hasta puede que algunos les haya venido bien, en el sentido de madurar y de darse cuenta de como funciona el mundo en realidad, y no como te ponen en la publicidad o en las películas. A otros les ha convertido en depredadores a la caza, agresivos he intolerantes, que dicen eso de "que se jodan" refiriéndose a las familias que están pasado penalidades.La verdad es que yo aún no sé como encajar todo esto. Si no he caído en la trampa de los bancos es porque por suerte se han dado dos factores, el primero no he tenido la oportunidad y el segundo soy muy desconfiada. Pero no me libro de nada, ya que tengo que ayudar a los que tuvieron más suerte en su momento que yo, y ahora su suerte se ha tornado en desgracia.Si hay alguien que lee este relato y está como la mayoría con el agua al cuello. Que no se hunda nunca, que de todo se sale. Solo hay que echarle ganas a la vida y mucha imaginación. Que esta guerra económica no nos debe hacer ver las cosas más que como son, y no como nos las pretenden contar.Hay que intentar salir del redil en que nos han colocado astutamente los realmente poderosos. Comportarnos como lo que somos y no como lo que pretendemos ser.Sustituir la ambición por la generosidad, ayudar y compartir, sonreír en vez de gritar. Y al fin y al cabo ser humanos con humanidad, eso nos hará superar como tantas otras veces, las peores de nuestras desgracias. Y dejar un mundo mejor a los que acaban de llegar a él.

¿Demasiado aburrimiento?


Recuerdo que cuando era niña todo me servía para jugar y divertirme. No importaba que tuviese juguetes o que no. No importaba donde estuviese ni si estaba sola o acompañada. Siempre se me ocurría algo para divertirme y si alguien más se apuntaba mejor que mejor, más divertido era el juego.
Con los años es cada vez más complicado divertirse. El día a día hace la vida agotadora y buscamos un momento de ocio y de desconexión de las responsabilidades diarias. Pero estos momentos de ocio a veces pueden convertirse en obligaciones y perder toda su gracia.¿Nunca habéis acudido a una de esas conversaciones agotadoras donde la gente pretende ganar al premio al de mejor tiempo libre?Están aquellos que siempre están presumiendo de los viajes que han hecho, que son sumamente cansinos. La mayoría de las veces ni siquiera han entablado una mínima conversación con alguien del lugar que han visitado. Puede que ni siquiera hayan salido del hotel en que se alojaban, pero aun así presumen. Y me pregunto qué hay de divertido en tener que llenar y vaciar una maleta, dormir en una cama en la que no estás acostumbrado. Aguantar el viajecito más o menos largo y pesado. Desayunar lo que caiga y comer lo que haya. En ocasiones, tener que aguantar una excursión turística en la que vas tan rápido que no te da tiempo ni a pensar,¡ jolín que divertido!.Los de lo más de lo más y lo último de lo último pueden ser adictos a ver películas, conciertos, o cualquier tipo de evento sumamente publicitado y no cesáreamente divertido o tan siquiera entretenido. Hay personas que han pagado sus 60 euros por ver un espectáculo sumamente aburrido, en el que se han pasado durmiendo la mitad del tiempo, y cuando salen dicen a sus amigos. ¡Te lo has perdido a estado genial, es una pena que ya no tuvieran entradas cuando te decidiste a ir!.Los deportistas. Las personas aficionadas al deporte no hablan demasiado de ello con las personas que no lo practican, a no ser que les pregunten directamente. Pero están aquellos que sin venir a cuento empiezan a presumir de la cantidad de deportes que hacen y sobre todo si son de riesgo y en un lugar muy lejano, mejor que mejor. Claro, eso lo dicen frente a un público que se queda con la boca abierta porque no tiene ni idea. Pero si cometes el error de hacer una excursión en la montaña con el presunto deportista, lo mismo a la media hora de andar por un pasto de vacas, está diciendo de darse la vuelta, y cuando le dices de subir por un camino de cabras, te dice que estás loca y que sus super zapatillas no están preparadas para ese tipo de senderos.Los bailarines de discoteca que presumen de saberse cuatro pasos de baile y que no les puedes sacar de ahí porque no saben seguir el ritmo. Y si intentas animarles a que sigan el ritmo contigo te miran por encima del hombro como diciendo, ¡tú no tienes ni idea!.Los compradores compulsivos. Según su filosofía al final da igual que hayas comprado una tontería hiper inútil, lo importante es comprar y salir con el logo de la tienda en la bolsa. ¿Pero qué es esto?. Y la opción dos es, qué más da que te compres unos pantalones que te quedan hipermal, lo que mola es ir otro día y cambiarlos por otros. Así vas a la tienda varias veces. ¿Cómo?Ante semejante panorama cada vez es más difícil divertirse. Pero hay que hacer un esfuerzo. Elegir bien que hacemos con nuestro tiempo libre, y elegir aún mejor en compañía de quien lo pasamos. O también podemos decidir tumbarnos y simplemente descansar. Y si el lunes nos hacen esa pregunta maliciosa de ¿qué has hecho este fin de semana?, que la mayoría de las veces debería ser ¿a qué no sabes lo que ha hecho yo este fin de semana?. No tener ningún tipo de pudor en decir, no he hecho absolutamente nada, cuéntame lo que quieras, porque yo no me acuerdo ni de lo que soñado esta mañana.

Estar sin empleo no es estar parado

Paseando por los pasillos de mi trabajo veo las miradas de miedo. Se clavan en mi como si fuese a vivir un mar de sufrimientos de los que quizá a mi edad se suponía que no debía vivir. Soy la flor que pronto se marchitará sin remedio, que pronto perderá su empleo.

Se suponía que iba a tener un buen trabajo, una familia y un montón de tiempo libre para disfrutar de la felicidad por la que otros han luchado durante años, pero no es así.
La mayoría de los jóvenes estamos en empleos precarios o ni si quiera tenemos empleo. No tenemos la esperanza de subir a un puesto más alto, ni de mejorar nuestras condiciones laborales, ya todo eso se ha desvanecido. Hemos despertado de nuestros sueños y hemos visto una realidad difusa.

Sonríe amargamente el que está trabajando sea de lo que sea, ya que al menos tiene trabajo. Soportará lo que haga falta, hasta que su mente o su cuerpo revienten. Algún día puede que te levantes y mires a tu alrededor y veas que nada de lo que pensaste que lograrías con esfuerzo y tesón lo has conseguido. Porque soñabas con trabajar para vivir y no vivir para trabajar. Soñabas con un trabajo en el disfrutases de tu labor, y no que cada mañana cuando llegas a tu puesto de trabajo te sientes más desorientada y aturdida.
Si de repente te quedas sin trabajo, pasas a engordar la larga lista de lo que llaman “vagas”, da igual que te vuelvas loca a buscar una y otra vez una oportunidad para conseguir ser feliz. Automáticamente eres parte de esa escoria que vive del estado, opinan algunos que aún tienen trabajo, pero que puede que mañana estén en esa lista igual que tú lo estas ahora.

No puedes pararte, piensas, intentaré estudiar algo, aprender, no puedo estar parada. Y al intentar ocupar tu tiempo, no descansas. La angustia de estar sin empleo te reconcome, el no tener ingresos para poder ayudar a los tuyos que tanto te necesitan económicamente, y ahora tú eres una carga más.
Todos los días se terminan pareciendo los unos a los otros, la monotonía de la propia vida se vuelve insoportable. Y ahí están aquellos que trabajan para echarte en cara que eres una carga, y que no sabes hacer nada bien, por eso aún estas sin empleo.
Desaparece tu autoestima, y te vas hundiendo en unas arenas movedizas que te engullen cada vez más rápido.

Ves pasar coches caros, ves gente gastándose dinero a manos llenas, y te preguntas ¿por qué?. Por qué yo no tengo derecho a tener una vida en la que no me tenga que preocupar por el dinero, qué hay de diferente entre ellos y yo, es que acaso unos han nacido para ganar y otros para perder.
Pero desagradable es el día en el que conoces las miserias de aquellos que derrochan mientras otros lo pasan mal. Ya que ese día descubres que no vale nada la pena dejar más horas en un trabajo, dejarse la piel para conservar tu empleo, descubres que ni el que trabaja en el puesto más alto, y gana más dinero, es feliz. Y que muchas veces ha llegado a ese puesto con mentiras y traiciones, pero no trabajando o con esfuerzo.
Pero a la sociedad le da por dividirse en porciones, y ahora vuelve a tocar la de parado o trabajador. Al final son dos mitades de un mismo queso rancio.
Pocas veces en mi vida le he preguntado a alguien que acababa de conocer si trabaja o no, y mucho menos, dónde, en qué puesto y cuánto ganaba.
Quizá porque para mí es totalmente irrelevante, el trabajo no hace a la persona ni la persona hace al trabajo. Por esa razón aquel que esta sin trabajo, solo está buscando su oportunidad, tan dignamente como aquel que día a día intenta hacer de su trabajo algo digno y productivo tanto económicamente como socialmente.

A lo mejor deberíamos ver de vez en cuando a nuestros amigos de juventud y tomar algo con ellos, preguntarles que tal les va en la vida y si podemos ayudarles en algo, o compartir algo. Pero no preguntarles si ganan o gastan más que nosotros, o si su trabajo es socialmente de mayor estatus que el nuestro.

Para mí la vida no es una competición, si no un camino que cada uno recorre de forma diferente y en que estamos todos, y debemos echarnos una mano para que nadie se pierda en él.
He dedicado más tiempo a este relato que a otros porque hoy por hoy en mi país (España) la gente está muriendo por la desesperación de llevar demasiado tiempo si empleo. No sale en medios de comunicación y a todo el mundo le da miedo comentar algo así. No es justo que se olvide a las víctimas de un mundo en el que unos pocos, muy pocos, se ríen del pueblo mostrándonos su dinero robado a la cara, y orgullosos de haberlo hecho a costa del trabajo de aquellos que ahora se hunden en la absoluta desesperanza. No debería haber perdón para gente tan cruel, al menos yo no lo haré nunca.


De profesión... mandón.


Cuando somos niños y estamos en un periodo de aprendizaje constante, nos educan a través de ordenes impuestas que delimitan el bien y el mal, lo bueno y lo malo etc.
Así que de primeras y salvo en algunas raras excepciones, casi todos hemos recibido órdenes antes de darlas. De esta forma como parte de nuestro aprendizaje, comenzamos a imitar el papel de jefe y dar órdenes a todo ser viviente. A nuestra mascota, a nuestros hermanos, y algunos osados se atreven desde muy pequeños a dar órdenes a personas adultas.
Con los años ansiamos el día de poder gobernar nuestra propia vida y no recibir órdenes de nadie. Buscando mandar en algo. En nuestra empresa, en nuestra familia, o a nuestra mascota, pero mandar al fin y al cabo.
Conseguir que alguien esté bajo tus ordenes en tan difícil como conseguir que te obedezcan y respeten tus decisiones. Y tendemos a pensar que la persona que tiene la carga de personas a su cargo, está en una posición privilegiada y feliz. Pero mandar ni es fácil, ni es la palabra adecuada. Creo que cuando se tiene la responsabilidad de coordinar un trabajo, sea el que sea, para llegar a buen término y con todos los implicados en él felices y contentos. Lo que hay que hacer es orientar y dirigir, pero nunca mandar.

Este cambio implica la desaparición del líder, carismático y fuerte, a favor de un trabajo de conjunto donde lo valioso realmente no es la persona que encabeza el mismo, si no el objetivo a conseguir.
Claro que la desaparición del ego personal, el mérito, el oír constantemente repiquetear el mismo nombre una y otra vez, como líder indiscutible del algo meritorio, no es compatible con la figura un líder absoluto. Se daría paso a la importancia de los individuos, y se eliminaría la importancia de genio individualista.

En el caso de que se consiguiese, socialmente se ganaría mucho ya que todo individuo se sentiría importante dentro del marco social, pero al mismo tiempo desaparecería de nuestro interés las figuras representativas y los modelos a seguir.
La experiencia que yo tengo, es que mandar lo que se dice mandar, es un trabajo más bien pesado y aburridísimo. Que requiere un desgaste de energía tremendo, y en ocasiones inútilmente. La mayoría de las veces, orientar y dirigir a un grupo de personas para conseguir un objetivo común, es más gratificante y menos costoso, que pretender ser un líder mandón que todo lo controla y todo lo sabe.
Como conclusión yo diría, que si se consiguen los objetivos marcados, sin tener que sufrir durante en intento de conseguirlos, entonces todos los que están implicados han salido beneficiados, y podrán seguir realizando nuevas proezas. Si sin embargo han sufrido más de lo necesario, la pila energética que mueve al grupo se terminará agotando y causando conflictos y objetivos no conseguidos.

Por tanto disfrutar trabajando en compañía de tus compañeros de trabajo, sea cual sea el lugar que ocupen en la cadena de responsabilidades, debería ser el objetivo de todo jefe mandón.


La caja que atonta

Si alguien aún tiene dudas de lo que es un televisor, debería ver el relato de terror de Narciso Ibáñez Serrador, llamado así “El televisor”.
Hoy en día hemos evolucionado (o eso creemos) dejando muy atrás todo eso de creerse lo que dicen en televisión, o quizá no.¿Somos conscientes de que el 99% de lo que sale en televisión es totalmente mentira?.
Si preguntamos a una persona de más de 60 años, nos dirá tajantemente que lo que sale en la televisión es una acumulación de mentiras, desde las noticias hasta los reality shows, pasando por documentales y miles de anuncios.
Pero según vamos bajando la encuesta en edad, más creyente se vuelve el espectador.Los adolescentes creen firmemente en los reality shows, no pueden ni imaginarse que todo está preparado, y que lo que ven es 100% montaje televisivo.
Las mujeres de entre 20 y 60 años creen en los anuncios de productos de limpieza y de belleza. Tanto es así que recomiendan cosas que no tienen ninguna ventaja frente a productos mil veces más batatos, ecológicos y tradicionales, que han dejado de lado por comprarse las marcas promocionadas.
De igual forma, tanto hombres como mujeres, en líneas generales, suelen creer en las noticias hasta los 60 años aproximadamente. Se escandalizan con facilidad y toman partido de uno u otro bando. Dejándose llevar como un barco a la deriva por la información totalmente manipulada por los profesionales de los medios.
Y por último algo de lo que ningún estudiante universitario medio dudaría, pero debería hacerlo. Los documentales. ¿Acaso creemos que el que hace un documental no está orientando su discurso de igual forma que lo hace una cadena de televisión?.Entonces… si todo es mentira ¿cómo podemos estar realmente informados?.
Lo mejor es aprender de los escépticos, de esas personas que han pasado toda su vida con la cantinela continua de mentiras y que están ya curados de espanto. Esas personas mayores de 60 años que a la hora de las noticias pueden tener un sentido crítico, al mismo tiempo que ven y escuchan la información distorsionada.
Imaginémonos dentro de un bar de pueblo, con un montón de gente allí reunida por diversos motivos, y de repente el ruido del bar se para porque se escuchan las noticias de un mundo totalmente revuelto. Lo primero que todos hacen es escuchar lo que dicen las noticias, e inmediatamente después apagan la tele y 4 personas de ideologías diferentes allí presentes, empiezan a intentar averiguar, comunicando su opinión a los presentes, lo que pasa en realidad, y que no ha dicho el periodista. Al final, llegan a una conclusión, que no tiene nada que ver con lo que se ha dicho en el informativo. Curioso verdad.Esto lo he visto desde que era muy pequeña. Llegando a varias conclusiones. La primera es que la gente se reúne para averiguar la verdad sobre lo que está pasado, comunicándose unos a otros la información que tenían para descubrir la realidad. Algo parecido a lo que se hace en internet. Otra conclusión era, que si todos los espectadores fueran conscientes de que les están engañando. Los medios de comunicación terminarían haciendo su trabajo como deberían, ya que es totalmente inútil mentir si nadie te cree.Como conclusión yo recomiendo esa frase famosa que dice “no te creas todo lo que veas”. Y apaga la tele. Que una desintoxicación televisiva es la mejor de las medicinas.


Os dejo el link para que podáis ver una historia para no dormir llamada... "El televisor".
Narciso Ibáñez Serrador "El televisor"


Matrimonio o conveniencia


Cuando era una niña, mis amigas y yo nos imaginabas que al cumplir los 20 años nos casaríamos con un bonito vestido blanco, en una bonita iglesia. Con cientos de invitados entre amigos y familiares. Al salir de la iglesia un bonito coche nos aguardaría en la puerta, y como princesas nos llevarían a la fiesta en la que compartiríamos nuestra felicidad. Sería el día en que comenzase nuestra vida junto a la persona que amábamos y por supuesto, al poco tiempo llegarían numerosos retoños que no pararían de jugar y reír como en ese momento hacíamos nosotras.Pasado el tiempo la iglesia ya deja de ser tan bonita a convertirse en ténebre. El vestido blanco se convierte en un artículo de lujo que se alquila o bien se consigue prestado, perdiendo todo su encanto. Los invitados ya no son tus amigos y familiares, si no aquellos que pueden permitirse el lujo de acudir, así que no siempre acuden todos.
El coche que te espera es alquilado o con suerte prestado. Suele ser un coche de lujo, limpio y engalanado, pero al no ser el propiedad de la pareja, tampoco tiene ningún sentido salvo el estético.El convite es tan sumamente caro que parece una hipoteca. Te hacen pagar cubiertos y platos porque la gente se los puede llevar de recuerdo. De momento no he conocido ningún caso en el la gente se lleve mesas y manteles de recuerdo, pero todo a su tiempo.Además las fiestas en que se celebran bodas, a veces son más parecidas a funerales. Aunque los novios parezcan felices, en el fondo no hacen más que pensar, ¿pero esta porquería de comida nos cuesta 3 ó 4 meses de trabajo?.
Y por último, y no menos importante. Las tarjetitas de boda y los regalitos a los asistentes, que no solo son una cursilada en ocasiones innecesaria, sino que además salvo que seas una artista y te los hagas tú mismo, cuestan un barbaridad.Pero vamos al grano. ¿Por qué se casa la gente?. ¿Para estar juntos?¿Para tener hijos?¿Por religión?¿Por tradición?¿Por dinero?En mi opinión la mayoría de las veces es solo por dinero.
Una pareja normal y corriente, residente en España, de religión o bien propia, o bien familiar, cristiana o católica. Se suele casar por dos razones.
La primera es porque es un negocio redondo, ya que los padres sueltan billetes sin problemas a la hora de un bonito recuerdo, un mejor cotilleo con sus amigos y unos futuros nietos.
La segunda es porque toca. Ya los 20 años se han quedado muy atrás y hay que casarse, con quién y como sea. Nadie quiere quedarse solterón, y que tu familia te diga todo el tiempo eso de a ver cuando vienen los nietos, o cuando sientas la cabeza, etc.Así que se le ha quitado la importancia hasta el punto de desaparecer, lo que originaba teóricamente la unión matrimonial. Un vínculo entre dos personas que deberían amarse mutuamente, respetarse, ayudarse, comprenderse, con suerte procrear y tener hermosos hijos felices. Esto ya parece cosa del pasado.Y es que ya hacemos tanto lo que nos conviene egoístamente, que nos da igual todo. Todo el mundo parece olvidar y mirar para otro lado, cuando los niños que un día serán adultos, crezcan en familias que realmente están unidas solo por la conveniencia. Donde papá tiene una amiga especial, y mamá tiene un compañero de juegos con el que pasa demasiado tiempo. Dónde los hijos ven más a sus abuelos que a sus padres, y donde la palabra amor ya no tiene ningún sentido.Y luego están aquellos que se echan las manos a la cabeza cuando parejas de un mismo sexo quieren unirse legalmente, porque sienten una obligación espiritual que les hace marcar ese vínculo de forma que quede constancia ante las leyes de los hombres, y del universo si hace falta. Y esos pobres, cometen un acto ilegal, y están perseguidos, insultados y vapuleados.
En España concretamente, dicen que el problema es la palabra matrimonio, que solo tiene sentido si se une un hombre con una mujer. Y digo yo, que si el problema es solo lingüístico, que inventen una palabra para esto y así todos podemos ser felices, sin hacer daño a nadie.Como conclusión, creo que hoy en día el matrimonio está en decadencia. La unión entre dos personas que se aman no necesita contrato ninguno. Otra cosa es que queramos festejarlo o que queramos compartirlo celebrado un día especial. También puede ser que queramos seguir un ritual religioso para consagrar esa unión de forma espiritual.
Lo que nunca se debe hacer, es forzar una situación a la que debe llegarse de forma natural dentro de una pareja. Porque si hacemos eso, ni la pareja comprometida, ni sus hijos como fruto de esa unión, serán felices.
Primar nuestra felicidad y dejar a un lado los compromisos sociales, debería ser el objetivo de cada ser humano.


Sentenciando a la ley


Cuando somos niños son nuestros padres los que nos dictan lo que está bien y lo que está mal. Ellos son los que nos introducen en el mundo de la justicia. Quién no ha dicho cuando era niño y creía tener la razón en algo eso de… “no es justo”.
Lo primero que tenemos claro cuando somos pequeños, es que lo justo es aquello que nos beneficia y lo injusto es aquello que nos perjudica. Pero empezamos a tener un sentido más amplio y parecido a lo que más tarde es la justicia social, cuando observamos que la justicia de los mayores, que en nuestra niñez son nuestros jueces. Se aplica a otros niños. Y pensamos que podemos aplicar esas “leyes” que nuestros padres nos han impuesto, a nuestros propios padres.
Luego salimos del contexto familiar, y nos vemos aún más confusos. Porque lo que es justo para nuestros padres, no lo es para nuestros profesores, o para otros adultos. Y he aquí el verdadero conflicto, ¿qué es la justicia?.

En cada país del mundo se hay un punto diferente de ver las cosas. Lo que en Europa es totalmente ilegal, puede que en otro continente sea una norma social, y viceversa. Hemos salido de nuestra pequeña burbuja judicial en nuestro núcleo familiar, a un gran sentido global de la justicia.
Y entonces llega lo que se llama “La Ley”, y sus amigas, “Las Leyes”. Y nos vuelve a ocurrir lo mismo que cuando éramos niños. Lo que consideramos justo, en realidad no solo no lo es, si no que está penado.
Quién es quien decide lo legal o lo ilegal. ¿Es un consejo de sabios ciudadanos con buenas intenciones y buen corazón que se preocupa por sus congéneres?. ¿O en realidad en un montón de gente diversa con intereses diversos que en ocasiones acierta, pero que otras muchas fallan?.
Mi experiencia personal, es que ni los profesionales, jueces, abogados, fiscales, etc. Saben muy bien que es lo que tiene o pueden hacer. Es como si tuvieran una patata caliente, que se la pasasen constantemente los unos a los otros, hasta que el último que la coge ya le ha llegado fría y decide comérsela.
Pero si de esa patata caliente depende nuestro futuro. ¿Cómo podemos hacer que se haga justicia?.

En mi opinión, para que la justicia sea haga realidad en nuestra sociedad, deberían cambiar tantas cosas que no sé si alguna vez será posible.

No es de extrañar que el ciudadano impotente ante la burocracia existente, decida tomar medidas desesperadas. Hasta el punto de pasar de las quejas y el papeleo, a las manifestaciones. Pero las manifestaciones son tan inútiles que terminan en protestas más serias, revueltas y demás conflictos sociales.
¿Solución? A corto plazo es imposible solucionar miles de años de cultura dónde no existe la plena equidad, defensión completa y parcialidad. Por tanto, en mi opinión, deberíamos comenzar con un introspección personal, dividiendo qué es justo, qué es lo que nos parece justo y qué es lo que meramente nos beneficia tenga o no que ver con el sentido de la justicia. Comenzando por nosotros mismos, quizá algún día, la justicia sea tan preocupante para los ciudadanos como qué ropa nos ponemos por las mañanas. Tan acostumbrados a ella que será algo de relativa importancia, ya que formará parte natural y cotidiano en nuestras vidas.


¡Manos arriba!. Esto es un gobierno


¿Cuál es el verdadero oficio de los políticos hoy en día?.

Quizá lo que hoy llamamos políticos antiguamente se les conocía como empresarios. Lamentablemente hay algunos que se les podría llamar, ladrones, delincuentes, estafadores, pero no políticos. Creo que cada oficio tiene su nombre, y que debería llamarse a cada uno por lo que es y no por lo que pretende hacernos creer que es gastándose millones en publicidad, marketing y propaganda electoral.
La política hoy en día es difícil de poder estructurar, de poder observar en su plenitud. Ya que se ha vuelto burocráticamente tan complicada que nadie es capaz de entenderla. Pero es muy fácil si lo vemos a pequeña escala.
Hace ya muchos años que en los pueblos más pequeños existe la figura del alcalde. Un alcalde en una pequeña aldea de no más de 50 habitantes, es una persona conocida por todos. Todo el mundo sabe quién es, dónde vive, su carácter, su forma de ser. Y además se puede hablar con el alcalde directamente y contarle nuestros problemas y las posibles soluciones que tenemos a los mismos.

El alcalde en una pequeña aldea, no solo es elegido democráticamente por sus vecinos, sino que además todo el mundo en la aldea, sabe cómo va a gobernar, y que como ciudadano va a cooperar en ese gobierno. En el caso de que los ciudadanos no estén contentos con las decisiones que toma el alcalde, estos irán directamente a su casa, y pueden destituirlo de su cargo en horas.

Si el alcalde de la pequeña aldea, le diese por beneficiar a un vecino, o por robar bienes de la alcaldía y llevárselos a su casa. Toda la aldea se enteraría inmediatamente y le obligaría a devolver los bienes robados y a revocar los beneficios o concesiones dadas injustamente.

Todo en una pequeña aldea es muchísimo más simple. Se tiene conciencia de lo bueno y de lo malo para todos con mayor claridad, y además todo los vecinos están dispuestos a arrimar el hombro para hacer cosas buenas para el pueblo, o bien para defenderlo en caso de necesidad. Un fuego, un animal salvaje, un ladrón de ganado, hace que todo el pueblo se una. Ya que se contempla un beneficio como comunidad y no como individuo.
Pero si damos el salto al político del gobierno, hay madre que dios nos pille confesados. Sabemos dónde vive, pero no sabemos cuánto patrimonio tiene. Sabemos que puesto ocupa en el gobierno, pero no que puestos ocupa en empresas privadas. Sabemos muy poco de los beneficios o perjuicios que hace al pueblo, porque no todo lo que hace el gobierno sale en los medios de comunicación. Y además no podemos interactuar con el gobierno, ya que nos parezca bien o mal, sus decisiones son irrevocables, nuestras sugerencias, ideas, quejas o reclamaciones caen en el vacío de la inmensa burocracia.
Ni siquiera sabemos que trato de favor o movimientos económicos se hacen dentro de la política, no se no dan explicaciones ni somos conocedores de la turbidez que envuelve a la ambición de los políticos/empresarios que nos gobiernan.

Ni el gobierno, ni los gobernantes se preocupan en conocer los problemas reales de los ciudadanos a los que sirven. Se limitan a oír los problemas de aquellos que tienen posibilidad de comunicarse con los políticos directamente, que son las grandes empresas y lo propietarios del gran capital privado. El ciudadano de a pie, se ve con un gobierno que no le escucha y que no le respalda.
En caso de necesidad, el pueblo no se vería unido para defenderse ni para ayudarse. Ya que ha perdido el sentido de la unidad. La razón está en que el gobierno, solo gobierna para una oligarquía, no para la ciudadanía. Por ello, los pueblos se siente abandonados y sin esperanzas.

El pueblo se deja llevar por la marea de un mar embravecido, sostenido por un pequeño trozo de madera que le mantiene a flote. Mientras, contempla grandes barcos que se mueven con soltura en el mar de la sociedad actual, eligiendo la dirección que tomar. No recogen ni ayudan el pobre naufrago llamado pueblo, incluso puede que en su infinita ambición se lleven al naufrago por delante.

Como náufragos poco podemos hacer, salvo gritar o patalear. Pero mejor eso que no dejarnos llevar a la deriva sin rumbo.
Aunque es difícil dar algún consejo, voy a intentarlo.

Escuchar todos los puntos de vista antes de tomar una decisión que tenga que ver con la política, es muy importante. Saber lo que me conviene como ciudadano que va en una balsa y no beneficiar aún más al del barco que pretende que me ahogue. Quejarme y opinar siempre que me parezca que el gobierno está siendo injusto.
Por último, formar parte de mi pueblo, que es la gente que me rodea, y que está igual que yo, intentado sostenerse en un mar cada vez más embravecido. Ayudar a mi pueblo cada día más, y no ayudar a aquellos que quieren que los que no tenemos defensa, porque nadie nos escucha, pasemos a ser esclavos de los poderosos, se llamen como se llamen.


El gran sexo


En un principio quería basar mi relato en una crítica a como se abusa del sexo en los medios. Pero al final me di cuenta de que el tema es lo suficientemente importante como para dejarlo en una mera crítica cultural.
Si es cierto que se utiliza el deseo sexual, como algo primario y ventajoso. Y no es algo que no sólo no nos escandaliza, sino que nos es tan natural, como lo es la frase aquella que define a la prostitución como el oficio más antiguo del mundo. Pero banalizar las relaciones sexuales humanas, hasta el punto de convertirlas en un mercado, es algo que no me puede sorprender hoy en día. Lo que si me sorprende, es como se permite que se trate el mercado sexual como un mercado cárnico, dejando no solo los sentimientos a un lado, sino también la conexión del sexo con nuestra realidad humana.
El sexo se puede entender de tantas maneras como seres humanos hay en la tierra. Cada individuo tiene sus necesidades y su forma de intentar, a veces con suerte, saciarlas. Siempre comparando el sexo con la necesidad de amar y ser amados, o de ser queridos, apreciados, etc.
Podemos caer en el error de que al igual que debemos comprar compulsivamente, debemos tener relaciones compulsivamente. El mercado sexual también vende la novedad, lo que no has probado, lo que otros tiene y tu no. Todo ha sido distorsionado de forma que puede ser aplicado a nuestra vida sexual, con más o menos naturalidad.
Y es un tema muy serio. Convierte a las personas en maniquís de silicona, nos convierte en deseables o no. Nos dice que debemos hacer sexualmente para ser aceptados socialmente.
Cuando se tiene una confianza absoluta en lo que realmente queremos y cuál es nuestra sexualidad, podemos ver que la sexualidad, socialmente, está muy deformada.
Al tratar un tema como este, más delicado que ningún otro, tengo que definir mi postura. Cosa que es totalmente innecesario con cualquier otro tema. Y la razón es que en el sexo, más que en ninguna otra cosa, se cometen más perjuicios y más tabús.
Es como si no pudiéramos tener una libertad sexual mental, si no tenemos una libertad sexual social. Lo que nos convierte a todos en títeres de fantasías sexuales de otros. Vistiendo o comportándonos en ocasiones de forma estrafalaria.
El sexo al ser algo tan sumamente íntimo y privado, que pertenece solo a la elección del individuo, nunca debe estar marcado ni orientado por modas o por caprichos.
Si pedimos y exigimos una libertad de expresión, por qué no pedimos una libertad sexual. Pero la libertad sexual, no es dejar que el mundo decida qué es lo que debemos hacer con nuestro cuerpo. Si no todo lo contrario, romper ataduras, tópicos y demás, y decidir cómo, cuándo, dónde y con quien practicamos el sexo. Pese a quién pese, moleste a quién moleste.
Para bien o para mal, uno es quien debe decidir.
La adolescencia puede ser la peor época en la sexualidad de una persona, o la mejor si lo tenemos todo muy claro.
Cuando era adolescente, siempre estaba intentando enterarme de que iba el tema, que aún desconocía por completo. Primero escuche con atención las experiencias ajenas, y luego cuando pude, compartí las propias con las personas de mi confianza, siempre con absoluta discreción y sin tapujos. De esta forma, no solo aprendí más sobre mi misma, sino que además también descubrí que es lo que quiero, y que es lo que no quiero, en mi vida sexual.
Lo que quiero, es tener una relación de pleno disfrute, y conseguir que la otra persona se sienta tan feliz con mi compañía como yo con la suya. Cualquier otra posibilidad me es totalmente indiferente.
No quiero caer en las trampas de porque no pruebas esto o aquello, porque solo pruebo aquello que permita un disfrute en común con la persona escogida.
De esta forma evito convertir algo realmente maravilloso, en un trabajo o en una competición olímpica.
Mi consejo es muy sencillo, y asegura siempre la felicidad sexual. Guíate de tu instinto y de tu creatividad, y antes de hacer algo de lo que puedas arrepentirte, consulta a la persona con la que compartes este vínculo. Porque puede que se sienta ofendida, y lo que es algo divertido pueda convertirse en algo desagradable.
Y sobre todo, siempre que puedas, como dice la canción, déjate llevar.


La magia de la publicidad


Desde tiempos mucho más remotos de lo que podamos imaginar, la magia a formado parte de nuestra cultura. En un principio solo los dioses podían ser los dueños de hazañas increíbles. Las tormentas o el arco iris eran algo mágico, pero los elipses ya eran tomados como auténtica brujería.
Aunque muchos conocemos de sobra, por películas y libros, la magia desde los magos del antiguo Egipto, hasta los magos de las leyendas Artúricas. Poco somos conscientes de hasta qué punto la magia es importante en nuestra cultura.
Hace unos años tuve el placer de visitar la ciudad de Alcalá de Henares (Madrid), junto con unos amigos y nos atrevimos a dar una de esas excursiones de pago. Pensamos que se iba a limitar a ver la casa de Cervantes y poco más, pero lo más interesante no fue eso. Sin duda la sorpresa fue una Iglesia muy antigua, que estaba cerrada al público ya que estaba siendo restaurada. La iglesia es muy original, ya que al entrar el visitante acostumbrado a ver cientos de iglesias medievales o barrocas, con su piedra vista, no espera ver una iglesia tan sumamente blanca. El blanco dominaba la contemplación del visitante hasta el punto de quedar impactado por tanta claridad. Pero al levantar la vista se ve una cúpula eclíptica, lo que es menos común si cabe.

Todos estábamos expectantes, los de grupo cotilleaban por todas partes sin hacer mucho caso del guía, ya que aquello es una auténtica maravilla. Cuando el guía comenzó a comentar la razón de la forma de la iglesia nuestro asombro fue aún mayor.

Se trataba de hacer un espectáculo de luces y sombras a aquellos feligreses que acudían a misa, pudiendo sentirse unos más que otros cerca del cielo. Yo me imagino a aquellos que entrasen en aquel edificio, que aun hoy es bastante impresionante. Aquellos antiguos visitantes, sin estar aburridos de la tele o del cine y de los efectos especiales, rodeados de aquel magnífico espectáculo. Me parece natural, que solo unos pocos se librasen del no seguir fielmente a la iglesia, después de haber producido el mayor efecto visual y físico en aquellos espectadores de sencillas costumbres.
Hoy tenemos miles de fórmulas para conseguir esos efectos en el público presente, pero nadie se lleva a engaño, porque cuando uno va a un espectáculo de magia sabe que lo que ve son trucos, y no milagros.
Pero hay algo que no somos conscientes, y en lo que nadie repara porque la fuerza de la costumbre ha hecho que no le demos importancia. Y es la magia de la publicidad. Eso de que nos vendan felicidad a un buen precio. Ningún gobierno se preocupa porque a cientos de personas, en un gran número niños, les llegue el mensaje publicitario. Nadie está escandalizado cuando su hijo le pide para reyes un montón de juguetes que salen en televisión, y pierde el interés e incluso llega a enfadarse si se le regalan algo que no estaba en los anuncios.

Quizá deberíamos despejarnos un poco de lo que es un auténtico lavado de cerebro, con sus luces y sus sonidos envolventes, mucho más poderos que ninguna doctrina de fe, más o menos criticable.

Quizá hoy en día nuestro dios está en nuestra cartera. Y nuestra felicidad no se basa en un buen comportamiento que nos lleve al cielo, siendo justos con el prójimo. Sino comprando de forma inconsciente todo lo que nos haya deslumbrado.

Aunque el daño que hace la publicidad abusiva a la mente es muy claro, no hace falta decir que el daño cultural es muchísimo mayor que la más grande de las piraterías.
En mi opinión es difícil librarse de todo esto. Yo tengo algunos trucos. L primero es no ver la televisión con asiduidad. En el caso de que esté viendo una película o programa que me interesa y de repente aparece con violencia y sin aviso la dichosa publicidad, quito el volumen hasta que los mensajes desaparezcan. Mientras hago otras cosas, ya que considero que cada segundo de mi tiempo que pierdo viendo anuncios, es un segundo de mi vida que regalo a una empresa sin escrúpulos.

Pero a pesar de lo dicho, si estoy muy a favor de la publicidad sencilla, que no perjudica a nadie y que nos informa de aquello que como consumidores buscamos. Aunque esa nos la encontremos normalmente de forma casual y no de forma brutal.

Kultura

Desgraciadamente como todo, la cultura es un negocio. La gente que realmente ama la cultura se siente asustada ante la pomposidad de los maestros de saber.
Desgraciadamente en nuestra cultura actual se tiene idolatría extrema, hasta el punto de llegar a rendir culto a los que se consideran los mayores artistas. Es tan grande el despropósito que se llega al ridículo.

Y yo me pregunto si los artistas que se veneran, que en su mayoría ya no tienen ni voz ni voto, porque ya no están vivos para poder opinar, estarían de acuerdo con todo este mercado cultural.
Un mercado cultural que orienta, no siempre de forma afortunada, al consumidor de cultura de una forma tan ridícula, que es difícil creer que realmente gente bien formada, pueda resultar tan absurda, y que se deje llevar en direcciones tan poco creativas.

Por ejemplo, los grandes pintores como Dalí o Picasso. Que se reían del mundo y de la sociedad de su tiempo, rompiendo con todo lo que era lo prudente y lo tradicional, y consiguiendo un arte fresco he impactante. Qué dirían ellos, de carteles o calendarios con su foto. Qué dirían ellos de las tazas del desayuno con su cara. Yo creo que se llevarían tal impresión que harían una obra de arte solo con trozos rotos de todo este mercado que vende una y otra vez las mismas caras y los mismos nombres. Un mercado que se olvida de que el arte debe estar vivo, y como todo ser vivo evoluciona, crece y se reproduce constantemente. Porque si no es así, se marchita y muere, dejando pena, tristeza y desolación.

Y esa es la sensación que me produce la cultura actual, entre marchito y exagerado, sin un rumbo claro.

Desde luego no se puede generalizar en nada, y hay grandes artistas que la mayoría de las veces no se conocen, pero que luchan por seguir enriqueciendo la cultura universal.

La desgracia para la humanidad, es la triste realidad del arte y del artista. Los grandes genios siguen muriendo pobres, solos y sin que apenas nadie les conozca. Y hoy en día con tanta publicidad alienante, no tardarán décadas en conocerse si no que además, puede que jamás salgan a la luz del público más mundano y menos especializado.

Me gustaría tener una solución para poder dejar este relato con una pequeña luz de esperanza, pero de momento es difícil encontrar un camino. Hoy en día, mi forma de enriquecerme culturalmente, no es sólo acercándome a museos o centros de arte. No es solo viendo películas de culto o leyendo libros recomendados por amigos. Me acerco directamente a los artistas, hablo con ellos, aprendo, aprendo y sigo aprendiendo.

Por si aca

Vivimos en la cultura del por si aca. Por si acaso me sube el precio de la vivienda, me compro una hipotecándome a 30 años. Por si acaso necesito unos zapatos para una cena de empresa me compro 5 pares al año. Por si acaso necesito un vestido para salir a cenar con mi pareja, me compro 20 modelitos o más al año. Y así con todo. Todos aquellos que vivimos en la cultura de la publicidad y del consumismo absurdo, sabemos muy bien lo que es el por si aca.
Comprar comida que nunca vas a poder comer, llenando la nevera de salsas que solo probaste una vez. Los armarios llenos de comida enlatada de países lejanos, que no sabes preparar. Pero eso sí, estaba en oferta.

Todo hay que comprarlo rápido y a ser posible rebajado. Sin pensar demasiado.

Por suerte en mi familia hay gente que ha podido educarme con las siguientes cuestiones a la hora de compra, es un diálogo sencillo, que podéis aplicaros siempre que volváis de un centro comercial.
La situación es la siguiente, yo entro por la puerta con una bolsa, y comienzo la conversación diciendo:

¿Adivina lo que he comprado?Si no me lo dices no lo sé.Pues he comprado esto. (En ese momento se enseña el objeto que ha sido fruto de un deseo tan ferviente que nos ha hecho llevarlo a casa con la mejor de nuestras sonrisas).Qué bonito. ¿Para qué sirve?Pues de adorno (Podemos buscar mil escusas).¿Te ha costado muy caro?No, estaba rebajadísimo¿Y dónde lo vas a poner?Pues la verdad es que no lo he pensado.

Y después de una conversación tan absurda, viene la moraleja final.

No deberías gastarte el dinero a lo tonto, si no necesitas algo realmente no lo compres, porque al final lo único que haces es tirar el dinero y acumular cosas que no quieres. Las acabas tirando, porque no sirven para nada e incluso prefieres compra otra cosa igualmente absurda para regalarle a alguien. Y comprar por comprar no tiene sentido, y es una pérdida de tiempo y dinero.

Pero una puede ser más consciente aún de lo que hace cuando compra. Por ejemplo preguntándose lo contaminante que puede haber sido la producción de ese objeto. La calidad de vida del trabajador o trabajadora que lo fabricó, etc. Si realmente el precio es tan bajo ¿cuánto cobraba el que lo ha hecho? ¿Nada?. Y si cobró tan poco, ¿qué tipo de empresa es a la que le he dado mi dinero?.

Si una empresa solo está preocupada en tener unos grandes beneficios sin importarle como viven las personas que trabajan en la elaboración de sus productos, qué tipo de individua soy yo que estoy dejando mi dinero, que tanto esfuerzo me cuesta reunir, sin pensar en el camino que ha recorrido ese objeto hasta llegar a mí. Qué escrúpulos son los míos que miro hacia otro lado sin importarme absolutamente nada la vida de todos los que han dejado su trabajo en ese objeto que ahora voy a tirar porque no sirve absolutamente para nada.

La respuesta es simple, no tengo ningún escrúpulo, porque mi sociedad no me ha educado para valorar el trabajo de nadie, ni siquiera el mío, porque compro compulsivamente sin pensar en lo que me ha costado conseguir ese dinero. Por eso me da igual tirar cualquier cosa, o comprar cualquier cosa.

Mi consejo es el que me han aplicado desde niña y que intento aplicarme aún. Antes de comprar algo, pienso en para qué lo quiero, qué voy a hacer con el objeto fruto de mis deseos. Qué partido le voy a sacar. Y si es un regalo para alguien, me veo en el lugar de esa persona, pensando en qué utilidad podría sacarle a ese regalo en cuestión. Si en algún momento de mi razonamiento, se atisba alguna duda, entonces con decisión absoluta y sin remordimientos, dejo el objeto donde estaba y me alejo todo lo posible de él para no comprarlo. De esta forma consigo comprar realmente lo que necesito y no lo que la publicidad se empeña en decirme que necesito. Además me siento libre de decidir que compro y que no, que hoy en día es complicado conseguir realmente y sinceramente sentirse así.
A todos y todas los que tengan que comprar regalos y demás, mucha suerte. Yo que vosotros y vosotras, visitaría las tiendas cercanas a vuestros hogares más, y visitaría menos los centros comerciales. Ahorras dinero, paciencia y sobre todo derrochas felicidad, ya que comprarás solo lo que quieres comprar y nada más.


No me avergüenzo de ser pobre


Diciembre del 2012. La historia se repite. Algunos soñábamos con que las mentiras que nos contaban en el colegio podían ser verdad. Nos vendieron la papeleta para un sorteo en el que solo unos pocos elegidos podían participar, y si ganabas lo tenías todo, pero si perdías… A esto último nadie respondía.

Qué diferencia existía entre el más aplicado de la clase y el que lo era menos. Cuán diferente sería su vida cuando llegase la madurez.

Cuando era niña me contaban que el fruto del esfuerzo tendría una recompensa en la cual no tuvieses que pensar en el mañana, todo estaría resuelto. Al igual que tus padres tendrías tu casa, tus hijos y tu vida, tal y como la soñaste. Sin preocupaciones porque el gobierno se encargaría de que tus hijos al igual que tu, disfrutasen de los beneficios de una educación, de una sanidad y de un buen futuro.
Pero que ha cambiado en estos últimos quince años.

Si alguien se hubiese marchado a otro planeta y regresase hoy se quedaría asombrado y sin saber que decir. ¿Pero este es el lugar de donde me marche? No queda esperanza de futuro, la gente anda desorientada con la cabeza gacha y busca por todos lados una salida, una respuesta que nadie le da.

Me enseñaron disciplina, me dieron una buena educación. Me enseñaron a ser respetuosa con los demás y a pensar en el mañana recordando el pasado para no cometer los errores que mis mayores ya cometieron y aprendieron de ellos. Escuche. Y escuche atentamente, porque aquellos que me decían que todo era bonito y que siempre sería así, podían estar equivocados, y por desgracia aun no sabemos como acabara esta historia.

Recuerdo aquellas historias de las que la gente mayor no quería hablar, pero yo intentaba que me contasen, pues era la única forma de saber cuanto habían luchado para que yo pudiese hablar y pensar con libertad.

Cuando era niña un señor que esperaba al igual que mi tía y yo la llegada del médico de un pequeño pueblo, contaba con naturalidad asombrosa como paso sus días en Alemania. Cuando decían la palabra Alemania, todos los mayores sabían que iba a contar, pero yo estaba intrigada, ¿por qué ese señor nacido en un pueblo tan pequeño habría de marcharse tan lejos a buscar trabajo? El narraba lo difícil que había sido todo, como le trataban, como tenía que luchar todos los días para salir adelante. Pero lo que a mi me fascinaba era su gran sonrisa en la cara, no perdía esa sonrisa mientras contaba sus desgracias. Para él fue una oportunidad, la oportunidad de salir de una situación difícil en la que él no tenía nada que ver. Y ahora, no le importaba esperar pasando frío a que apareciese un médico de pueblo que solo pasaba por allí una vez a la semana y le recetaba algo para sus múltiples dolencias. También contó como fue estar en el frente en Rusia, el frío y el hambre. Como llego la guerra a él que había huido de ella, como le trataron como un trapo viejo cuando la guerra se acabó, y nadie se acordó de que el casi pierde la vida muy lejos de su patria y sin saber realmente porque había llegado al frente. Se sentía engañado y estafado, pero al mismo tiempo orgulloso y feliz.

El corto relato que ese hombre contó me hace ahora ver las cosas desde una perspectiva muy diferente al resto. Quizá no estoy engañada, quizá yo me he sentido defraudada porque me he visto envuelta en una batalla económica en la que nunca he participado. No ha ganado nada con la crisis, pero también a igual que ese hombre me siento feliz porque no he perdido. No he perdido la esperanza ni la ilusión. Sé que mucha gente está sufriendo más de lo que puede soportar, más de lo que jamás pudo imaginar, y piensan que la bonanza económica regresará igual que se ha marchado. Yo no pienso así, para mí lo importante antes, ahora y siempre, son las pequeñas cosas cotidianas que la mayoría apenas puede ver.

¿Alguna vez habéis escuchado a los niños cuando hablan? Ellos no saben de dinero, pero si saben que es lo que valoran y lo que no valoran sus padres. Si sus padres valoran los viajes, ellos presumirán de haber visto cosas increíbles aunque sean ficticias he imposibles. Si sus padres valoran la ropa, ellos dirán que sus ropas son las mejores que existen aunque sus padres las hayan comprado en las rebajas de un centro comercial. Pero de vez en cuando, lo niños hablan como niños, cuando sus padres no están para censurar sus palabras. Y ven lo que es el mundo en realidad, eso que nosotros ya no queremos ver. Juegan con las piedrecitas del parque, con las hojas de los árboles, con sus mascotas o las de sus amigos. Y les da igual lo material, porque no les importa que sus pantalones se rompan o se manchen, lo que les preocupa es que sus padres les regañen por su comportamiento inapropiado.

Tal vez eso es lo que hemos perdido con nuestra sociedad de consumo y derroche, llena de publicidad agobiante y de mensajes que trastornan las mentes más maduras o privilegiadas.

Así que si crees que estas tan perdido en este mundo como lo estoy yo, busca un lugar donde puedas encontrar a ese niño que sigues siendo, y disfruta de esta vida que no te pide tu número de cuenta para ser feliz.

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