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jueves, 13 de noviembre de 2014

Merchancaquín

Hay algunas personas que todo lo convierten en oro, pero no necesariamente ese oro, es algo material y tangible. Pero lamentablemente en este mundo tan absurdamente materialista, hay otras que se empeñan en convertir todo en un negocio, y lo que consiguen es destruir la esencia de las cosas. Son esas personas, que todo lo que tocan lo convierten en basura.

La comida rápida, se convirtió en comida basura.
El periódico gratuito, se convirtió en la publicidad basura.
La comunicación a través de Internet, en las redes de cotillas basura.
La cultura, en la deshumanización basura.
La ciencia y la tecnología, en la compra compulsiva de basura.
Los trabajos, se convirtieron en sueldos basura y con olor a podredumbre.
El voluntariado, se convirtió en los viajes basura.
El amor al prójimo, en las sectas basura.
La música, se convirtió en las latas sonoras de la basura.
Y el arte se convirtió en el contenedor de basura.

Por suerte, con el tiempo, vamos valorando más la esencia olvidada de las cosas, y dejando la basura bien reciclada, para no acabar viviendo en todo un planeta basura. O al menos, eso espero.


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