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miércoles, 26 de noviembre de 2014

Defendiendo la marca

Antiguamente las marcas, se inventaron como un distintivo de calidad del producto. Hoy en día, son un peligro en la sociedad de consumo.

La mayoría de las grandes empresas que dan nombre a marcas comerciales, no tienen sus fábricas dentro del continente donde se originaron. Si no que se benefician de los países donde no se cumplen la condiciones laborares adecuadas, y donde los sueldos de los trabajadores son de esclavitud total.

Estas marcas, en ocasiones, fomentan los subproductos de las mismas, que el mercado internacional llama falsificaciones. Son una manera de promocionar la marca entre el pueblo llano que no puede comprarse un original y que compra la falsificación. Pero estas falsificaciones, si son hechas fuera de los límites de la mafia de estas marcas, son un delito perseguido. Las marcas denuncian a los falsificadores, y dan a entender que les "molesta" que falsifiquen sus productos, pero en realidad, lo que les molesta, es que falsifiquen empresas, que no les dan parte de los beneficios de la venta de estas falsificaciones.

Mientras, la personas normales y corrientes creen que la marca sigue teniendo calidad, y siguen siendo empresas con dignidad y honorabilidad en la comercialización y fabricación de sus productos, pero en absoluto es así.

Las mayores empresas textiles del mundo, tienen esta estrategia de mercado. Venden productos con diferentes calidades, que nunca fabrican en su país de origen (aunque publiciten lo contrario) y fabrican al mismo tiempo falsificaciones de sus propios productos para ampliar su mercado.

A todo esto, los gobiernos invierten cientos de miles de millones de euros para defender los derechos comerciales de estas empresas, y acabar con las falsificaciones, que estas mismas empresas fabrican usando subcontratas no declaradas, y en la absoluta clandestinidad.

Cuánto dinero nos ahorraríamos si estas empresas estuvieran obligadas a fabricar en el mismo país donde venden.

Cuánto dinero sería invertido en bienestar social, si estas empresas pagaran sus impuestos en el país que venden sus productos.

Cuánto dinero nos ahorraríamos obligando a que la calidad de los productos que nos venden, sea acorde con el precio y con las garantías impuestas dentro de nuestro propio país.

El problema no son las empresas, son los que permiten que estas empresas delincan constantemente, con la autorización de los gobiernos, y la sonrisa de sus dirigentes.

Mi consejo para el lector: no compres marcas, pero asegúrate de lo que compras es de buena calidad y duradero, aunque sea heredado de un primo lejano. Mejor eso que no seguir alimentando la miseria del planeta.

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