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sábado, 17 de noviembre de 2018

Falsos antagonismos

En un momento de la historia, comenzó la educación de la personalidad, creando una falsa creencia de radicalismo extremo que no tiene que ver con la realidad, pero que debidamente impuesta desde la infancia y asegurada por todos los medios de los que dispone el poder ha llegado a parecer una verdad suprema.
Como en otras ocasiones voy a recurrir a ejemplos para que se entienda lo que quiero expresar. Se dice que una persona es valiente, por ser atrevida, no tener miedo a nada, y echar la vista el frente sin mirar atrás nunca. Y no se puede entender que esta persona en algún momento tenga un comportamiento cobarde, temeroso o simplemente prudente, porque no encaja con el estereotipo de valiente que nos han enseñado. Así pues si esta persona que nosotros hemos etiquetado como valiente, deja de comportarse como tal, es una etiqueta que hemos colocado en un lugar inmerecido, nos ha defraudado, y nos sentimos engañados. En realidad, nos engañamos a nosotros mismos creyendo erróneamente que el ser humano es de un color uniforme y determinado, cuando dentro de cada ser habitan una enorme gama de colores y matices, de texturas y aromas, que no solo no debemos avergonzarnos de ellos, sino que además de disfrutarlos debemos lucir con orgullo.
¿Por qué tenemos miedo a defraudar?. Tenemos tanto miedo a reconocernos a nosotros mismos, como a que los demás descubran que somos de formas diferentes según el momento y el lugar, y para nada es una vergüenza esto y mucho menos un trastorno mental.
Si nos ponemos delante de un toro, ¿actuamos igual que si abrazamos a un niño pequeño?. Está claro que no, las circunstancias lo son todo. Somos conscientes que debemos moldear nuestra conducta según el lugar que estamos, la actividad que estemos realizando y las personas que nos rodena en ese momento. No le vamos a echar un discurso filosófico moral a una vaca, por poder, se puede hacer, pero la cara de la vaca va a ser de foto, y suerte sino se tumba y se duerme o directamente se va sin decir ni mu.
Así pues esta sociedad enlatada que han prefabricado y que está totalmente adulterada, no tiene más que desperfectos, y el mayor de todos es el no entender que no somos ni debemos, ni queremos ser perfectos ni homogéneos. Y además esa es una de las virtudes de los seres vivos y lo que nos permite evolucionar, con la adaptación y versatilidad. Es poder ser mezcla de muchas cosas, y adaptarnos a situaciones y entornos diferentes.
¿Y dónde viene la conspiración en todo esto?. Se puede preguntar un lector, que ya sabe por donde suelen ir los tiros de mis escritos. Pues yo creo que las personas más lineales y difícilmente camaleónicas son los psicópatas, que aunque pueden resultar estupendos actores, no cuentan de forma natural con la empatía, principio de la adaptación social y el cambio de comportamiento frente a las diferentes circunstancias. Por tanto, si somos o nos creemos lineales, o pensamos que si no somos uniformes en nuestra conducta, tenemos un trastorno mental serio, entonces es fácil crear de forma artificial una sociedad falsamente uniforme, porque aunque las personas no lo sean, por propia supervivencia con el entorno, se comportan como la etiqueta que ellos mismos se han colocado. El psicópata ante la conducta psicopática general se puede camuflar muy bien, pues todos están actuando con una mascara de carnaval, no solo él.
Puede ser que debamos hacer el enorme y colosal esfuerzo de aceptarnos como somos, y ser como somos ante los demás, sin miedo a que nos quiten y nos pongan etiquetas como si fueran los precios de un supermercado. Sin embargo a parte del beneficio para la salud que da a la larga saber que uno es libre de ser como le de la real gana, tiene el aporte social de desenmascarar a los psicópatas, que al fin de cuentas son los causantes de todos los males de la humanidad hoy por hoy. Pues se han colocado en los altos cargos de todo, desde la política hasta la salud. Y si queremos sobrevivir como especie, me temo que pocas alternativas pacificas hay, pero esta no es mejor ni peor que otras, aunque es cómoda, económica, y reporta una satisfacción personal para quien la practica.

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