Mentiras arriesgadas

Políticos, periodistas, médicos, y demás implicados, directa o indirectamente, en los sucesos relacionados con el ébola en los últimos meses, mienten. Y mienten de forma vergonzosa. Mienten en cosas que son legalmente establecidas, que siguen protocolos internacionales. Mienten en lo que la propia ley española establece. Mienten en algo que se realiza de forma habitual en grandes laboratorios de España. Mienten sobre algo que es el día a día para muchos trabajadores de la investigación científica en este país, pero nadie lo desmiente claramente. Aun estoy esperando que grandes científicos que trabajan en biomedicina y en farmacología en España denuncien a todos los que están atacando a una mujer que está enferma debido a un gran delito. Un delito en el que no solo hay que dar explicaciones políticas, un delito que no solo necesita dimisiones e indemnizaciones, necesita un gran cambio. Una reestructuración en profundidad, donde los profesionales, personas responsables y con autoridad en su campo, prestigio y reconocimiento en su forma de trabajar y de proceder, ocupen los cargos de mayor responsabilidad. Una reestructuración sin enchufismos, sin favoritismos y sin exámenes aprobados a dedo. Un cambio sin funcionarios herederos de puestos que antes ocuparon sus familiares. Un cambio donde no sea el becario, o el contratado de forma irregular, el que saque adelante la sanidad pública de este país,
No podemos permitir que como tantas otras veces en España, se eche tierra encima para que deje de oler mal. Hay que limpiar esta basura que no solo ha acabado con todos los beneficios sociales, no solo ha arruinado el país, si no que además pone en peligro la vida de sus ciudadanos, para posteriormente reírse de ellos en su propia cara, utilizando los medios de comunicación. Basta de mentiras, hay que tomar medidas drásticas, expulsión y prisión para los delincuentes. Y no que como siempre, que se les pone en un altar y se les premia con tarjetas a fondo perdido y libres de impuestos. Esto es solo el reflejo de una sociedad podrida que se ha mantenido durante cientos de años como todas las mafias, con un control a base de inyecciones de capital para la oligarquía mafiosa, a cambio de la ruina de los ciudadanos.
España deja a las mayores mafias del mundo, como si fueran bebes jugando en el parque.