Translate

miércoles, 22 de octubre de 2014

La mentira sobre los derechos de autor

¿Para qué sirven los derechos de autor? ¿Qué sentido tiene eso de que no podamos escuchar música, no podamos ver películas, documentales...?
La gran mentira de los derechos de autor, que siempre nos cuentan en los medios de comunicación, es la que dice que con ellos se paga a los autores. ¿Acaso cuando realizamos un trabajo un día, se nos paga todos los días por él?. Es absurdo, se paga por trabajo realizado solo una vez, no se paga constantemente por el mismo trabajo.
No todo los casos son iguales, pero voy a poner uno fácil. Imagínense que quieren ver una película hecha con fondos públicos españoles, a lo que se ha pagado de sobra a todos los que participaron en su realización. Y usted vive en España. Pues resulta, que no puede verla, porque tiene derechos de autor. Conclusión, estafa. Has pagado algo, sin saber que pagabas, y si quieres verlo, tienes que volver a pagar.
Ahora vamos a pensar que somos unos músicos que firman un contrato con una discográfica. ¿Acaso vamos a ganar una pasta vendiendo la música enlatada que grabamos un día en un estudio de grabación?. No, no vamos a ganar prácticamente nada, los que realmente se llevan la pasta son los de la discográfica que más que comerciar, parece que trafican con el arte.
Y si somos escritores que tienen un día brillante y deciden plasmarlo negro sobre blanco. ¿Nos forraremos vendiendo nuestro trabajo?. Tampoco, el escritor, ya puede tener unos 20 libros entre los más vendidos, para salir de pobre. Pero los libros tampoco los regalan, aunque estén en formato electrónico.
Esta el la razón por la que muchos autores y artistas, desesperados por ganarse la vida con su trabajo. Aunque prácticamente lo regalan. lo intentan comerciar de forma independiente. Venden menos, pero ganan más por unidad, y el cliente, tampoco es estafado.
Una vez más son los gobiernos, y sus leyes las que protegen a las grandes empresas, como discográficas y editoriales. Eligiendo que sale a delante, y que se pierde en el olvido. Y lo que es peor, dejando al artista como un muñeco de trapo.
Si realmente queremos defender los derechos de los artistas, debemos comprar el arte, al artista, y no a intermediarios, que manejan y comercian con la cultura.
La cultura es de todos, nadie paga cada vez que baila unas sevillanas. O al menos de momento.

No hay comentarios: