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martes, 21 de octubre de 2014

El imbécil de turno

Yo creo que todos hemos sido algo imbéciles alguna vez en nuestra vida. Alguna vez, hemos seguido opiniones ajenas sin discernir primero, si estas eran las más correctas, o no. Pero ser imbécil puede curarse, pero también es muy contagioso. Los imbéciles suelen reunirse en rebaños, para decir imbecilidades, como; tal dice esto, o tal otro dice lo otro.
Acumulan las opiniones, las críticas, todo, pero siempre ajeno. Lo memoriza, y como loros lo repiten hasta el agotamiento. Son defensores a ultranza de las opiniones y creencias ajenas, y nunca se paran a pensar que puedan existir otras opiniones igualmente aceptables, que no sean la de sus ídolos.
Sus ídolos, pueden ser; desde el portero de un equipo de fútbol, hasta un pope de la ciencia. Un imbécil, es igual de imbécil, tenga los estudios que tenga.
Los imbéciles son tan imbéciles, que si un día su ídolo dice negro, ellos son capaces de matar con tal de defender el negro. Pero si 30 minutos más tarde dice su ídolo blanco, dirán que el negro es una mierda, y que lo mejor siempre a sido el blanco. Es decir, son imbéciles.
Yo he estado muchas veces en charlas, que se convierten en debates, tras la aparición de un imbécil en escena. A los imbéciles les encanta debatir, para demostrar que tiene razón, usando razonamientos absurdos, y copiados de otros. Cuando los que estaban charlando, notan que se ha infiltrado un imbécil en la conversación, suelen optar por dejarle hablar a gusto y decirle a todo que si, ya que no se le puede hacer razonar, al fin y al cabo, es imbécil. Pero si dos imbéciles se encuentran, uno frente a otro, pero tiene opiniones encontradas, el fuego cruzado comienza, y ay del que quiera mediar entre dos imbéciles, porque saldrá escarmentado, y encima al final, los imbéciles aunque tenga opiniones diferentes, siempre terminan llevándose bien, al fin y al cabo, son igual de imbéciles.
Querido lector, sabiendo que usted no es imbécil, y que criticará lo que aquí expongo, le felicito por su capacidad analítica y racional. Y le agradezco que siga siendo usted mismo, y no fruto y obra de lo que digan los demás, se esté de acuerdo o no con el resto de las opiniones, por muy contrastadas que nos aseguren que están.

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