Hay algo que todos los artistas tenemos en común, sea cual sea la disciplina artística que hayamos desarrollado durante nuestra vida. Y es la necesidad imperiosa de comunicar algo. Algo que para nosotros es muy evidente, y que necesitamos que los demás vean tan claramente como nosotros lo hacemos. A lo largo de mi vida, cuando he intentado transmitir algo, he intentado dar esta comunicación sin que el espectador (ya que yo hacía teatro) se asuste de lo que le estoy contando, sin que le de tanto miedo la realidad que no llegue a comprender la información que se le transmite. Esto es todo un arte, y realmente, no crea el lector que es nada fácil. Porque el espectador no busca lecciones de cátedra, busca entretenerse, y de paso si aprende algo estupendo, pero nunca al revés. No va con la intención de aprender, va con la intención de pasar un rato divertido y ameno.
Lamentablemente, los artistas, no nos entretenemos cuando queremos comunicar algo, estamos realizando un gran esfuerzo con todos nuestros sentidos puestos en nuestra obra, y debe servir para transmitir, porque sino transmite nada, no tiene sentido alguno el trabajo y el tiempo dedicado.
Vivimos en un mundo donde el arte y la cultura lucha contra el exterminio, estamos intentando levantar una nueva cultura y una nueva comunicación, pero al mismo tiempo nos sentimos menos valorados, menos entendidos y menos comprendidos que nunca.
El problema no es muchas veces, que no entiendan lo que queremos transmitir con lo que hacemos, eso todo artista debe asumirlo desde el principio. El problema real, es que lo que queremos transmitir ahora, tiene un carácter de urgencia. De alguna forma, nada casual, los artistas conectamos más con la realidad que nos rodea que el resto de las personas, y al mismo tiempo, nos sumergimos en el maravilloso mundo de los sueños para hacer de esa realidad una creación más hermosa y aceptable, no solo por nosotros mismos, sino también para las personas que va a disfrutar con nuestras obras.
Pero todas las historias, al menos las buenas historias, son agridulces. Como lo es la propia vida. Y cuando se es artista se sufre de empatía, así que es muy difícil contar historias que se ven más agrias que dulces, y más si estas historias son solo un preámbulo para un suceso real e histórico que está por llegar.
Muchos se extrañan de este poder de precognición de los artistas, yo misma me quedo asombrada de él. Pero por suerte, he comprendido que no es una locura el que los artistas estemos más conectados con la realidad que otros, no es casualidad que nuestros mejores trabajos se adelanten a grandes acontecimientos históricos, sociales, tecnológicos, etc. Simplemente, es el resultado de una indagación, de una investigación del entorno, y de alguna forma, encajamos las piezas del puzzle y pensamos que avisamos de un suceso que es muy probable que ocurra, pero que la mayoría de las veces, lo que queremos es evitar que este pase, o si pasa, que sepamos como actuar para que los daños sean menores.
Por desgracia, al destruir la cultura y el arte, como lo están haciendo hoy en día. Nos dejan a los artistas como enfermos mentales, cosa que hacia cientos de años que no ocurría. Nos quieren relegar a eso, simples locos que dicen tonterías. En realidad, aunque jode que te tomen por loca cuando lo único que tratas es de ayudar en la medida de lo posible a otras personas, lo que molesta de veras es ver como los sucesos van aconteciendo según tus cálculos, según tus pronósticos, sin que puedas hacer nada para evitarlo. Es como ver esas piezas de dominó que están colocadas estrategicamente para si golpeas una, las demás caen en serie. Pues esto es exactamente igual, tratas una y otra vez de llegar a tiempo para que las fichas no sigan cayendo, pero por mucho que insistas ellas siguen adelante, su rumbo enloquecido y frenético hasta llegar al fin último que puede dar más que miedo, puede causar auténtico terror.
El pronostico que tenemos actualmente, es bastante terrorífico, y las fichas siguen y siguen cayendo, sin que hagamos nada. ¿Podemos hacer algo?. Claramente SÍ, por eso los artistas seguimos haciendo arte, seguimos luchando en un mundo absurdo que no quiere ni ver, ni oír, ni sentir nada. Pero no somos los artistas lo que tenemos que hacer que esa maldita pieza sea eliminada antes de que sea demasiado tarde, somos todos en conjunto. Es muy fácil dejar a los artistas la responsabilidad de avisar a la humanidad, porque como es igual de fácil ignorarnos y tomarnos por locos, se puede seguir ignorándonos, y cuando haya pasado el desastre volver a mirar atrás y decir, " ah sí, mira, si el artista tal y cual ya lo avisó". Es un hartazgo todas estas pamplinas, de que tenemos poderes mágicos o inspiración divina, lo que importa es que no se ponen los remedios antes de las enfermedades, y luego buscar explicación a porque no se hizo caso de las cosas en su debido tiempo, eso no se tiene en cuenta, sino que se busca explicación a como alguien sabía eso, mientras la inmensa mayoría no lo sabía. No puede ser más absurdo todo.
Antes de que muera, como están muriendo muchos artistas, en homenaje a todos ellos, me gustaría dejar escrito aquí algo. Conocer el arte, no es conocer al artista, es conocernos a nosotros mismos y a todo lo que nos rodea. La cultura sirve, y tenemos la obligación de que así sea, para no solo aprender de ella, sino para poner en practica esos conocimientos que nos va a asegurar una civilización mejor. Aunque hay una cosa que se llama contracultura, que es el lado malévolo de todo esto, pero de eso escribiré en otro momento, ya que la contracultura, es lo que se llama "cultura estándar o impuesta por otros", y estos "otros", de artistas y de empáticos, tienen bien poco.
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