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martes, 3 de enero de 2017

¿Quién es quién?

Ocurre algo curioso en nuestra sociedad, que antes no nos ocurría, o no tan descaradamente. Como muchas personas tienen dos caras, una social y otra personal y real, no sabemos distinguir la una de la otra, a veces ni nosotros mismos podemos distinguirnos, lo que es peor. Sin embargo, siempre, aunque cuesta, distinguimos las personas nobles, de las falsas, las buenas de las malas, la honradas de las ladronas, etc. ¿Siempre?, tal vez ya no. Hay tanta mentira, tanta distorsión de la realidad que no sabemos distinguir una cosa de otra.
Hace muchos años, me dí cuenta de cómo las series, las películas, nos enseñaban un comportamiento irreal que es fácil de copiar. Esa mirada de enamorado, esa mirada de deseo, esa mirada de odio, etc. No son más que imitaciones de la realidad, unas veces mejores y otras veces peores, pero son falsas. Lo malo, es que ha llegado un punto, en que le damos mayor veracidad a lo falso que a lo verdadero. Algunas personas ya no saben distinguir entre una sonrisa falsa, una mueca, de una sonrisa real, incluso dudan más de la real que de la falsa. Así que ahora dudamos más de una persona sincera con un comportamiento natural, que de una persona falsa e hipócrita con un comportamiento psicopático. Esto que puede parecer una tontería, no lo es, ya que nos convierte a todos en sociopatas. Porque si somos capaces de distinguir una persona buena de una mala, nos alejamos de las malas y nos acercamos a la buenas, y nuestra vida mejora. Pero si nos acercamos a las malas, pensando que son buenas, y nos alejamos de las buenas pensando que son malas, nuestra vida se convierte en un infierno, y pensamos que todo el mundo es malo. De esta forma, nos vamos alejando de todo el mundo, no creamos un mundo de fantasía, y terminamos siendo unos robots sociópatas bastante frustrados.
Creo que en esta vida, para exigir sinceridad, hay que darla primero. Cuesta, claro está y más en un mundo de mentiras, pero la satisfacción de ser coherente con una misma, no tiene precio alguno. Porque la mentira, se descubre siempre, y te deja con el culito al aire, pero la verdad, ay la verdad... Ese amor infinito que te llena y que te embriaga como el perfume de las flores en primavera, cuando la verdad, la sinceridad llena tu vida, no hay recompensa que lo equipare, porque eres tu, sin tapujos y sin historias. Es más difícil estar pensando en vivir tapando todas nuestras mentiras, que vivir sin más disfrutando de la vida.
Hay mucha gente buena en este mundo, hay que encontrarla, valorarla y cuidarla. Y cuando ves que una persona no es así, hay que saber tratarla también, y preguntarnos ¿cómo ha llegado alguien así a nuestra vida?, ¿por qué no nos hemos dado cuenta de cómo es realmente? ¿acaso soy yo también un actor que finge su propia vida?.



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