Algún día, alguien se atreverá a escribir un libro con los 100 asesinos más grandes de la historia.
Los puestos más altos no lo ocupan los asesinos en serie, si no los grandes dictadores, los grandes conquistadores, y por su puesto, los falsos demócratas que mandan a las guerras económicas a soldados que luchan por defender un país que les compra a cambio de unas migajas de pan.
Hace tiempo que me aburren estos documentales propagandísticos, donde dicen una y otra vez, que ciertos dictadores hace tiempo muertos y enterrados, eran la reencarnación del demonio. Mientras los mismos gobiernos que financian estos documentales más lejanos de la realidad de lo que nuestra imaginación alcanza. También financian dictaduras que actualmente siguen vigentes, algunas se les ayuda actualmente a formarse, o otras se hacen pasar por democracias, cuando con el ciudadano solo se cuenta para cobrarle impuestos, o lo que es peor, para trabajar en nuevas guerras económicas.
Voy a poner un ejemplo, para que el lector me comprenda. El Cid Campeador, en España fue un ejemplo de héroe, hasta tal punto que se le atribuyeron gestas en las que ni participo ni posibilidades tenía, pero la propaganda así lo requería. Nunca se dijo claramente que el Cid, como muchos otros, era un asesino a sueldo, que luchaba por interés propio, y no por ninguna noble y casta causa. Pero su leyenda aún permanece. Lo que si es cierto, es que los Españoles no recuerdan al Cid, ni repiten hasta la saciedad sus gestas, de forma que se vuelvan absurdas y pesadas. Y la razón, puede ser, que en su momento hubo tal saturación de propaganda pro cristiana en España, usando la figura del Cid, que ya nadie quiere ni acordarse del tema.
El marketing no fue un invento americano, hace milenios que existe, gracias a él los emperadores egipcios se hacían pasar por dioses, o los Romanos por civilizados. Así pues, cuanto más nos repitan un mensaje, más probable es que sea FALSO.
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