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jueves, 6 de octubre de 2016

El gran golpe

Durante años el ladrón bicéfalo ha conseguido engañar a millones de ciudadanos dando a entender que existían dos opciones políticas muy diferenciadas, una de color azul y otra de color rojo. Sin embargo, el ladrón bicéfalo solo tiene un color, el del dinero.
La propaganda política en España siempre a tenido dos vertientes que al final eran las dos caras del mismo ladrón bicéfalo. Por un lado está la cara de los más conservadores, que representan a la oligarquía y monopolio empresarial, que ofrece trabajos miserables y de esclavitud, a cambio de perder todos los derechos sociales imaginables, y de robar a gusto de las arcas del estado. Por el otro, está la cara de los progresistas, estos defienden a la oligarquía y monopolio de los funcionarios públicos, que pertenecen a las mismas familias que la oligarquía del bando conservador, pero que en este caso ofrecen decadentes ayudas sociales a cambio de puestos de poder dentro de la administración pública y de por su puesto, meter la mano en la caja del estado para uso propio ya que ellos mismos se consideran con derecho a usar los fondos del estado como les plazca.
Así pues ninguno de los dos bandos, ninguna de las dos caras del ladrón bicéfalo, defiende los intereses de la ciudadanía, y por supuesto, ambos se dedican a usar el dinero público a su antojo, dando alguna limosna de vez en cuando al ciudadano para que este no se queje mucho y siga votando a cualquiera de las dos caras del ladrón bicéfalo sin cuestionarse más.
Hoy en día, los casos constantes de corrupción que salen en la prensa, y la propia desfachatez de los políticos, hace que muchas personas vean solo una pequeña parte de la magnitud de la estafa nacional. Pero el español medio es duro y fuerte, y sigue votando al ladrón bicéfalo porque está totalmente convencido que lo que hacen los políticos es por el bien del país. Yo me pregunto ¿por el bien de qué país?, porque está claro que por el bien de España o de los que vivimos aquí, seguro que no es.
La cuestión es; ¿cómo es posible que todavía alguien pueda votar al ladrón bicéfalo?. Aunque parece complejo contestar a esto, si preguntamos a los obcecados españoles que les votan, las razones de su elección política, veremos que no son ideales los que priman, sino el más puro sentido práctico. Y esos votantes tienen algunas características.
En general, los votantes del bando azul, tienen miedo de perder su estatus social, sus privilegios. Pero hay muchos votantes del bando azul que son esclavos voluntarios, personas que dicen que necesitan una autoridad fuerte que decida por ellos, y que les imponga un trabajo miserable lleno de sufrimiento y dolor.
Sin embargo, los votantes del bando rojo, tienen miedo a perder las pocas ayudas sociales existentes. Y muchos votantes se sienten que son más libres porque votan a un partido que les da esperanzas de progreso social, cuando en realidad hace exactamente lo contrario, retroceder tanto social como económicamente el país.
Ahora tenemos la supuesta opción de nuevos partidos con ideas revolucionarias y renovadoras. Pero estos partidos no convencen a la ciudadanía que conoce bien como es el ladrón bicéfalo, y desean que desaparezca de España, tanto el partido como el poder oligárquico que representa.
¿Por qué no convencen los nuevos partidos?. Porque no demuestran realmente al ciudadano que son diferentes al ladrón bicéfalo, sino más bien parecen marionetas al servicio de este. Es decir, son lo mismo pero con colores distintos.
Es cierto que muchas personas se han implicado hoy en día en política porque la situación social y económica es tan complicada en España, que obliga a todos a movernos para levantar el país. Sin embargo, aquí siempre lleva el control el mismo grupo reducido de personas, y si hay alguno que se salga del redil, ya sabemos que va a terminar viviendo debajo de un puente.
Yo no dudo, que en los nuevos partidos haya gente luchadora, con ganas de cambiar las cosas, y poner a España a la altura de la mayoría de sus ciudadanos, marginando de una vez por todas a la decadente sociedad oligárquica impuesta por el ladrón bicéfalo. Pero es muy complicado, que sin el suficiente apoyo de la unión europea, o de otros países interesados en que España funcione, el cambio sea posible. Lo que es lamentable, porque no asistimos a la muerte del ladrón bicéfalo, sino al resurgir del dragón ladrón, ahora más que nunca con una sola cara y una sola misión, la sumisión total y absoluta del esclavo ciudadano.


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