Ayer vi una película muy curiosa que recomiendo, "Código fuente". Se trata de como se utiliza el cerebro de una persona para salvar a otras, no cuento más porque destrozaría el argumento y el interés del espectador. Pero sí voy a comentar algo sobre la moraleja de la historia. La historia viene a decirnos que no se puede salvar a todo el mundo sin morir en el intento, es como si ayudar a otros fuese un suicidio.
Vivimos en el peor momento psicológico de la historia de la humanidad, y ni siquiera nos importa. El ser humano un ser social, se está desnaturalizando, o mejor dicho, se ha desnaturalizado por completo. Estamos evitando al máximo el contacto real con otros seres humanos, y convirtiéndolo en un contacto ficticio basado en nuestras necesidades egoístas.
Este contacto ficticio no solo se alimenta de las redes sociales, de las necesidades materiales, sino por supuesto de nuestras necesidades afectivas. No es que nos hallan hecho creer que nuestra supervivencia social deba ser construida con castillos en el aire de cosas que no existen realmente, es que nosotros mismos hemos elegido esa opción por comodidad.
Ayer paseando por el parque y observado a la gente por las calles, me di cuenta de que casi todos eran mancos. Casi todos tenían en una de sus manos el móvil. Ese aparato como muchos otros que nos hace creer que estamos siendo más sociales que nunca, cuando realmente nuestra compañía real es el puñetero aparatito. Acostumbrándonos poco a poco a alejarnos de la sensación maravillosa que es compartir la vida con seres humanos, solo por el mero hecho de hacerlo.
Nos volvemos egoístas, exigentes e intolerables. Queremos buscar una perfección de formas y colores en el mundo real rechazando este y pensando que es mucho mejor el mundo imaginario que nos creamos y que solo es una droga más aborregante y adictiva que lo fue en su día la televisión. Hoy en día muchas personas, en las que me incluyo, denostan la televisión, la rechazan de pleno por sus efectos nocivos para nuestro cerebro. Pero también hay que hacer una crítica a Internet y también hay que hacer una gran crítica al materialismo social que es la base del problema.
Es fácil de entender que no somos lo que tenemos o lo que poseemos, pero es difícil de ver que nos hemos convertido de forma voluntaria en una material de mercado.
El simple hecho de que yo escriba en este blog, puede parecer una realización personal, una forma de lanzar un mensaje en una botella que puede llegar a cualquier parte del mundo. Pero para mi es más una crónica social que dentro de unos años puede ayudar a comprender porqué nos estamos suicidando socialmente y puede que pronto también físicamente.
¿Cuándo deja de importar la vida humana?, probablemente cuando deja de tener un sentido de utilidad la vida de los otros, o nuestra propia vida. Quizá por ese motivo el indice de suicidios es cada vez más alto, y al mismo tiempo la deshumanización hace que pensemos que luchar por la vida ajena es una manera de perder el tiempo, y de autodestruirnos.
Me ha costado mucho tiempo y muchos años de mi vida saber que es eso del "libre albedrío". Ahora pienso que consiste en algo que tienen que ver en que solo hay una forma de que un ser humano entienda los sentimientos de otro, y es experimentándolos. Lo que cada vez es más difícil, porque al eliminar la empatía de nuestras vidas, al ver las cosas como el problema de otro. De repente nos hemos quedado vacíos de nosotros mismos, porque la carencia de empatía nos hacer ser objetos sin sentimiento ni voluntad propia. Nos hace querer con todas nuestra fuerzas ser máquinas, y si no lo conseguimos nos hacemos con una para ir aprendiendo de ellas, como cuando somos niños aprendermos de los comportamientos de otros. No es más que un conductismo llevado a la era de la idiotización.
Está claro que ni hay ni habrá máquina que supere a los seres vivos. Gepetto quería un niño cuando fabricó a Pinocho, no quería un muñeco de madera parlante.
Si alguien me preguntara ¿y qué podemos hacer para cambiar esta corriente autodestructiva?. Le respondería que yo no tengo ni idea. Lo único que sé es que tenemos que ir al pasado para construir un futuro. Tenemos que reaprender otra vez lo que ya sabíamos pero que hemos decidido omitir de nuestras vidas porque no nos parece práctico y rentable.
Sabe, la última vez que vi un río de aguas cristalinas, me pareció un paraíso. Por suerte no tuve que viajar a lugares exóticos, solo a un sitio donde no iba desde que era muy niña y re valorar lo que siempre a estado ahí. Un río, con lo sencillo que nos parece, es como todo en la naturaleza, algo mil veces mejor que ninguna realidad virtual, pero es tan simple encontrar eso, que ya lo infravaloramos como si siempre fueran a estar ahí, y eso es muy falso. Solo estará mientras nos importe, cuando ya no nos importe, dejará de existir, y cuando queramos una foto junto a un río, nos la haremos junto a un vertedero. Como ha pasado en cientos de lugares bellísimos que ya no existen ni volverán porque estábamos pensando en lo importante que es en nuestras vidas las cosas que nos hacen ser cada vez menos humanos y más gilipollas.
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