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lunes, 28 de marzo de 2016

Mentiras arriesgadas



Ayer pude ver en televisión en un famoso programa de misterio un debate sobre homeopatía. En el dos doctores, uno a favor y otro en contra de la homeopatía, discutían acaloradamente.

En mi opinión, los dos tenían parte de razón, ya que hasta el agua puede hacer milagros, y si no que se lo pregunten a los cientos de peregrinos que van a Lourdes. Pero lo interesante del tema, no es si la homeopatía cura o no, que está claro que algo hace, por eso hay muchas personas que compran productos homeopáticos. Sino por qué se quiere prohibir o ridiculizar cualquier metodología sea del tipo que sea, donde no ganen dinero los de siempre.

Si hacemos un balance de las víctimas por culpa de los medicamentos, no solo mal administrados, no solo inadecuados para las enfermedades para las cuales se recetan, sino sus graves efectos secundarios que provocan enfermedades antes inexistentes en muchos pacientes. Deberíamos darle un lugar a cualquier cosa, que no sea lo que la ciencia que los bastardos avala.

Y es que tenemos el cruel engaño de pensar que los científicos, las farmacéuticas, y demás prole, son buena gente, pero eso también lo pensábamos de los políticos ¿no?. En realidad, no son ángeles, ni tampoco demonios, son personas con sus virtudes y sus defectos, y el dinero genera, provoca y beneficia la aparición de muchos y grandes defectos en las personas.

¿Saben cómo se compran médicos? ¿Saben la cantidad de dinero que gastan las farmacéuticas en alterar la opinión de aquellos que ejercen el noble arte de la medicina?

Claro, dónde vamos a parar, si tenemos que decidir entre vacaciones pagadas a todo lujo, o quedarnos trabajando en nuestro despacho, claramente optamos por la primera opción, y en vez de pensar, me agrego al pensamiento generalizado de todos los comprados por las farmacéuticas y receto lo que haga falta, sin escrúpulo alguno, sí señor.

Hoy me ha dado por pensar, que ninguno de los grandes de la humanidad, se han pasado la vida en el ocio y la juerga. Que todas esas personas que han dado su vida por el progreso, han sido felices con sus familias, pero que no han tenido una vida de ocio, vicio y gilipolleces varias, porque hay que reconocer que eso que llaman diversión cada vez es un comedia de peor calidad. Ahora es lo contrario, la familia para un rato, y mejor corto, el amor enlatado y en conserva por favor, y lo de trabajar mejor que lo haga otro que a mi me pagan poco.

Vamos que no me extraña nada que haya cada vez más gente joven que lo deje todo y se vaya al campo a trabajar de pastor. Al menos respiras aire sano, y no tienes que vivir en un mundo de mentiras repletito de enfermos mentales con colección de títulos que para nada sirven salvo para adornar con muy mal gusto la consulta.

Y es que cuanto más avanza la ciencia médica, más nos damos cuenta de que lo que realmente vale es una vida a la antigua usanza, con comida sana y con vida sana. Nada o poco que ver con lo que vivimos hoy en las grandes ciudades. Hemos llegado a un punto que hay personas que quieren más a su mascota, que a su pareja, y a veces, no les quito la razón. Al final vamos a llegar a pensar que el animal más tonto y torpe, es el ser humano.

































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