Translate

miércoles, 31 de agosto de 2016

Entusiasmo

En este mundo, aunque parezca sorprendente, hay muchos millones de personas que hacen cosas de forma altruista y voluntaria, buscando tres cosas; la autorealización y la felicidad propia y ajena.
Yo comparto la idea de estas personas, ya que todas tienen algo en común, saben que hacer algo gratuito sin esperar nada a cambio, que aporta una gran satisfacción personal. Todas ellas, hacen algo, un trabajo que la mayoría de las veces hacen también otras personas de forma remunerada. Entonces habría que preguntarse ¿qué necesidad tiene nuestra sociedad de que haya personas que hagan cosas de forma altruista cuando otras lo hacen con un trabajo remunerado?. El problema es que no se remunera a estas personas, no porque su labor no sea necesaria, que lo es y mucho más que el de las personas que obtienen una recompensa económica, sino que las personas que tienen sueldo están en la mayoría de los casos coaccionadas por otras para realizar su labor. Por tanto, otros tienen que reducir las carencias evidentes, y como estas carencias no son remuneradas, porque la sociedad actual no quiere admitir que existen, surgen estas personas que hacen una labor social evidente.
Voy a poner un ejemplo muy claro. La mayoría de los españoles piensan que es labor del gobierno, de ONG, y de organismos religiosos el ayudar a las personas necesitadas de recursos materiales, educacionales, médicos, etc. Pero existe un numero mayor de personas que hacen esto mismo sin pertenecer a ninguno de estos organismos, lo hacen de forma más eficaz que ellos, y no solo no reciben ningún apoyo económico, sino que les cuesta dinero hacer esta labor.
Si la sociedad entendiera que estas personas no solo son muy necesarias para la salud y el bienestar de nuestro día a día, estarían más apoyadas y se buscaría la forma de ayudarlas en todo lo que necesitasen. Pero no solo no es así, sino que existen personas que desprecian a todos aquellos que hacen cualquier labor de forma altruista y voluntaria, y se pasan la vida haciéndoles la vida imposible, hasta que consiguen su objetivo, que es que desistan y dejen de hacer la labor social que hacen. Yo he conocido a personas de esta calaña, que son capaces de todo con tal de fastidiar algo bueno y solidario que surge de forma natural y espontanea. Son personas que cuando hablas con ellas parecen buenas personas, he incluso ellos se consideran solidarias, porque puede que incluso den todos los meses una pequeña aportación a entidades religiosas o a ONG's. Pero eso que hacen no es más que limpiar su sucia conciencia. A veces se obsesionan, y nunca dirán sus intenciones claramente, pero se dedican a hacer todo el daño posible en función de la influencia y el poder de esa persona, que muchas veces es elevado ya que las personas sin corazón llegan lejos en una sociedad sin escrúpulos.

Así que es normal, ver como personas que hacen este tipo de trabajos altruistas, aguanten insultos, maltratos y demás historias que no saben ni de donde vienen, ni a que son debidas.
Yo lo podría resumir diciendo, que las personas que son tan egoístas que no son capaces de ver más allá de ellos mismos, están tan podridos que cuando ven a personas de generosidad, valor y labor impecables, lo único que pueden hacer es destruirlas para no verse a si mismos la mierda tan grande que tienen en el lugar donde va el corazón.
Cada vez que oigo que alguien que hace un trabajo positivo para la sociedad de forma gratuita, y que es perseguido por estos energúmenos, me doy cuenta de lo podrido que está todo. Oí a un chaval contestar a un energúmeno de estos diciendo le "no vale la pena que malgaste mi tiempo o mis energías en contestarte o en seguirte la corriente". Y es muy cierto, el problema es que no solo te insultan, no solo te maltratan todo lo que pueden, sino que intentan hacer que o tú o tu trabajo social desaparezca de la faz de la tierra.
Quiero dejar algo para todas esas personas que han pasado o están pasando por situaciones similares a esta. Si hay a un lado un basurero y al otro un jardín florido ¿qué haces?, ¿te vas a oler la basura o te quedas con el aroma de las flores?. Quédate con lo bueno de tu trabajo, sigue adelante, y si lo que quiere ese energúmeno es que desaparezcas, lucha para que te vea aun más. Y si el enemigo es demasiado fuerte, lo mejor es seguir haciendo lo mismo sin que el se entere, que tampoco es tan complicado solo un poco más tedioso pero nada más.

martes, 30 de agosto de 2016

Adicciones

Si hay algo que intento evitar en mi vida, es que algo me controle en vez de controlarlo yo. Esto puede ocurrir con el alcohol, las drogas, el sexo, el juego, etc.
Todo el mundo que controla o piensa que controla, la bebida o las drogas se siente muy orgulloso de su fuerza de voluntad, y de su poder frente a las mismas y de su gran autocontrol, que le convierte en una persona sociable y a la vez sana. Aunque claro está, para estar sano mejor no tomar nada de esto, pero yo no voy a juzgar a nadie, ni creo que haya que ir a extremos de nada.
Lo curioso de esta sociedad actual, es que tanto la adicción al sexo, como la adicción al juego están muy bien vistas.
Cuando tenía unos veinte pocos años me di cuenta que era adicta al juego. Desde muy pequeña había jugado a vídeo juegos típicos de consola, y más tarde comencé con esos interminables juegos de ordenador. Y como conocía gente que hacía lo mismo que yo, pues no le daba ninguna importancia a estar horas y horas jugando en la misma postura hasta que llegara la hora de comer o de ir al baño, que en ocasiones podías posponer con tal de seguir jugando. Como es natural, las personas más mayores que yo, y por supuesto, sin adición a los videojuegos, me decían una y otra vez lo que me estaba pasando, pero como yo me creía mucho mas lista que ellos no les hacía ni caso. Hasta que un día, no se muy bien porque, puede que alguien me lo dijera y yo hiciera la prueba. Intenté controlar el tiempo que me tiraba jugando a algo, y con la ayuda de una alarma, parar de jugar para hacer cualquier otra cosa, como salir con los amigos que no está nada mal y menos a esa edad. Pero me di cuenta, de que podía para la alarma una infinidad de veces siendo incapaz de controlar el tiempo de juego. Me buscaba primero falsas promesas, como la de "cuando acabe con esto", refiriéndome a una partida, a llegar a un nivel o a lo que sea, porque eso depende del juego. No había forma, seguía viendo la vida pasar mientras echaba horas y horas como una auténtica gilipollas sin hacer nada productivo en mi vida salvo pasarme pantallas o entretenerme con cosas absurdas.
Intente no jugar, pero teniendo un juego instalado es casi imposible no hacerlo, cuando enciendes el ordenador y te queda un rato tonto ¿que haces?, sí, eso, juegas, y como no te controlas, pues te tiras no 10min sino 4 horas jugando sin parar. Es como ver la tele, que lo mejor es no encenderla para que no te deje zumbado, pues igual. Por tanto, no había opción, había que desinstalar los juegos, todos o casi todos, y tomárselo en serio. Al final, con tal de jugar, jugaba a los juegos que vienen con el PC, y me costo bastante decir que no a todos esos juegos que te pasan los amigos y de los que hablan sin parar. Pasar de las novedades y de todas esas historias que te enganchan como las pijas a la moda. 
Y por supuesto lo conseguí, durante casi 10 años no he jugado a los vídeo juegos, o no de forma obsesiva. Ahora puedo jugar, controlar el tiempo de juego y por supuesto, no gastar ni un duro en eso.
Puede que al lector le parezca una estupidez mi historia, pero si te has pasado más de una hora jugando a algo, y no has podido parar, y te dolía todo el cuerpo y seguías, puede que debas meditar sobre ello. Sobre todo porque todo trabajo tiene una recompensa, pero jugar a los vídeo juegos, por mucho que te engañes no aporta mucho, te entretiene y te despierta un poco, pero eso lo hace jugando como mucho 30 min al día, no necesitas más. 
También existe la adición al sexo, o al amor. No voy a hablar en primera persona, porque no considero que yo sufra estas patologías. Pero si he conocido a mujeres adictas al amor, y de las misma manera que mi adición a los vídeo juegos, ellas invertía gran parte de su tiempo en buscar una pareja perfecta, mientras probaban cada vez con una diferente, bajando el listón cada vez más. Porque eso es lo que pasa con las adicciones, que empiezas siendo muy exquisito y moderado, y terminas consumiendo cualquier cosa.
Como moraleja o consejo, no se como lo vera el lector. Yo creo que ya que nos exigimos cada vez más a nosotros mismos, por qué no empezamos a intentar controlar este tipo de cosas de nuestra vida. Porque si amas la libertad, ¿cómo puedes dejar que estas cosas te controlen?. ¿No es irónico?.



lunes, 22 de agosto de 2016

El tripi

Hoy a venido a mi memoria una historia que viví cuando era una adolescente, pero que quizá marco mi vida lo suficiente para darme cuenta de algo muy importante en la vida, y que muchas veces no le damos la suficiente importancia hasta que no nos vemos envueltos en una espiral de la que nos es imposible salir.
Quiero dedicar esta historia a JM, por aquello que me dijo una vez, sobre escribir un libro sobre mi vida, contando cosas como la que voy a narrar a continuación. Espero que sirva de ayuda a algún lector, como a mi me ha servido tantas veces recordar esto.
Era yo una adolescente inquieta con muchas ganas de vivir, y como se dice aquí "me apuntaba a un bombardeo", lo que a fin de cuentas, implica que hacía cualquier cosa con tal de vivir experiencias nuevas y vivir, que es lo que más intensamente hice durante esos años.
Tendría unos 18 años aproximadamente, y la verdad es que no conocía apenas la capital, Madrid. Esa ciudad que antes me parecía con un magnetismo irresistible, y que con los años ha ido perdiendo. Pero quizá vuelva a recuperar, eso nunca se sabe.
No conocía ni el metro, siempre que iba, lo hacía en compañía de alguien que supiera algo más que yo, ya que ni sabía como ubicarme o como defenderme por la gran ciudad. Yo vivo en un pueblo de las afueras, aunque ahora lo llaman también ciudad, pero como lo conozco caminando para mi será siempre un pueblo grande, donde es difícil que me pierda, la verdad.
Un fin de semana, como tantos otros, se planteaba un plan diferente, y esta vez, consistía en ir a Madrid con los compañeros de instituto de la que era una antigua compañera de colegio mía. Así que se presentaba algo excitante conocer gente que no tenía nada que ver con la rutina, saldríamos por Madrid, iríamos de botellón un rato y de vuelta a casa, parecía buena idea. Por tanto, no dije que no, claramente me vi aquella noche en una plaza del barrio de Malasaña, que a mi me pareció de lo más cutre en ese momento. Se trataba de una pequeña placita junto a la parada del metro, donde en bancos se reunían pandas de chavales como lo eramos nosotros. La diferencia estaba en que todo el mundo conocía a la gente con la que iba, menos yo, que solo conocía a mi amiga. Pronto surgieron los problemas, ya que compraron la bebida, pero no compraron ni hielo ni vasos, cosa que me pareció de gente bastante tonta la verdad, porque yo ya había estado en muchos botellones y eso de que no supieran ni que comprar me parecía raro. El caso, es que recuerdo que alguien horas antes me había preguntado que podíamos comprar para hacer kalimocho (bebida vasca, mitad vino tinto mitad refresco de cola). Y sí, ahí me vi, con una botella de dos libros de refresco y dos tetrabriks de vino, ¿pero a ver como se mezclaba aquello?. Tras un rato pensando y viendo que los presentes se empezaban a estresar y casi hasta insultar, no se como lo hice, pero conseguí fabricar el kalimocho sin perder ni refresco ni vino por el camino. Pero lo que a los que bebían en otros grupos con sus amigos, les pareció una proeza y me tomaban por enrollada, a los del grupo con quién estaba, no les les duró la alegría demasiado. En seguida, volvieron los malos rollos, las impertinencias y demás historias. Hubo un momento en que ya me arte, y de alguno forma sentí que hubiera estado más a gusto con cualquier otro grupo de gente que estaba en la plaza, que con el que tenía que estar, por ser con los que había ido, y sin saber muy bien porque empece a contestar a los capullos que estaban provocando una y otra vez el mal rollo. Mi amiga, y la amiga de esta, me pidieron que me calmara y que pasara de los tipos estos, que al fin y al cabo solo les aguantaban porque les suministraban droga, así que mejor que me tranquilizara y que me portara bien. La amiga de mi amiga, una chica de más 1,80m rubia con ojos verdes y tan delgada que podía ser modelo sin problemas, se aleja en compañía de uno de los capullos un momento. Este capullo en cuestión, un tipo rubio de media melena, de 1,60m era el tipo más famoso y más temido, ya que era con el que habían quedado allí porque era el proveedor de la mercancía. Al poco de venir la chica rubia, vino el chaval y me llevo a parte para hablar conmigo, y no me dijo nada bueno la verdad, porque trataba de escusar su comportamiento diciendo que a él le importaba una mierda el resto, y que él solo tenía negocios con ellos. Luego me dijo que si quería 1/4 de tripi, que no tenía porque pagarlo, que me invitaba él. Esto debía de ser todo un honor, y supongo que él pensaría que yo tenía que estarse infinitamente agradecida, y que por supuesto si él me lo pidiese, y llegado el momento se lo cobraría como a él le apeteciera. Pero, creo que todo eso que puede que tuviera en la imaginación, se le fastidio bastante rápido, porque aunque insistió mucho, tanto que hasta hizo que la chica rubia tratara de convencerme, yo no quise tomar aquel tripi. No lo tome, porque no me apetecía tomar nada que me dejará medio gilipollas y sin saber como iba a reaccionar mi cuerpo, rodeada de gente, que ahora me parecen más que indeseables.
Por supuesto, el chaval decidió vengarse de mi rechazo. Más o menos me había convertido en el demonio hecho mujer, al haber rechazado semejante regalo. Así que si antes se pasaban conmigo por saber hacer kalimocho, ahora ya era acoso y derribo. Lo suyo hubiera sido haberme ido a mi casa, pero, estaba en Madrid, y había ido con una amiga que se iba a volver conmigo porque su pueblo es vecino al mío, así que tomábamos el mismo bus. Que aunque de día, da lo mismo, de noche sin conocer Madrid, sin saber ni a que hora cierra el metro, y sabiendo que el buho (bus nocturno) que me lleva a mi casa pasa cada hora y que tenías que esperar a la intemperie en una zona donde no veías a un policía ni por casualidad, pues era de esperar que yo no quisiera volverme sola. Por lo que aguanté, pero o sorpresa, que mis intentos de diplomacia y mi paciencia no llagaron a los limites porque no me acuerdo si fue la chica rubia o quién, pero alguien se empezó a encontrar tan mal que llamaron a una ambulancia, y al poco apareció la policía. Por lo que al final volví a casa sana y salva.
Aquella noche aprendí varias cosas importantes.La primera es que no todos los que crees amigos, lo son. Ten siempre un plan de vuelta a casa, sin que dependas de nada ni de nadie. Jamás tomes ninguna mierda que te haga perder la razón o te vuelva vulnerable, sino estas en compañía de gente que realmente te haya demostrado su amistad en momentos difíciles, y aun así, si decides hacerlo, hazlo en un lugar seguro donde no corras peligro de nada, y si te da un mal viaje lo que sea, al menos puedes llamar a urgencias o ir al baño a vomitar.
Pero la lección  más importante de todas, es saber elegir a los amigos, y saber con quien se puede contar y para qué, y nunca jamás irse con gente que no es de fiar, o que claramente quiere abusar de ti de alguna forma. Y si no tienes más narices que quedar o salir con gente indeseable (ejemplo, compañeros de trabajo o por negocios) ten siempre tu plan B, y vuelve pronto a casa lo más limpio posible de sustancia alguna.
Yo salí bien aquella noche, pero mi amiga no. Al cabo de los meses perdimos la amistad, por otra serie de historias. Antes de dejarnos de hablar, me contaba como ella tomaba toda clase de sustancias sin mesura, invitada por chicos como aquel, y con pagos no menos desagradables que la conducta de aquel muchacho. Al año o así, la que era mía amiga tubo que ingresar en una clínica (según le contó su hermana a mi madre) parece ser que además de los debidos al abuso de drogas también sufría serios problemas psiquiátricos.

Nota: Tripi se conoce como una pequeña hojita de papel que está impregnada de LSD. Normalmente, la hojita de un papel muy fino, tiene un dibujito o alguna gillipollez. Supongo que es para advertir al que lo ingiere de que va a hacer justo eso al tomarlo, el gilipollas.

viernes, 12 de agosto de 2016

Material fungible

Cualquier persona que se dedique a los negocios o que sea comerciante, sea cual sea su poder adquisitivo. Sabe, que lo que más dinero da siempre es el material fungible, es decir, aquello que gastamos de forma irrecuperable.
No voy a poner ejemplos, aunque hay miles, de cosas que podrían durar 10 veces más de lo que duran, y cuya caducidad se debe a que sin un material es imperecedero o su duración es demasiado prolongada, entonces la empresa se arruina ya que al no tener ventas tampoco tiene ingresos y debe parar su producción hasta que llega al cierre.
Es de sobra conocido que las guerras dan dinero a la industria armamentística, pero no dan dinero las armas en sí, sino las balas. Tu puedes tener una pistola en tu casa, no usarla nunca, o usarla para hacer tiro al blanco o practicar el tiro como deporte, eso es muy lícito, pero no da dinero a las empresas del sector. Así pues, estas empresas deben pensar como gastar miles de balas y demás artillería. La cosa no es complicada si lo piensas fríamente, porque al fin y al cabo, el 99,99% de la población también somos material fungible, y para estas empresas no valemos más que las balas que en nosotros se gastan. Lo malo de todo esto, es que con una sola bala, se mata a una persona, así que aunque nos mataran a todos, no ganarían lo suficiente, y además, una vez acabada la clientela el negocio se acaba igual. Por eso, este tipo de empresas, crean ideas macabras con el fin de que el gasto sea inagotable. Y como saben, los mejores clientes de estas empresas son dos, los ejércitos gubernamentales, y los ejércitos a los que llaman terroristas y demás apelativos, pero al fin y al cabo son ejércitos no gubernamentales. Ambos son igual de interesantes para estas empresas, porque ambos dan grandes beneficios. Pero la forma más eficaz de ganar dinero es tener a ambos enfrentados constantemente para que gasten munición, para que el negocio vaya bien.
La macabra idea, es crear enfrentamientos y guerras de forma constante para que el negocio siga a flote. Lo malo, es que si la población está en contra o se da cuenta de la estrategia, hay que descerebrar la, ponerla a favor de los intereses de la empresa, o si no se puede hacer ninguna de las dos cosas anteriores, acabar con ella como material fungible que al fin y al cabo es lo que somos los seres humanos para estos psicópatas del capital.
Y es que vale más la pena para estos sinvergüenzas asesinos, pasar un día en un maravilloso en su yate privado, que la vida de cualquier ser vivo que ellos consideren inservible a sus intereses.
Teniendo esto claro, y siendo consciente de la barbaridad que supone el saber y ser consciente de lo que somos y de cómo nos utilizan y aborregan, no es tan difícil atar cabos sobre lo que hoy estamos viviendo en el planeta entero y en Europa en concreto.
Algunos dirían que el remedio sería ir todos armados, así podríamos defendernos. Y claro no es mala idea, si tenemos en cuenta que gran parte de la población a sido formada como soldado sin saberlo, simplemente usando sencillos juegos bélicos de estrategia, que incluso para algunos son inocentes. No tiene porque ser el típico juego de simulación donde se aprende a manejar un caza de combate, hay juegos muy sencillos e inocentes que nos van instruyendo como verdaderos soldados. Claro, que en los juegos el enemigo siempre es otro, cuando el auténtico enemigo somos nosotros mismos, porque cualquiera puede entender que en las guerras nunca ganan los soldados, sino los que nunca cogieron un arma, pero sí se lucraron con el uso de estas.
Yo no tengo ni idea de como solucionar este juego macabro, donde miles de piezas de domino van cayendo en cadena, y cada una de las piezas es una vida humana. Pero sí es cierto, que si en una reacción así, quitamos solo una pieza antes de que la reacción llegue a ella, esta no seguirá adelante, aunque es imposible restaurar lo que ya se ha llevado por delante.
Lo que me parece más complicado, es como quitarnos nosotros de en medio y como acabar de una vez por todas con nos solo el negocio de la guerra sino con aquellos que están en el.
Espero que la solución nos venga pronto a todos, porque cada vez se ve más próximo el momento en el que una de estas fichas caiga encima de nosotros y acabe con nuestra propia vida.

sábado, 6 de agosto de 2016

Código fuente

Ayer vi una película muy curiosa que recomiendo, "Código fuente". Se trata de como se utiliza el cerebro de una persona para salvar a otras, no cuento más porque destrozaría el argumento y el interés del espectador. Pero sí voy a comentar algo sobre la moraleja de la historia. La historia viene a decirnos que no se puede salvar a todo el mundo sin morir en el intento, es como si ayudar a otros fuese un suicidio.

Vivimos en el peor momento psicológico de la historia de la humanidad, y ni siquiera nos importa. El ser humano un ser social, se está desnaturalizando, o mejor dicho, se ha desnaturalizado por completo. Estamos evitando al máximo el contacto real con otros seres humanos, y convirtiéndolo en un contacto ficticio basado en nuestras necesidades egoístas.

Este contacto ficticio no solo se alimenta de las redes sociales, de las necesidades materiales, sino por supuesto de nuestras necesidades afectivas. No es que nos hallan hecho creer que nuestra supervivencia social deba ser construida con castillos en el aire de cosas que no existen realmente, es que nosotros mismos hemos elegido esa opción por comodidad.

Ayer paseando por el parque y observado a la gente por las calles, me di cuenta de que casi todos eran mancos. Casi todos tenían en una de sus manos el móvil. Ese aparato como muchos otros que nos hace creer que estamos siendo más sociales que nunca, cuando realmente nuestra compañía real es el puñetero aparatito. Acostumbrándonos poco a poco a alejarnos de la sensación maravillosa que es compartir la vida con seres humanos, solo por el mero hecho de hacerlo.

Nos volvemos egoístas, exigentes e intolerables. Queremos buscar una perfección de formas y colores en el mundo real rechazando este y pensando que es mucho mejor el mundo imaginario que nos creamos y que solo es una droga más aborregante y adictiva que lo fue en su día la televisión. Hoy en día muchas personas, en las que me incluyo, denostan la televisión, la rechazan de pleno por sus efectos nocivos para nuestro cerebro. Pero también hay que hacer una crítica a Internet y también hay que hacer una gran crítica al materialismo social que es la base del problema.

Es fácil de entender que no somos lo que tenemos o lo que poseemos, pero es difícil de ver que nos hemos convertido de forma voluntaria en una material de mercado.

El simple hecho de que yo escriba en este blog, puede parecer una realización personal, una forma de lanzar un mensaje en una botella que puede llegar a cualquier parte del mundo. Pero para mi es más una crónica social que dentro de unos años puede ayudar a comprender porqué nos estamos suicidando socialmente y puede que pronto también físicamente.

¿Cuándo deja de importar la vida humana?, probablemente cuando deja de tener un sentido de utilidad la vida de los otros, o nuestra propia vida. Quizá por ese motivo el indice de suicidios es cada vez más alto, y al mismo tiempo la deshumanización hace que pensemos que luchar por la vida ajena es una manera de perder el tiempo, y de autodestruirnos.

Me ha costado mucho tiempo y muchos años de mi vida saber que es eso del "libre albedrío". Ahora pienso que consiste en algo que tienen que ver en que solo hay una forma de que un ser humano entienda los sentimientos de otro, y es experimentándolos. Lo que cada vez es más difícil, porque al eliminar la empatía de nuestras vidas, al ver las cosas como el problema de otro. De repente nos hemos quedado vacíos de nosotros mismos, porque la carencia de empatía nos hacer ser objetos sin sentimiento ni voluntad propia. Nos hace querer con todas nuestra fuerzas ser máquinas, y si no lo conseguimos nos hacemos con una para ir aprendiendo de ellas, como cuando somos niños aprendermos de los comportamientos de otros. No es más que un conductismo llevado a la era de la idiotización.

Está claro que ni hay ni habrá máquina que supere a los seres vivos. Gepetto quería un niño cuando fabricó a Pinocho, no quería un muñeco de madera parlante.

Si alguien me preguntara ¿y qué podemos hacer para cambiar esta corriente autodestructiva?. Le respondería que yo no tengo ni idea. Lo único que sé es que tenemos que ir al pasado para construir un futuro. Tenemos que reaprender otra vez lo que ya sabíamos pero que hemos decidido omitir de nuestras vidas porque no nos parece práctico y rentable.

Sabe, la última vez que vi un río de aguas cristalinas, me pareció un paraíso. Por suerte no tuve que viajar a lugares exóticos, solo a un sitio donde no iba desde que era muy niña y re valorar lo que siempre a estado ahí. Un río, con lo sencillo que nos parece, es como todo en la naturaleza, algo mil veces mejor que ninguna realidad virtual, pero es tan simple encontrar eso, que ya lo infravaloramos como si siempre fueran a estar ahí, y eso es muy falso. Solo estará mientras nos importe, cuando ya no nos importe, dejará de existir, y cuando queramos una foto junto a un río, nos la haremos junto a un vertedero. Como ha pasado en cientos de lugares bellísimos que ya no existen ni volverán porque estábamos pensando en lo importante que es en nuestras vidas las cosas que nos hacen ser cada vez menos humanos y más gilipollas.