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lunes, 30 de julio de 2018

Tontocracia

Que fácil es ser un inepto cuando te regalan un puesto de por vida sin tener que rendir cuentas a nadie ni tener que demostrar tu valía ni un solo día de trabajo. En España, como en muchos países me temo, y en Europa es una enfermedad que más se ha convertido en un cáncer que otra cosa. Se encuentran lo que algunos denominan "la casta", y yo denomino "los inútiles". Porque realmente son los que llevan a un continente tan valioso y tan antiguo como el europeo a la mayor de las bancarrotas, a la miseria más absoluta, a una crisis de la cual ya no se va a poder despertar en más de cien años.
El posicionar en lugares de poder a nacional socialistas, miembros de sectas tan absurdas como macabras, con mentalidades que van desde la mayor de las depravaciones hasta la más indigna de las estupideces. Inútiles que destruyen los países y que trasladan sus empresas lejos para obtener más beneficios, cuando no puede tener pérdidas pues son subvencionados por los estados, estos estafadores que se gobiernan por amigos y familiares. Donde el pueblo no puede mover un solo dedo, no puede avanzar, no puede progresar, porque no pertenece a esa élite de necios, y solo pude ser esclavo, buen creador de sueños y de dinero para otros. Ni en la peor de las dictaduras monárquicas de la edad media sucedió tal barbarie. Nunca en la historia de este continente se ha valorado tanto a una panda semejante de incompetentes y se ha esclavizado tanto a la masa trabajadora. Jamás nos hemos visto ante algo que deja la decadencia del imperio romano en una época de bonanza con escasos hurtos, desviaciones y perversiones.
Por eso algunos, promueven banderas nacionales intentando que eso salve sus culos de las correspondientes poltronas que ellos mismos eligieron para ver bien sus dominios y dominados. Sin embargo, no hay nación ni nacionalismos cuando no hay pueblos sino siervos. Y esa es la cruel verdad. Cuando las personas ya no saben que poseen identidad propia, pensamiento libre y poder de decisión, entonces no tienen nada, ni pertenecen a nada. Se convierten en apatridas, personas abandonadas en el desierto infinito de la soledad permanente. Que solo pueden esperar el día siguiente para que su amo y señor le deje caer las migas de la comida, cuando el mismo esclavo hizo que fuera posible la existencia de dicho alimento.
Nefasto, hemos caído en la mayor de las locuras, en la más grande de las desidias. Y aceptar que nos cambien los actores, que nos cuenten una parte del cuento como si fuéramos niños estúpidos que se conforman con cualquier cosa, es la mayor de las torturas y de los agravios a nuestra dignidad. Pero es que ya no tenemos ni dignidad ni respeto de nosotros mismos. Por eso soportamos como se supone que el Cristo llevo en el calvario la cruz que nos imponen. Creo que a llegado el momento de cambiar la historia, tirar la cruz y luchar. Porque quizá si Jesús de Nazaret existió no sería un cobarde que aceptara que a todos nos crucificaran todos los días con el único fin, con el único destino que es el hambre, la ruina y la destrucción de nuestras gentes, de nuestros hermanos, padres, hijos y amigos. Destruir todo lo que amamos solo para que aquellos burgueses tan imbéciles como ignorantes sigan manejándonos a todos como estúpidas marionetas.

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