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jueves, 12 de julio de 2018

Distintas caras, mismos papel

En España nos han cambiado el gobierno. Sí, tal cual, de un día para otro alguien decidió que la manera de parar al pueblo era cambiar a los actores de la obra para no darnos cuenta de que sigue siendo la misma. Una obra donde el príncipe maquiavelo sería un buen hombre. No ha cambiado nada, y nada va a cambiar a mejor. No mejora la educación, no mejora la sanidad, no mejoran los derechos de los trabajadores, no aumentan los derechos sociales, nada. Al contrario, el teatro de marionetas continua, los políticos al servicio y partícipes en la oligarquía mundial, trabajan para los monopolios empresariales. Sin descansar un minuto, siguiendo las estrategias pactadas por los pequeños grupos de poder que controlan el planeta.
Como ya hace tiempo veníamos observando, la forma de controlar la natalidad se basa en un guerra de sexos, donde solo unos pocos podrán tener hijos sanos. El resto, ya ni siquiera podra tener relaciones de pareja normales. El amor, está en desuso, ha pasado de moda. Ahora todo es una guerra donde las mujeres y los hombres viven por separado y se enfrentan por derechos que en otro tiempo, ya habían asumido. Realmente, el camino que nos marcan siempre es el más negativo, pero nos lo venden tan bien, que nos hacen creer que es por nuestro bien. Un colectivo de supuestas feministas, que nunca defienden el derecho de las mujeres a ser igual que el hombre, sino que maltratan a las mujeres más competentes y destruyen a los hombres más valiosos, se han hecho con la opinión pública. Al mismo tiempo que dicen defender a la mujeres de hombres violentos y maltratadores, se cuidan mucho de denunciar los verdaderos abusos, de parar a los verdaderos violadores y maltratadores. Acosan a hombres normales, que solo por el mero hecho de ser hombre, ya están en el punto de mira de toda crítica. Las mujeres, que son maltratadas y vejadas, al mismo tiempo quedan solas y desamparadas, y se agarran como a un clavo ardiendo a la esperanza que estos colectivos venden, porque no tienen otra salida. Las han dejado sin nada, así que ya no tienen más remedio que apoyar esto.
Y así funciona, cuando te dejan sin trabajo, sin hogar, sin posibilidad de alimentar a tu familia, sin salida alguna, comienzas a ceder. Es la norma de todo maltratador, que no para de pegar y de gritar a su víctima día tras día hasta que esta se rinde, acepta el maltrato y hasta lo pide cuando no recibe la dosis, debido a un síndrome ya conocido, el síndrome de Estocolmo. Donde la víctima se convierte en cómplice de su verdugo.
Uno de entre los muchos planes que ahora están poniendo en marcha es el cambio de malos y buenos, que tiene que ver con la famosa historia tan aburrida ya de lo usada, de izquierdas y derechas. En ningún caso, ni en la época de la república en España como en los años posteriores, o anteriores, se hizo ni el más mínimo caso al pueblo. Este nunca fue soberano de nada, solo fue esclavo de su padrón. Y cuando antes de la guerra civil española, los obreros se manifestaron de verdad, estos fueron callados a tiros. Tanto en el bando republicano, como en el bando nacionalista, estaban los mismos. Solo que la forma de comportarse ante el público ignorante era diferente. Pero el resultado era y es el mismo, esclavitud y sumisión. No hables, no protestes, no revindiques tus derechos, solo acepta sumisamente lo que hay, porque no van ha hacer nada a tu favor. Da gracias a que puedes comer y no pasar frío todos los días, no es un derecho disfrutar del fruto de tu trabajo, y de tu vida, eso no te lo ganas nunca. Es una obligación para ti servir a la oligarquía, y debes aplaudir su bienestar, debes sonreír mientras ellos comen bien, viven bien en sus grandes mansiones, con sus hijos bien criados, y no cuestionarte porque usan tu dinero para vivir así mientras tu pasas penurias. Les pagas para que te maltraten, y tu les defiendes. Les defiendes tanto, que eres capaz de matar a tu familia por sus intereses.
Sin embargo, a veces los planes mejor organizados salen mal. Eso nos puede dar un poco de esperanza, y la posibilidad de eliminar a esta panda de asesinos del poder de una vez por todas. Hubo un momento de la historia donde los pueblos se revelaron contra sus "dueños", donde se dieron cuenta de que el poder era de esa masa esclavizada, que era la que les suministraba la riqueza, y que la riqueza no les pertenecía por derecho, porque todos los derechos son del pueblo. Comenzó en un país de Europa harto ya de ver como se moría el pueblo mientras la burguesía se reía de su desgracia. Como se autodenominaban patriotas aquellos que destruían, violaban, vejaban, ultrajaban y traicionaban la base del todo, el pueblo. Riéndose en su cara, alegrándose de sus desgracias, pavoneándose como si tuvieran derecho a todo. El pueblo Francés en 1848 fue manipulado por la burguesía para linchar a una parte de la misma, molesta. Exactamente igual que ahora unos políticos usan al pueblo para acabar con otros, una mafia saca a otra, unos ladrones sacan a otros, unos asesinos son sustituidos por otros. Pero algo salio mal, y se cortaron las cabezas de todos. A pesar de ello, y al igual que ocurrió en España después de la guerra de la independencia Española, se produjo un miedo a la fuerza y al poder del pueblo, pensando que tal vez este no sabría gobernarse sin caudillos. Gran error, que siempre proviene de esa mentalidad militar que dice que sin Capitán el barco puede ir a la deriva. No es cierto, todo marinero sabe manejar el barco, y cuando trabajan en conjunto llegan a puerto de igual forma. El Capitán debe orientar y guiar, facilitar la labor y la organización, pero nunca debe ir en contra de los intereses de la tripulación. Esto tan simple de entender, es contrario a lo que ocurre hoy en día. ¿Alguien entendería que un Capitán se diera a los banquetes rodeado de prostitutas en su cálido camarote mientras la tripulación en castidad pasa hambre y frío?. Supongo que a veces, el motín y el control del barco es necesario, antes de que este se hunda, o que comience el canibalismo. Porque eso es lo que hacemos, devorarnos los unos a los otros, destruirnos para que unos pocos vivan cada vez mejor a nuestra costa. ¿Podemos parar de destruirnos?. Sí, solo tenemos que saber de nuestra fuerza, de nuestra inteligencia, de nuestra capacidad para cambiarlo todo a nuestro favor, y no tener miedo a ponerlo en práctica. Los cambios son duros, pero necesarios, más aun cuando nuestra supervivencia depende de ello.

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