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domingo, 18 de septiembre de 2016

El dominio de las sombras

Durante años la psicología a intentado buscar el origen del mal en el ser humano. Investigando como podemos saber que personas van a hacer daño a nuestra sociedad. Hubo una época en la que se pensaba que los rasgos faciales de una persona, nos daban una idea de si esa persona estaba predispuestas para la violencia y la delincuencia. También consideraron la genética y el entorno como factores determinantes para la generación de personas perversas.
A lo largo de mi vida, me he dado cuenta de que todos los seres humanos tenemos dos caras, una buena y otra mala. A cada paso que damos tenemos una prueba donde podemos elegir el camino correcto, pero ¿cuál es el camino correcto?. La sociedad nos marca que el camino correcto es siempre el del egoísmo y la psicopatía. La falta absoluta de personalidad o carácter, la carencia de empatía, el control del materialismo y la soledad extrema. Es decir, que la sociedad favorece la aparición y reforzamiento del lado más negativo y animal del ser humano.
Esta sociedad macabra y diabólica, no permite ningún sentimiento de humanidad, lo persigue y lo destruye. La razón es simple, las personas que más próximas están al resto de seres humanos, son menos manipulables, están más próximas al conocimiento real de las cosas, son más sociales y empáticas. 
Creemos que somos buenas personas, y que las personas que nos rodean lo son. Pero en realidad, debemos hacer cada día una introspección profunda sobre nuestra conducta, y sobre nuestros actos, valorando si estos provienen realmente de nuestra voluntad, o son fruto de una manipulación egoísta y enferma.
Hasta la persona más bondadosa del mundo puede convertirse en un monstruo, con el suficiente maltrato, chantaje emocional y control mental. Esto siempre lo hemos visto a lo largo de la historia, como familias enteras acababan asesinándose por motivos totalmente externos que nada tenían que ver con el amor y con la felicidad. 
Los agentes externos son diversos, pueden ser ideológicos, religiosos, partidistas, económicos, sociales, etc. Pero todos conducen al sometimiento total y la destrucción del YO.
Una de las fases más duras de mi vida, fue cuando en un trabajo, poco a poco y de forma muy cordial, me fueron manipulando y maltratando psicológicamente con el objetivo de convertirme en una persona que maltratase y manipulase a lo que entonces eran mis compañeros de trabajo. Compañeros que conocía desde hace años, valoraba como personas y como trabajadores. Al principio intente razonar de alguna manera y exponer alternativas, para que ese fin para el que me estaban preparando no llegara, y para poder solucionar las cosas de la forma más justa y beneficiosa para todos, que además era la más eficaz y productiva. Pero mi error fue el no darme cuenta, que lo que se pretendía no era ser productivos, sino ser destructivos. Y con el tiempo, me dí cuenta de que era imposible destruir mi naturaleza humana, sin destruirme a mi misma. Por supuesto, dejé ese trabajo.
No es una cuestión de ser buenos o malos, sino de ser uno mismo y coherente con lo que uno es. El dejar que por unos euros al mes, una falsa estabilidad, y un montón de promesas falsas, nos conviertan en monstruos que no pueden ni mirarse en el espejo, nos crea no solo una insatisfacción total, un autoenaño enfermizo sino una enfermedad mental muy seria que nos conduce a la transformación de nuestra personalidad. Esta transformación, que nos devuelve ira, egoísmo, envidia, manipulación, obstinación, etc. Es altamente improductiva, si lo miramos fríamente, y si lo miramos desde el corazón, nos convierte en un robot que nada tiene que ver con lo que un día quisimos nosotros ser. 
Nos marcamos objetivos en la vida, o bien hacen que nos los marquemos. Quizá estos objetivos, están muy lejos de lo que realmente queremos para nosotros. De lo que soñamos, de lo que ansiamos de verdad en nuestras vidas.
Es difícil cada día, darnos cuenta de que debemos elegir, una y otra vez. Y de que debemos ser muy exigentes y estrictos con nosotros mismos, para seguir el auténtico camino, ese camino que nadie nos marca, pero que nuestro alma sabe cual es. No podemos ni debemos dejarnos engañar por esas personas que constantemente nos venden mentiras. Nos venden una felicidad, que en realidad es frustración. Nos venden una amor, que en realidad es soledad. Nos venden una estabilidad que en realidad es enfermedad.
Cada vez es más difícil no someterse a la sombra, y es más difícil proteger a los seres que amamos de ella. Porque el poder de la sombra es tremendamente alto y eficaz. La sombra, realmente no te da nada, es más, te va devorando por dentro poco a poco hasta que te destruye totalmente. Pero la sociedad favorece a la sombra, nos educan para que nos domine y nos controle. Lo que hace un trabajo muy duro, constante y personal el no dejarnos dominar por ella. 
¿Recompensas?. Todas, sino te dejas dominar por las sombra, serás feliz, ¿qué mas quieres?. Sin embargo, conseguir la felicidad no es gratis, no es fácil y no la puedes comprar. Debes luchar cada día con esa sombra, y debes ver la luz dentro de ti mismo. Debes verte a ti mismo, y sentirte orgulloso de lo que eres, no de tu trabajo remunerado, sino de lo que eres en realidad.
A veces las personas a las que amas, son dominadas por la sombra, y es imposible razonar con lo que la sociedad acepta como "normal", cuando en realidad, es algo "enfermizo". Encontrándote de repente como Don Quijote luchando contra los molinos de viento, y haciéndote creer que como no estas dominado por la sombra, eres un enfermo mental y un inadaptado. Sin embargo, la sombra no tiene tanto poder como el dominado por ella cree, la sombra solo es una ilusión, una fantasía que te han creado para que te destruyas a ti mismo. Y con el tiempo, el no estar dominado por ella, te convierte en libre, mientras que el que sucumbe a ella es un esclavo. Eso hace que podamos estar seguros de seguir el camino correcto, y de poder ser fuertes y valientes. Y cuando alguien a quien amamos, vemos devorados por la sombra, poder seguir nuestro camino, ya que sabemos que siempre podremos recuperar a esa persona si descubre que se está matando. Porque nosotros seguiremos vivos para poder salvarla, pero si nos dejamos devorar por la sombra, caeremos sin remedio, y no podremos ayudarnos a nosotros mismos, y menos aún salvar a las personas que amamos.


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