Cada día que pasa el control de la ciudadanía es mayor, y el descontrol de los poderosos lo es aún más. No es casualidad que quieran cerrar fronteras y someter a los ciudadanos a la tortuosa y humillante rutina policial, es simplemente un espectáculo caricaturesco que a muchos ingenuos les hará creer que viven más seguros, pero a la mayoría nos da la sensación de que vivimos muchos más inseguros.
Voy a poner un ejemplo. Durante años, jóvenes que pretendían ganar dinero fácil, han transportado arriesgando sus vidas, pequeñas cantidades de hachís dentro de su cuerpo desde Marruecos hasta España, viajando como turistas por avión. En este negocio el más tonto era el transportista que podía morir por cuatro duros. Los más listos eran aquellos que pertenecían a los gobiernos de ambos países y que mientras encarcelaban a cuatro chavales, y decían que nos libraban del trafico de drogas. Permitían dos cosas, una el trafico de toneladas de cocaína vía marítima a través de las costas gallegas, y otra el gran negocio que la ilegalidad da. Un secreto a voces que ha costado la vida de miles de personas, pero que los grandes beneficiarios no solo no han sido llevados a juicio ni relacionados con ninguno de estos temas, sino que además ocupan altos cargos en la política española. Todo un negocio redondo, en el que grandes empresas de las que nadie sospecharía están implicadas.
Pero a pesar de que es un secreto a voces, que muchos españoles no solo sospechan, sino que conocen o han sido víctimas, como muchos ciudadanos de las costas gallegas. No puede llevarse a juicio, porque el primero en caer será el juez, que o bien es inhabilitado como tantos otros antes que él, o bien muere de forma sospechosa en una atentado, o en algo que se les ocurra en ese momento a los servicios de inteligencia que no forman parte del gobierno real, pero si de un gobierno en las sombras que es el que realmente decide que es legal y que no. Y cómo controlarnos a todos, menos a ellos.
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