Mi tío Isidoro nos ha dejado hoy. Se ha ido despacio y en silencio. En silencio deja su voz, su risa y su simpatía. Se ha marchado un soñador, que marcho a tierra extraña con el sueño de un mundo mejor. No lo encontró hasta pasados los años, pero los montes del pirineo francés se convirtieron en su hogar, y en de toda su familia.
Desde un pequeño pueblo, veía tras su ventana, los huertos y el verde campo francés. Vivía transmitiendo siempre esperanza he ilusión a los suyos. Y sobre todo, no se cansaba de transmitir bondad y cariño.
Para mi guardaré el recuerdo de un día paseando por un puente, junto a un estrenado lago navegable. Allí él nos educaba en el respeto por la naturaleza y la belleza de la vida. Lo importante que es vivir, y disfrutar de lo que nos rodea, conviviendo y coexistiendo con el mundo, porque no somos más que un pez que vive en el agua, ni tenemos más derecho que él. Podemos ser felices al mismo tiempo, nosotros y el pez.
Ahora esas pequeñas tallas en madera, tan bonitas, y con tanto amor y con tanto trabajo. Serán la mejor muestra de como era él, digna imagen de su alegría y de su imaginación, nos mirarán a los ojos alegres y risueñas, para que a pesar de las penas pasadas, siempre miremos la vida con alegría y con ilusión, esperando con entusiasmo un nuevo día mejor.
Te echamos de menos.
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