Translate

martes, 10 de marzo de 2020

Coronavirus en España o crónica de una muerte anunciada

Coronavirus en España o la crónica de una muerte anunciada

Estamos a día 10 de marzo del 2020. Hace una semana y al ver el ritmo exponencial con el que crecía el número de afectados por el coronavirus de Wuhan, que paso de 20 a 500 afectados en poco más de 7 días. Decidí tomar las precauciones mínimas como si fuera cualquier otra enfermedad vírica altamente contagiosa. Limpieza y desinfección de ropa y superficies, distancia mínima de seguridad de un metro al hablar con personas que no conozco, y sobre todo cubrirme el rostro y la piel ayudándome de un desinfectante suave pero eficaz.
Ayer día 9. todavía algunas personas tenían una actitud jocosa cuando me veían taparme la nariz y la boca. Alguno hasta fingía toser para ver si provocaba en mi el susto o la alarma, cosa que por supuesto sabiéndome protegida no ocurría. Pero no veía a nadie cubriéndose la boca en la calle ni en ninguna parte. Si veía personas con miedo, algunas hasta se retiraban de mi pensando que yo era la infectada, la peste hecha persona.
Sin embargo hoy día 10 es muy distinto, pero voy a narrar como puede ser el día de hoy, la vida de una de esas personas que se reían de mi comportamiento.

Yo no soy Chino, no he viajado a China, ni he estado cerca de nadie que haya viajado a ese país, bueno eso creo yo. Pero las noticias aseguran desde hace semanas que no pasa nada. Que no hace falta llevar mascarilla por al calle, que todo eso lo hacen alarmistas y paranoicos, gente mal de la cabeza. Con lavarse las manos basta, las veces que haga falta. Yo hoy he ido con mi familia a comprar suministros, las cosas se han puesto feas y no quiero que nos pase nada. Ya hay 30 muertos y más de 1000 afectados, mejor prevenir. Así que mis hijos mi mujer y yo hemos ido a gastar todos nuestros ahorros al centro comercial. Al de siempre. Hemos comprado de todo, fruta, comida fresca, alguna lata de conserva que otra y por supuesto papel higiénico, por lo que pueda pasar. Había mucha gente, muchísima, tanto que hemos tenido que esperar dos horas en la cola para poder comprar. Justo delante de nosotros había un señor mayor hablando del dichoso tema del coronavirus. Iba con lo que parecía su hijo y la familia de este. Su señora y dos niñas. Estábamos tan cerca que no pude remediar escuchar su conversación. Hablaban de que un señor con el que el abuelo jugaba a las cartas en el centro de día, había sido ingresado en el hospital. Decía que tenía alrededor de 63 años. Hacía poco fue a buscar al aeropuerto a su nieto de 23 años que venía de un viaje de dos semanas por Italia. Que suerte, pensé yo, que ganas de irme de vacaciones, me acordé que el año pasado pude ir con mi señora a París unos días. Las manos me picaban, el dichosos gel de manos me arde la piel. Mi mujer insiste en que me lave las manos frecuentemente, por lo del coronavirus, pero yo creo que es una estupidez. Se puso muy alterada cuando pocos segundos antes de coger una lata de conservas de una de las estanterías del supermercado, una señora estornudo justo sobre ella. Un resfriado común, en el supermercado han quitaron el aire acondicionado, con tanta gente y un aire caliente que hace difícil respirar. A mi sobre todo, quise dejar de fumar hace años, y apuntarme al gimnasio por eso de mejorar mi forma física, que estoy con sobre peso, pero bueno que más da de algo hay que morir, ¿no?.

No hay comentarios: